Después de...

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Hipo nunca sería capaz de olvidarle.


¿Cómo podría hacerlo? ¿Cómo sin haber recibido siquiera unas últimas palabras?


Era como si la viera todos los días, incluso después de cinco años, pero sin que realmente pudiera estar a su lado. Sabía que no podría hacerlo nunca. Ella permanecía como el viento, tan pocas veces, que él nunca sería capaz de alcanzarla. El simplemente intentarlo hacía que se le fuera de los brazos y se escabullara entre los mismos, para después seguir rodeándolo. Hipo forcejeaba de tal manera con su recuerdo que el viento le dolía, tenía un nudo en la garganta y este alcanzaba su pecho como los racimos viejos.


¿Pero que podría hacer? Astrid estaba muerta. Se había ido.


Fue tan inesperado...fue tan poco el tiempo que la tuvo a su lado...


Había aprendido a vivir con ello.



...




Una vez más, Hipo miraba los detalles de su nuevo proyecto. Las fórmulas alcanzaban todo el plano y el ceño fruncido en su rostro no hacía más que probar su inseguridad.



-¿Y si lo pusiéramos aquí, de este lado...?



Mala idea, pensó de inmediato.


Arquitectura le parecía difícil, pero no lo suficiente para llegar a odiarlo. Desde pequeño aquellos edificios construidos de maneras surrealistas o aquellas estatuas de simples colores pero grandes figuras habían dejado poco a su imaginación. Su madre solía enseñárselas por el asombro de su hijo. Hipo los miraba fascinado y añoraba el día en que pudiera llegar a construir semejantes obras de arte. Quería que la gente fuera capaz de apreciarlas de la misma manera en que él lograba hacerlo.


Pero eso no le convencía de que Arquitectura era realmente complicado.


Escuchó el ruido de la puerta cerrándose, y sin voltearse reconoció de inmediato de quién se trataba realmente. Escuchó el estruendo de la puerta al el abandono violento de las cosas de su compañera de cuarto, Tiana.


Tiana era una chica de veinticuatro años, quién asistía a los talleres artísticos del país y tenía un casi alarmante talento para la pintura. Tres años antes ella e Hipo se habían conocido, el día en que una casualidad los trajo al mismo edificio. Hipo sentía cierto aprecio hacia ella por su manera de ser y por lo que se había dedicado, ya que Tiana era una de las personas más apasionadas que conocía. Se había ganado su confianza y le había dado demasiado apoyo.


Al llegar, gritó lo mismo de siempre:


-¡Olvidé comprar esos malditos huevos!


Hipo guardó una carcajada, no sin antes seguir concentrándose en su trabajo. Tiana estaba haciendo mucho ruido y eso no ayudaba demasiado.

Nada más insoportable (HiJack)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora