24 de enero 2021
Tal vez necesito dejar de pensar en ello. O tal vez solo solucionarlo alejándome.
Maldito Caleb Spencer, infeliz, desgraciado.
Ni siquiera tiene sentido toda esta situación, en lugar de dejarlo ir como si nada debí estrellarle el florero de mi escritorio en la cabeza para que dejara de hablar de esa forma, sin embargo, sé perfectamente por qué no lo hice.
—¿Qué estás haciendo? —Doy un respingo alzando la vista hacia pelinegra que se desliza por mi habitación hacia mi cama, relamo mis labios.
—Nada ¿Cómo entraste?
—Tu hermana venía llegando, seguro que la escuchaste cuando gritó "ya estoy en casa" como un esposo con panza cervecera que indirectamente pide que le traigan la cena—Rio entre dientes sacudiendo la cabeza.
Es probable, si no la hubiera escuchado inconscientemente no me hubiera tomado a la ligera que Alana estuviera dentro del departamento.
Alana Lenox vive dos pisos más arriba en el edificio, ha estado aquí desde hace un tiempo y cuando nos mudamos nos encontramos un par de veces en el ascensor antes de comenzar a hablar, descubrimos que vive sola porque sus padres están en otro país, estudiaba ingeniería química hasta un año que se gradúo y ahora solo trabaja y vive para su gata.
Lila salta de sobre mi regazo donde estuvo durmiendo desde hace un rato para encaminarse hacia ella a hacer lo mismo.
—¿Quién es? —Señala con un bolígrafo la pantalla de mi iPad, bajo la vista a su lugar en el escritorio antes de soltar un resoplido. ¿Hace cuánto estaba viendo esa maldita foto?
Honestamente, no sé cómo tomarme el hecho de que malditamente me estoy enredando con esto, tal vez solo debería renunciar y deshacerme de cualquier cosa que involucre a Spencer, su madre, sus hermanos. Todo, esfumarme de su mapa geográfico, sin embargo, no puedo.
No quiero, pero es más fácil sentirlo como un deber que aceptar que estoy cayendo en mis propios juegos que él ha usado a su favor.
—El hijo de mi jefa, nada importante—minimizo la fotografía de perfil en su correo electrónico antes de apagar la pantalla y encaminarme a mi cama para sentarme contra el respaldo, abrazo una almohada entre mis piernas.
—¿Segura? —me observa arqueando una de sus cejas y yo me encojo de hombros.
—Si ¿Qué vas a hacer el catorce de febrero?
—Mi novio estará con su esposa.
—¿Qué? —mascullo alzando las cejas, ella suelta una risita.
—Bueno en realidad no somos novios y asumo que no tiene esposa, al menos no le he descubierto una, pero el imbécil no me dijo que tuviéramos planes para ese día así que estoy libre.
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Señorita, permítame besarla ✓ | ¡Pronto en fisico!
RomanceBrenda Callahan pasa sus días entre correos, tecnología y catálogos, además de su vida universitaria, ser la asistente de una prestigiosa diseñadora de interiores consume sus días, pero no es hasta que su jefa le manda un trabajo especial que siente...