Capítulo Veintitrés: El Amo del Cielo

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En otro punto, no tan alejado de Nayla y Erick, también se percibe peligro. En una pequeña arboleda, esposas de metal contienen a un ser capaz de arrancar árboles de cuajo. La reina de las serpientes, Shahmaran es quien se encuentra cautiva.



Pero no es un metal cualquiera el que logra someterla, sino roca lunar. Un metal capaz de inhibir la magia, haciendo que la reina deba conservar su forma humana, sin poder transformarse en esa temible serpiente.



-Sácame de aquí ahora y te perdonaré la vida. -le dice ella a su captor.


-Debes estar loca.



Responde indiferente después de reír. Se trata de un hombre vestido con una parca negra, como si fuera un sectario, apenas de mediana estatura y con un cuerpo delgado, pero aun así intenta verse imponente.



-Ni creas que vivirás para ver el sol de mañana. -dice él fulminándola con la mirada-. Por lo que estoy viendo la pelea entre Nayla y Erick ya empezó, así que ya puedo matarte.


-No puedo creer como me drogaron y me secuestraron un par de idiotas como ustedes, esto es decepcionante.


-Él tampoco podrá creer que cuando nos traiga la cabeza de Nayla, nosotros le entreguemos la tuya.


-No me hagas reír. No son rivales para Erick.


-Yo no, pero Quimión es mi compañero, y es el cerebro de toda esta operación. Él está viendo la pelea desde las montañas lejanas, y si el dragón nos traiciona, atravesará su pecho. -dice con la mirada al cielo, lleno de entusiasmo-. Con esto podríamos ser miembros de los Caballeros Celestiales, no dejaremos pasar esta oportunidad.



Ella solo ríe viéndolo tan entusiasmado, sabiendo que echará por tierra sus planes. Él no tolera su burla, y con una mirada de piedra, mete la mano debajo de su capa, sacando un hacha muy afilada, con la que piensa cortar su cuello de un solo tajo.



Pero un grito de dolor toma su garganta, y de pronto cae al suelo, ante la leve risa de Shahmaran, viendo como una serpiente le inca sus colmillos, compartiéndole su veneno.



-Tus esposas pueden impedir mis capacidades mágicas, pero el don de comunicarme con las serpientes es una capacidad natural, por ende, tus artimañas no tienen efecto. -informa ella, con una sonrisa de lado, sintiéndose victoriosa.


-Maldita... -brama él con esfuerzo.


-La peor. -dice contemplando como la agonía invade a su rival-. Tienes suerte de que no estemos en zona de boas, me hubiera gustado ver a una de mis chicas romperte el cuello. Pero en fin, ya estás acabado, el veneno de mi serpiente en la sangre te dará una muerte muy dolorosa.



Logra librarse de las esposas simplemente mudando de piel. Y bajo el sol de esa mañana, se convierte en su forma animal, para arrastrarse a toda velocidad por la tierra, antes de que Erick cometa un acto sin retorno.



Dijo que lo observan desde una montaña lejana, entonces la pelea debe librarse cerca de ellas. -deduce-. Mencionó que atravesarían su pecho, entonces puede que posean el arma que ah llevado casi a la extinción a los dragones, el cristal de fuego.



Mientras tanto Nayla y Kyros sostienen a duras penas la batalla contra Erick, quien sabe muy bien por lo que pelea, y está dispuesto a todo para proteger a su amada.



-Nayla, escúchame -dice Kyros con el pecho agitado-. En el pueblo hay alguien que puede guiarte hasta tu próximo guardián. Debes...


-Cierra la boca. -brama Nayla con energía-. No voy a dejarte aquí. Si algo te llega a pasar mi sello se desvanece, ¿y qué crees que ocurrirá entonces?

Nayla, Amor, Magia y AventuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora