Una pequeña parte de mí, está feliz
Nicole y Manuela se refunden entre las personas que suben las escaleras de la estación para tomar el metro. Me detengo a pensar hacia donde más ir.
Creo que ya no queda nadie más por ver en el Bloque W. Pues en éste sólo están Samuel, Miguel y Nicole. Aunque no fui a casa de Miguel, por lo menos ya sé que ha huido en busca de seguridad. Si me fijo en el Occidente, allí están las casas de Cristina, mis primos, y Luciana. Si es cierto lo que ha dicho Manuela, y sólo están persiguiendo a los que estuvimos esa noche, no me deberá preocupar Luciana. Así que lo más conveniente será ver que todo en mi familia esté bien.
Ni siquiera pienso en tomar el metro, o algún microbús. Me aterra la idea de que no pueda por lo menos sentarme. Por eso hago lo de siempre, caminar. Pero bueno, al fin y al cabo un poco de ejercicio no está mal. Aunque, debí haber aprendido a desarrollar mejor estos pulmones de pichón recién nacido. Estoy seguro de que si no me hubieran asesinado, hubiera muerto hiperventilado.
Después de haber caminado por más de una hora, he llegado a la casa de mis primos, y bueno, en general de mi familia, pues aquí viven los únicos que aún no se han mudado de la Villa buscando mejores oportunidades en la Capital. Lo que mi padre siempre nos recalcaba era que debíamos brindar respeto y honor a nuestra tierra natal. "Nacimos santos y moriremos santos, pues de la Villa nunca nos vamos". Ese era su lema, y una pequeña parte de mí, está feliz por haber podido cumplir su petición.
La casa de mi tía es muy hogareña. Está conformada por tres habitaciones no tan grandes, un largo y angosto pasillo que las conecta y que al final de su recorrido deja ver la decorada puerta del baño. Invento de mi prima Ángela. Ya ni siquiera se puede distinguir el marrón de la puerta, pues en su infancia le pegó hasta el último sticker que pudo arrancar de sus cuadernos de frutillas, y barbies.
Lo que primero se encuentra al cruzar la entrada, es la sala, donde me encuentro en estos momentos, con dos viejos sillones que rodean una mesita de centro. Frente a los sillones, en otra mesa un poco más alta, tienen un televisor pequeño, y en el que sólo se percibe la señal del canal nacional de televisión. Detrás de la sala está un comedor de madera ya un poco desgastada, con cuatro sillas a su alrededor.
Como es costumbre, mi abuelo está acostado sobre el sofá viendo las noticias nacionales, mientras mi Babue le mima los cabellos desde el otro mueble. Que lindos se ven juntos. Así me hubiera gustado terminar con Nicole... Mi tía Beatriz está lavando los platos que ensuciaron en el almuerzo. Parece que mis primos ya se fueron a su cuarto a reponer energías con su famosa siesta de medio día.
Babue: Viejito, viejito. -dice para llamar la atención de mi abuelo que se estaba quedando dormido, a pesar de que su irrefrenable tos no le deja descansar bien- Súbele, súbele a la cosa esa. -señala el televisor-.
Mi abuelo, reaccionando, aumenta el volumen utilizando el mando.
Mucha atención a todos en casa. Hace nada más unos minutos que los pueblos de Aguaclara, Andalucía, El Nevado, y entre otros que se ubican a orillas de la vía centro-occidente del país, han sido testigos de un gran atentado, obra de los grupos armados y revolucionarios de la Nueva República. Las ayudas humanitarias calculan que hasta el momento hay aproximadamente 200 heridos, en su mayoría por explosivos y armas de fusil. Se recomienda a todos mucha discreción y solidaridad para con los afectados. Espere pronto un nuevo informe de su canal aliado. CNT, información clara y al instante.