12. Terca

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Miedo.

El miedo, una de las sensaciones más desagradables que puedes sentir; provocada por tu percepción de peligro, real o imaginario.

Un sentimiento que es lo contrario a la seguridad, crees que algo negativo va a salir y por ello no tomas la iniciativa o el valor de querer hacerlo.

Tienes la elección de arriesgarte pero el miedo te lo impide, y es una de nuestras más grandes barreras.

A veces es mejor intentarlo y fracasar, que no haberlo intentado.

Yo no tengo la opción de intentarlo.

Estoy en el suelo, mi pie tiene un inmenso dolor que me hace dar quejidos.

Mi respiración es acelerada y no tengo la opción de poder correr, sólo la de sentir mi fin.

El bass. Una criatura muy grande, tiene forma de lobo, su pelaje está hecho de hojas verdes y no de pelos, sólo la cara es la única que se ve como un lobo normal.

Su cola está hecha de más hojas, tan larga que se arrastra en el suelo, su mirada es muy temible.

Empieza a avanzar la enorme bestia hacia mi, tiene unos pasos muy ligeros y silenciosos, pareciera que está flotando al caminar puesto que no emiten ningún sonido.

Tomo mi arco y preparo una flecha para apuntarle. Mis manos tiemblan tanto que me es difícil tener un punto fijo, una opción menos.

Una flecha no le haría daño a ese enorme bass, otra opción menos.

La impaciencia tomó control de mi. Cuando les dije que entraría a este bosque por mi simple berrinche de querer las cosas ya mismo.

Dejo caer mi arco junto con la flecha a un lado.

Avanzo apoyando mis manos en el suelo mientras mis pies son arrastrados por tal acto.

Al menos intento alejarme, aunque una arrastrada mía son como cinco pasos a pie de ese bass.

El bass se acercó tanto a mi que cerré los ojos para no ver nada de lo que pase después.

Mi corazón palpita en mis oídos, aguanto la respiración, las manos me sudan.

El miedo ha tomado el control de mi, no hago nada para defenderme, ni siquiera puedo gritar, es como si alguien me quietara la voz, no soy capaz de emitir un sonido.

Una mordida, una rasguñada, un corte de una extremidad, un rugido...al menos esperaba que eso pasará pero no hubo ninguna señal de eso.

Abrí los ojos y miré como estaba tan cerca de mi.

Sólo me observaba, su ojos eran tan negros, como si vieras al vacío, a la nada. No transmitían alguna señal de peligro.

Dio una exhalación que hizo que mi cabello se hiciera para atrás.

Su hocico se acercó a mi cabeza dándome un golpecito que hizo que me hiciera para atrás, no fue duro ni me lastimó.

No iba a comerme o eso me dio a entender.

Levante mi mano—aún temblorosa—para acariciarle el hocico. Al principio dude y no la acerque,sólo la deje en el aire, pero después el bass acercó su enorme hocico causando que lo tocara.

Su único pelaje con pelos es muy suave, sedoso, calentito a pesar del frío que hace.

Mi corazón comienza a bajar su intensidad al igual que mi respiración.

Sus patas son grandes, dudo que ese le haya hecho la herida a Bakugo.

También no se porque no me atacó.

Dulces traiciones  (Katsuki Bakugo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora