Cruel páramo, cubriéndose en las sombras del anochecer, mientras estelas de luz se pierden en la lejanía.
Recóndito lugar de un suceso sin mucha escala. Algo habitual.
Sangre desperdigada en la arena; Se extiende a metros. Su origen yacía moribunda.
Ruidos roncos en auxilio... O de ira.
Tal acto, tal logro... El merito era de la criatura que devoraba su carne.
Y entre aquella escena, un simple mortal apenas despertaba. Encapsulado, entre arena húmeda y una pared tersa, dura... Cálida.
Aplastado.
Sofocado, sintió la pared moverse, latir, crujir.
Hiperventiló, cada sensación que recibió lo mareaba. Cada movimiento lo atrapaba más.Apenas podía mover su torso... Su cintura completamente bloqueada, y ,como una serpiente, ascendía con la intención de sepultarlo.
De ahogarlo.En el pánico, apenas oía el zumbido. No lo noto hasta que la migraña lo atacó, ensordecedor.
La lucha por su liberación se vio mitigada cuando el zumbido comió sus sentidos.Cada parte de él se olvidó de sí misma. El incremento del ruido lo enloqueció, y con tal locura gritó... Luchó para callarlo.
Y entre su lucha... Sin saberlo lograba desplazarse, de liberar las piernas que momentos antes ansiaba recuperar.
Ahora quería el tan ansiado alivio... Lo cuál saboreó en migajas al moverse.
Cavó sin reparos, sin cuidado. Solo quería más espacio. Más alivió.
El silencio.