Y aunque Aemond no hubiera querido, la noche llegó rápido y con ella la cena que su padre en su última voluntad había convocado. Aquel banquete para unir a dos bandós que nunca estarían sentados en la misma mesa sino hubiera sido por órdenes de un rey.Aún siendo precarias las emociones de Aemond, decide mantener la paz. Decide al menos esa noche no pensar en el "incidente" en el salón del trono de esta mañana. Decide no pensar en que su corazón está hecho añicos y lo único que le queda es rencor. Decide respetar la última voluntad de su padre por verlos unidos. Decide incesantemente no dirigirle la mirada a Luke.
—No tienes que hacer esto si no quieres.—Aegon se había interpuesto en el camino de Aemond, cuando estaba por entrar al salón.
—Nuestro padre ni notará nuestra presencia o falta de ella, vamos, podemos ir a...
—Me importa una mierda, Aegon. Me importa una mierda quien esté ahí, si notan mi presencia o no, me da igual. Solo alejate de mi camino.—Dijo Aemond con un tono más dolido que amenazante.
Aegon lo sabía, asiente con la cabeza y se quita de su camino.Cuando las puertas se abren lo inunda una mezcla de olores dulces. La música resuena armónicamente. La iluminación es tenue y templa las emociones de aversión.
Aemond sale de entre las penumbras ante el parpadeante fuego de las velas que iluminan el lugar. Su compostura es trascendental cuando en conjunto lleva un traje completamente negro. Su piel se ve más viva que nunca en contraste a las muertas posibilidades de estar con Lucerys.
Se gana la mirada de todos cuando atraviesa las puertas del salón, llevando consigo algo diferente al usual verde Hightower.
Ambas familias ya están dispersos por el salón, su determinación se tambalea cuando eventualmente lo primero que nota es la presencia de Lucerys justo a lado en la entrada; con las manos entrelazadas en su espalda y la barbilla en alto, en compañía de su hermano Jacaerys.
—Felicidades, sobrino. Qué bendición es esta para ti.—Arrastra cada una de sus palabras cuando se dirige a la esbelta postura de Lucerys. Y antes de que este responda algo, Aemond se aleja de ellos de camino a una silla situada a un costado de la larga mesa.
La falsedad se sirve en el primer plato como entrada, lo acompaña el vino para que no se ahoguen con su propio veneno. Hay brindis y pequeños discursos conmovedores en la cena. Aemond los encuentra meramente hipócritas, no se anticipa a participar en aquella atmósfera fraudulenta.
En su lugar se queda sentado, el vino es agrio en sus labios, y aún así no deja de llenar su copa durante la noche sintiendo como entorpecen la comisuras de sus labios.Pero no es el único que el vino a aturdido, un ebrio Aegon se levanta de su asiento, tomando lugar alado de Baela.
—Yo lamento la pronto decepción que van a sufrir tú y tu hermana. Cuando se den cuenta las preferencias de sus esposos hacia lo opuesto de las mujeres.
Pero, si algún día quieres saber cómo satisfacerlo, solo tienes que pedirlo.—Sus palabras postergan una inocencia plasmada falsamente dándole paso a un tono burlón, solo se gana que su sobrino Jacaerys hostilmente se levante de sus asientos.Aemond sigue aferrándose a la idea de no ser quien arruine la cena, pero ver al engreído de su sobrino lo incita a levantarse junto con el.
La tensión ya se dispersa como una nube negra sobre sus cabezas. Jacaerys dice algunas palabras para controlar la situación aunque lo único que provoca es agriar la poca convivencia ajena a las preferencias de Aemond.
Incluso como no es suficiente para el joven Velaryon, invita a Helaena a bailar enfrente de Aegon, burlándose en sus narices. Para Aemond su ira ardía en llamas cada segundo que pasaba ahí, aún aferrándose a la idea de mantener la fiesta en paz, ignora las provocaciones de Jacaerys.
Pero, los últimos hilos de autocontrol dentro de su cuerpo se evaporan de un solo golpe tan pronto como ve que Rhaena le acomoda un rizo rebelde de la frente de Lucerys.
Ella tiene una expresión risueña cuando le toca su rostro como si esos rizos oscuros le pertenecerían. Luke le responde esbozando una sonrisa que justo Aemond encuentra insufrible. La gota que derrama el vaso.
