Hasta una serpiente puede ser amable

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Todo mundo estaba MUY alterado, pero como pájaros fueron cayendo, algunos se quedaron dormidos, otros estaban viendo el paisaje, comiéndole la boca a su respectiva pareja o como yo... enfocándose en la lectura, aunque fue interrumpida. Acostúmbrense a dicha frase porque era el pasatiempo favorito de casi todos.

– Lestrange, quiero dormir – Reclamó Maite.

– Ese es tu problema porque hasta donde veo... – Apunté a la pareja que se veían muy cómodos abrazados – Hay muchos que sí lograron conciliar el sueño. Dile a Draco que te arrojé un Desmayo – Hizo una cara de puchero y cuando estaba a punto de mandarla a la mierda, noté cómo le salió una lágrima ¨No me jodas¨, pensé, cuando volví en mí mismo, noté como me había movido de asiento para que pudiera sentarse y recargarse en mí – Eres jodidamente buena.

– Lo sé, ahora cállate que quiero dormir.

Siendo sinceros no quería provocarla así que cerré mi libro para hacer lo mismo.

Cuando desperté tenía a Draco zarandeándome. Mi confusión fue enorme porque en efecto estaba allí – Isidor, vamos, levántate. Tenemos que bajarnos del tren.

– Está bien, ya voy – Me levanté aún sin saber de mi existencia y salí para ver a los chicos reunidos – Me hubiera gustado que intentarán levantarme – Mencioné tallando mis ojos.

– Lestrange, créeme que lo intentamos, pero fuiste imposible – Aclaró Nott mientras que todos los demás se reían.

– Dejaste esto – Extendió el libro que me había regalado la señorita Zabini

Yo iba a intentar tomarlo pero la anteriormente mencionada se adelantó – ¿Cómo te atreves a dejar un libro tan hermoso y perfecto olvidado por allí? – Gritó enfurecida, a lo que me desperté completamente.

– Zabini... ¿Podrías calmarte un poco? – Traté de calmarla, pero mis esfuerzos terminaron siendo en vano. Incluso hasta le supliqué su perdón pero solo se calmó cuando Nott me hizo el favor y le dio un dulce relajante. Por su enojó ella no se dio cuenta de lo que era cuando se lo ofreció. En verdad le quería dar un beso por dicha salvada, seguramente ni siquiera Merlín hubiera podido con ella.

Mientras íbamos de camino al Gran Comedor sentí como algo golpeó mi espalda, al principio pensé que me habían arrojado algo, así que mi instinto fue voltear brusco para encontrar al culpable pero al hacerlo me encontré a una mocosa en el suelo, parecía como si quisiera llorar.

– Te perdiste. ¿Cierto? – La niña solo asintió con la cabeza – Tranquila, ¿te lastimaste? – Le ayudé a pararse, y le limpié un poco la cara.

– No, estoy bien – Respondió asustada

– ¿Qué estás haciendo, Lestrange? – Preguntó Maite acercándose. Al notar que estaba acompañado se burló diciéndome – No sabía que habías tenido una hija.

– Cállate y ayúdame a buscar algún profesor. Por otro lado... Dame la mano, no me gustaría que te perdieras nuevamente.

Ella la tomó y comenzó a caminar al lado de Maite y yo. Los chicos ni siquiera se dieron cuenta que nos habían dejado atrás. Supongo que se distrajeron con una relajada Krista.

– Será mejor que vayamos al Gran Comedor, ya que estemos allá, esperaremos a que entren los de nuevo ingreso para que se una a ellos, hasta entonces que se quedé con nosotros. Andando – Se alejó de nosotros con prisa.

Yo no lo hice porque no sabía lo que pensaba la pequeña, entonces me agaché para preguntar – ¿Te gusta la idea que mencionó mi amiga?

– Por favor, solo no me dejes sola – Se succionó los mocos y apretó mi mano.

– No lo haré – Me incorporé y caminé los más lento posible para no dejarla atrás.

Al entrar no pude evitar detenerme para apreciar la habitación. Era enorme y sumamente hermosa – Si... Definitivamente la espera valió la pena, este lugar es magnífico – Las mesas eran mucho más largas de lo que me había imaginado. Al dar un vistazo por el lugar me percaté como había varios alumnos observándome, era normal, al fin y al cabo estaba en la entrada tomado de la mano de una niña, cualquiera podría mal pensar la situación o tal vez era por el hecho de que era hijo de . De hecho, hice contacto visual con Draco y este comenzó a voltear a ver al grupo, aparentemente apenas se dio cuenta de mi ausencia. Le hice una señal para que viniera y lo hizo.

– ¿Qué carajos haces tomado de la mano con una niña? – Susurró confundido.

– Se perdió, estoy esperando a que llegué la fila con los demás mocosos de nuevo ingreso para que se una a estos – Pareció entender el plan.

– ¿Y para qué me llamaste?

Lo que le iba a decir no le gustaría así que lo tomé por detrás del cuello – Como no quería esperar solo, te pedí que vinieras – Reí un poco.

Draco se dio cuenta de la treta en el que lo había metido, múltiples veces intentó irse, evité que lo hiciera jalándolo hacía mí por el agarre que tenía – Pocas veces eres amable, tenías que serlo en este momento.

Escamas de SerpienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora