◇вєη∂ι¢ισηєѕ у ℓє¢¢ισηєѕ◇

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Maratón 3/3.

Después de haber hablado con Emilio y con Joaquín. David toma sus cosas y sale de la casa. Su trabajo está hecho, ya dependía del rizado y el castaño si le creían o no.

Justo cuando iba a salir de la casa, una mano muy suave lo detiene del brazo.

Reconocería ese tanto donde fuera.

—¿Qué... Qué pasa?— pregunta tragando duro, al ver a Jorge sosteniendo su mano.

—Quiero hablar contigo— menciona el ojiazul bajando la mirada, comenzando a jugar con la orilla de su camiseta —a solas.

—Pero... — señala en dirección al interior de la casa, haciendo referencia a Emilio y Joaquín.

Él solo venía a contar si versión de la historia. Jamás imaginó que Jorge iba a querer hablar con él.

—Ellos... Nos dejarán hablar, Emi no tiene ningún problema con eso— menciona el ojiazul un tanto nervioso —vamos a mi habitación.

—¿Estás seguro?— pregunta muy poco convencido. Y no lo mal entiendan, él, más que nadie, quiere hablar con el lindo chico frente a él, pero tiene miedo.

Miedo a que Jorge le diga todo lo que no quiere escuchar, pero sabe que merece.

Algo así como "No quiero volver a verte" o "Te odio".

Honestamente, no espera nada bueno y eso le asusta.

—Por favor, Davy— pide haciendo un puchero de forma inconsciente.

Hace mucho que Jorge no le decía así, se siente como si corazón recupera un poco de ese calor que le ha hecho falta, late máster rápido y por fin se percibe, creyó haberlo perdido.

No sabe que es lo que el chico quiere decirle, tiene miedo, pero asiente lentamente con la cabeza.

Aceptará su destino y recibirá lo que Jorge quiera decirle, sea bueno o... no.

—Está bien, vamos.

Jorge sonríe y jala a David del brazo para guiarlo a su habitación. Este último no puede dejar de observar su brazo, siendo sostenido, por el amor de su vida. Su tacto sigue siendo cálido y lleno de amor, lo sigue haciendo sonreír.

Una sonrisa que no había salido a la luz desde que... bueno, no hace falta decirlo, si sonrisa se perdió cuando dejó a Jorge solo en aquella habitación.

Esa sonrisa se desvanece, en ese momento, al saber y recordar que le rompió el corazón al ojiazul y eso es algo que aún no se puede perdonar, es más, siendo honestos, tal vez jamás se lo perdone.

El tan sólo recordar su cara llena de lágrimas y sus gritos pidiendo que regresara a la habitación, lo hacen sentir estúpido, culpable.
Jorge no se merecía eso y no estaba entendiendo porque quería hablar con él.

—Siéntate— pide el ojiazul cerrando la puerta de la habitación.

—¿Qué es lo quieres que hablemos?— pregunta sentándose en la cama y sintiendo sus manos comenzar a sudar nuevamente.

—Me dolió lo que me hiciste, David— suelta de una, sentándose también en la cama —. No tienes idea de cuantas noches la pasé llorando y pidiendole a Dios porque me ayudará a dejar de amarte. Imploraba poder olvidarte. Cada que recordaba tan sólo tu nombre, sentía como mi corazón se volvía a partir en mil pedazos— sus ojos se llenan de lágrimas nuevamente y comienza a golpear a David. La rabia se percibe en sus palabras —. Intenté odiarte con toda mi alma y sólo aumentó mi amor por ti. ¿Por qué, David?, ¡¿por qué lo hiciste?!

◆FAMILIA AL INSTANTE◆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora