Parte 9

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Partimos aprendiendo pasos básicos de los ritmos latinos, un poco de salsa y merengue, se le daba muy bien ese tipo de movimientos y yo, a estas alturas, ya no sabia si estaba elogiando lo rápido que aprendía o la tenacidad con que movía las caderas. Estaba empezando a sudar. El tenia algo que me obligaba a mirarlo con ojos libidinosos, su esencia y estampa latina, me estaba volviendo loca sin siquiera imaginarlo. Terminando el primer bloque, nos sentamos en el piso mientras elongamos las piernas.

- ¿Desde hace cuánto tiempo bailas? - Preguntó relajado.

- Desde los cuatro años - No le quitaba los ojos de encima - Partí con ballet y con el paso del tiempo fue adoptando muchas mas técnicas, desde el jazz hasta el hiphop.

- Interesante - Me lanza una miradita suspicaz - ¿Estudiaste en academias o eres autodidacta?

- Estudie en academia siempre - Sonreí orgullosa - Mis padres se esforzaron mucho por pagarme las mejores academias. Tener talento no lo es todo. Sin técnica no eres nadie en este medio

- Eso es cierto - Suspira - Hay que trabajar duro para mantenerse donde uno quiere.

- Así es - Me levanté del piso para continuar - ¿Seguimos?

- Una ultima pregunta - Pregunta con sus ojos fijos en mi - ¿Tienes novio?

- ¿Novio? - Lo miro extrañada. ¿A qué se debe esa pregunta? - No. Aun no tengo novio. Mis estándares son muy altos.- Eso niña...

- Me parece perfecto, así tengo la seguridad que no habrán distracciones mientras trabajes para mí - Dice en un tono displicente. Que desagradable. 

La primera clase estuvo magnifica, a penar de sus comentarios un tanto desagradables, había resultado increíble y mi mente no podía dejar de pensar en él. Su presencia estaba causando algo más que emoción por enseñarle a una celebridad, me lo estaba imaginado como hombre, con su camiseta sudada y su entre pierna marcada. Oh rayos... tenia que empezar a verlo como alumno o iba a enloquecer en cualquier momento. Yo no era ese tipo de chica, jamas me había basado en sentimientos carnales por nadie y no quería que, precisamente ésta, fuera la primera vez.

Llevábamos dos semanas de intenso entrenamiento, donde pasó de visitarme un día a dos por semana y cada clase duraba cuatro horas aproximadas. Estaba agotada. Una tarde me senté a descansar en el suelo del salón, mientras él intentaba realizar unos movimientos de chachachá, se veía tan sensual que me perdía rápidamente en mis pensamientos mientras lo observaba. En un mal movimiento, tropieza con el cordón de su zapatilla y cae de bruces encima de mí. Maldición. Me observa, con la boca entre abierta, la respiración entrecortada, contenida, la lengua entre dientes y sus ojos intensos sobre los míos. No se estaba moviendo. ¿Por qué no se estaba moviendo?. Tímidamente, subo las manos sobre su cabeza y le acaricio el cabello, sin apartar mi mirada de su boca. Trago saliva. Él me roza los labios. Quiero besarte, me dice y el efecto de su dulce voz se extiende como caramelo caliente por mis venas.

Deseo PúrpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora