-- ¡Estúpida! ¡Imbécil! - Gritó con ira. -- ¡Eres una maldita tonta!La mujer enloquecida se llevó las manos a la cabeza halando su cabello, mientras lloraba desesperada y a punto de colapsar.
-- Cálmate.. No te hace bien estar así .. - Dijo otra mujer unos tres años mayor que ella intentando consolarla. -- Yo creo que él lo va a entender.
-- No lo va a entender, ¡No lo va a entender Ana! - Gritó la castaña cayendo de rodillas al suelo. -- Él me lo había dicho claramente y yo lo arruiné.
-- No es tu culpa. - Ella intentó levantarla. -- Él también tiene responsabilidad, sabía que esto podría pasar.
-- No quiero que me deje.. No podré soportarlo Ana. - La mujer ojimiel se sentó en la cama llorando en sus manos.
-- No te va a dejar, y menos con un hijo suyo aquí. - Su amiga tocó suavemente su vientre aún plano. -- ¿Por qué no piensas en que le puede dar mucho gusto?
La castaña negó con la cabeza.
-- Él antes de empezar lo nuestro dijo que ya tenía familia, no quiere más.. - Dijo destrozada. -- Yo.. yo soy culpable de todo esto.
-- Pero tal vez ya no piensa igual..
-- No sé que voy a hacer..
En ese momento se escuchó que tocaban la puerta.
-- ¿Y si es él? - Preguntó nerviosa Lucero.
-- Ve a ver, cualquier cosa yo me iré al jardín para que conversen tranquilos..
Ella asintió y fue a la puerta.
Cuando abrió se llevó una sorpresa muy desagradable, abrió los ojos al encontrarse de frente con aquella mujer, sentía pena, tristeza, pero sobretodo incertidumbre. ¿Para qué iba a verla?
-- ¡Así que tú eres! - Gritó la rubia entrando a la casa. -- ¡No te da ni un poco de remordimiento destruir mi familia!
-- Yo no estoy destruyendo nada, ¿Qué le pasa? - Se defendió la castaña. -- ¡Usted misma debe saber cómo están las cosas en su casa! ¡A mí no me reclame nada!
La mujer rubia le dio una bofetada.
-- ¡Maldita cínica! - Gritó. -- Una cosa sí te digo, ¡No volverás a ver a mí marido! ¡O me vas a conocer!
-- ¡No, No! ¡A mí nadie me amenaza en mí propia casa. - Exclamó alterada. -- Y es él quien viene aquí, lo seguiré recibiendo y viendo cuantas veces se me de la gana, ¡Lo amo y él me....
Otra bofetada de parte de la rubia la calló.
-- Eres una zorra desvergonzada.
-- Qué lastima que pelees por una persona que ya no te ama. - Añadió la joven sonriendo con la mano sobre la mejilla.
La intrusa echó una carcajada y miró con burla a la castaña.
-- ¿Eso te ha dicho? - Preguntó riendo. -- Porque a mí sólo me dice que tiene a una estúpida que visita cuando YO no quiero estar con él.
Hubo otra bofetada, pero esta vez fue la ojimiel quien dio el golpe. Tenía los ojos llenos de lágrimas y el corazón destrozado.
-- No es cierto.. ¡Debes estar dolida porque ya él no te quiere! ¿Y sabes qué? ¡Yo no tengo culpa de que tú misma hayas alejado a Fernando de ti?
Blanca la empujó tirándola al sofá y encimándose en ella, tirando de su cabello mientras uno y otro golpe venía.
-- Sé que estás sola, ¡Así que voy a acabar contigo desvergonzada! - Gritó cegada de furia.
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Lucero y Fernando [Relatos]
Hayran KurguRelatos y One shots LC / Lucero y Fernando Colunga.