¿Alguien podría calmarla? Él no se considera el problema en esta cena, sino Rhaena Targaryen que intenta robarse a su chico, piensa Aemond con los nervios de punta y la sangre hirviendo.
Los celos corrompen toda sensatez en su cuerpo, lo irradian de fuego y de un solo golpe en la mesa se levanta de su asiento con la copa de vino extendida.
«Oh Dioses, no me culpen, el amor me enloqueció»
—Un último tributo.–En un impulso fugaz y sin saber a dónde se dirige, Aemond propone ganándose la mirada de todos un tanto desconcertados.
Vuelve a descubrir que estar sentado justo en frente de Lucerys, era estar en terreno inestable, cuando alza la copa intercambian miradas; «Esta sería nuestra noche, recuerdas?.»Parece decirle con un solo gesto.
—Por la salud de mis sobrinos.—Cuando vuelve a hablar todos los ojos están fijos en el, alerta a lo que dirá después.—Jace.—Jacaerys que había dejado de bailar con Helaena mira a su hermano.—Luke.— en cambio Lucerys baja la copa reconociendo aquel todo falaz de Aemond, insinuando que no será parte de lo que llegue a decir.
—Y Joffrey. Todos aquellos atractivos, sabios y cómo su padre...
Se detiene antes de seguir, lo segundos parecen horas y su vida ya es demasiado caótica que no le importa nada.
—Fuertes.
Cuando se decide a continuar ya era muy tarde. ignora la rabia que se dibuja en el rostro de Jacaerys, ignora el dolor que parpadea en los ojos de Luke, incluso cuando su madre le advierte, él hace caso omiso.
—Vamos, vaciemos nuestras copas por los tres jovenes fuertes.—Espetó dibujando una sonrisa maliciosa en sus labios. Y aunque todos se ven molestos, Aegon parecía estar muy orgulloso alzando su copa por encima de cualquiera, Helaena quien no había captado los insultos disfrazados de halagos estaba inocentemente aplaudiendo.
—Te retó a que lo digas de nuevo.—Interrumpió tajante Jacaerys.
—¿Por qué? Solo fue un cumplido.—Respondió dirigiendo su atención al mayor de sus sobrinos, aún conservando su estado irónico y satírico.
—¿No te consideras fuerte?.—volvió a burlarse.
Y antes que pudiera decirle algo más Jacaerys se aproximó a golpear en la cara a Aemond.Oh, de verdad se lo merecía, y él hubiera deseado que lo golpeara más fuerte para que pudiera sentir otro tipo de dolor, pero, solo con un empujón Jacaerys Velaryon ya estaba en el suelo.
Aunque se levantó rápido no pudo volver a alcanzar el rostro de Aemond cuando los guardias lo detuvieron. A su par, cómo era de esperarse, Lucerys en un intento por detener a Aemond, falló cuando Aegon lo sujetó y aplastó su suave rostro en la áspera mesa, y es que si se atrevía a acercarse a su hermano primero tendría que pensarlo dos veces.
—¿Porqué dirías algo así enfrente de estas personas?.—No tardo mucho cuando Alicent de un tirón sujeta del brazo a Aemond, preguntando.
—Yo solo expresaba lo orgulloso que estoy de mi familiar, madre. Creo que has olvidado lo bien que me hablas de ellos.—Cuando se liberó del agarre de su madre, regreso hacia Jacaerys pero su tío Daemon ya se había interpuesto entre ellos. De un solo gesto hizo regresar a Jace, Rhaenyra con una mano posando en su vientre los manda a sus aposentos.
Daemon lo mira como si le preguntar «¿Es en serio?»
—Mmnh.— solo le queda responder ante la figura intimidante que solo su tío puede trasmitir.
Atrapado en una disonancia, su amor ya es castigo suficiente pero como no es suficiente para el, va en busca de Lucerys cuando sale de aquel salón.
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"Pinky promise kisses"|Lucemond
Fiksi PenggemarEl amor es la muerte del deber, pero ¿que es el honor comparado con el amor? Y entre la rivalidad de los negros y verdes Aemond encuentra el amor con Lucerys Velaryon, quien era su enemigo mortal, su nemesis. Pero todo cambia cuando le roban el tron...