Amor para dos II

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-- ¡Estúpida! ¡Imbécil! - Gritó con ira. -- ¡Eres una maldita tonta!

La mujer enloquecida se llevó las manos a la cabeza halando su cabello, mientras lloraba desesperada y a punto de colapsar.

-- Cálmate.. No te hace bien estar así .. - Dijo otra mujer unos tres años mayor que ella intentando consolarla. -- Yo creo que él lo va a entender.

-- No lo va a entender, ¡No lo va a entender Ana! - Gritó la castaña cayendo de rodillas al suelo. -- Él me lo había dicho claramente y yo lo arruiné.

-- No es tu culpa. - Ella intentó levantarla. -- Él también tiene responsabilidad, sabía que esto podría pasar.

-- No quiero que me deje.. No podré soportarlo Ana. - La mujer ojimiel se sentó en la cama llorando en sus manos.

-- No te va a dejar, y menos con un hijo suyo aquí. - Su amiga tocó suavemente su vientre aún plano. -- ¿Por qué no piensas en que le puede dar mucho gusto?

La castaña negó con la cabeza.

-- Él antes de empezar lo nuestro dijo que ya tenía familia, no quiere más.. - Dijo destrozada. -- Yo.. yo soy culpable de todo esto.

-- Pero tal vez ya no piensa igual..

-- No sé que voy a hacer..

En ese momento se escuchó que tocaban la puerta.

-- ¿Y si es él? - Preguntó nerviosa Lucero.

-- Ve a ver, cualquier cosa yo me iré al jardín para que conversen tranquilos..

Ella asintió y fue a la puerta.

Cuando abrió se llevó una sorpresa muy desagradable, abrió los ojos al encontrarse de frente con aquella mujer, sentía pena, tristeza, pero sobretodo incertidumbre. ¿Para qué iba a verla?

-- ¡Así que tú eres! - Gritó la rubia entrando a la casa. -- ¡No te da ni un poco de remordimiento destruir mi familia!

-- Yo no estoy destruyendo nada, ¿Qué le pasa? - Se defendió la castaña. -- ¡Usted misma debe saber cómo están las cosas en su casa! ¡A mí no me reclame nada!

La mujer rubia le dio una bofetada.

-- ¡Maldita cínica! - Gritó. -- Una cosa sí te digo, ¡No volverás a ver a mí marido! ¡O me vas a conocer!

-- ¡No, No! ¡A mí nadie me amenaza en mí propia casa. - Exclamó alterada. -- Y es él quien viene aquí, lo seguiré recibiendo y viendo cuantas veces se me de la gana, ¡Lo amo y él me....

Otra bofetada de parte de la rubia la calló.

-- Eres una zorra desvergonzada.

-- Qué lastima que pelees por una persona que ya no te ama. - Añadió la joven sonriendo con la mano sobre la mejilla.

La intrusa echó una carcajada y miró con burla a la castaña.

-- ¿Eso te ha dicho? - Preguntó riendo. -- Porque a mí sólo me dice que tiene a una estúpida que visita cuando YO no quiero estar con él.

Hubo otra bofetada, pero esta vez fue la ojimiel quien dio el golpe. Tenía los ojos llenos de lágrimas y el corazón destrozado.

-- No es cierto.. ¡Debes estar dolida porque ya él no te quiere! ¿Y sabes qué? ¡Yo no tengo culpa de que tú misma hayas alejado a Fernando de ti?

Blanca la empujó tirándola al sofá y encimándose en ella, tirando de su cabello mientras uno y otro golpe venía.

-- Sé que estás sola, ¡Así que voy a acabar contigo desvergonzada! - Gritó cegada de furia.

Lucero y Fernando [Relatos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora