18: Urdir

36 6 231
                                    

Durante la marcha, Alex se preguntó si acaso su imprevista y desagradable nueva "aliada" los estaba conduciendo a Nirvana y a él a un cuartel de Cruz Negra o a algún otro lugar de similar índole. Sin embargo, tras recorrer cierta distancia, comenzó a sospechar que se estaban dirigiendo a la zona donde se hallaba su vecindario, aunque a través de una ruta alterna que parecía ser innecesariamente extensa adrede. No era ninguna sorpresa que esa tal Senith supiera dónde vivía; le resultaba fácil asumir que la agrupación a la que ella pertenecía lo había sometido a una profunda investigación. Por fortuna, dado que la susodicha no había recibido la orden de acabar con él, contaba con la seguridad de que no tenían pistas acerca del plan de su padre.

Finalizado el trayecto, pudo confirmar sus temores al hallarse ante las puertas de su hogar. Maldijo para sus adentros cuando la mujer de cabello amatista le informó que usarían la vivienda como refugio provisional, mas aceptó el hecho sin protestar. Si bien la veía como un potencial peligro, el joven Hound consideró sensato seguirle la corriente hasta tener una idea clara de quién era exactamente y qué objetivo perseguía su misteriosa agrupación. Luego tendría que buscar alguna forma de comunicarse con su padre para determinar si debía eliminarla o utilizarla como una herramienta a su favor. En honor a su nariz magullada, esperaba con ansias que se tratara de la primera opción.

—Si tienes un televisor enciéndelo de inmediato, cachorro noble —exigió la indeseable invitada apenas puso un pie en la sala—. Necesitamos información.

El muchacho tomó una gran bocanada de aire, aguantando la furia que le causaba el estar recibiendo órdenes en su propia casa por parte de una persona de baja alcurnia. Buscó el control remoto en una repisa cercana y apretó un botón para hacer emerger el aparato en la pared. Acto seguido, fue navegando de canal en canal hasta detenerse en el primer programa informativo que encontró, el cual estaba transmitiendo una rueda de prensa en vivo con el alcalde de Londres y London.

Se trataba de un hombre de piel cetrina, cuya edad resultaba difícil de establecer dado el contraste entre las bolsas bajo sus cansados ojos y la absoluta carencia de pelo en cada centímetro de su rostro y cabeza. El peculiar sujeto estaba haciendo su mejor esfuerzo para contestar las preguntas que el ejército de periodistas le arrojaba sin cesar con respecto a lo acontecido en la universidad pocas horas atrás. Como cada una de sus respuestas generaba a su vez nuevos cuestionamientos con marcados tintes de crítica, terminó por perder la paciencia y pidió silencio total para brindar las explicaciones correspondientes.

Según sus impetuosas palabras, "el trágico suceso había sido obra del infame grupo fundamentalista neocristiano conocido como Cruz Negra, con el único fin de alterar la añorada paz que a los respetables ciudadanos ingleses tanto les había costado recuperar". Con lágrimas en los ojos y la voz quebrada, el alcalde lamentaba de corazón las incontables vidas que se había perdido durante el atentado, agregando que se arrepentía de haber organizado la presentación. Finalizó dando efusivas palabras de aliento a los familiares de las víctimas, además de pedir a todo el pueblo inglés que se mantuviera unido y demostrase fortaleza en momentos tan adversos.

—¡Ese imbécil está manipulando la información! —bramó Senith, acercándose a la pantalla con un puño levantado como si fuese a golpearla—. ¡De no ser por Cruz Negra, no quedarían supervivientes!

—¡No te desquites con mi inocente televisor, plebeya gótica! —espetó Alex, interponiéndose entre ella y el aparato.

En lugar de abandonar su actitud violenta, la mujer de cabello amatista continuó marchando hacia el joven Hound con pasos lentos y pesados. Este, temiendo que su adolorida nariz terminara por romperse si recibía un segundo golpe, la tomó de la muñeca e intentó doblarle el brazo tras la espalda para neutralizarla. Ella no le permitió concretar la ofensiva, girando de improviso para clavarle un codo en las costillas, mas Alex fue capaz de bloquear el ataque con su mano libre. De esa manera quedaron entrelazados, en un vehemente pero silencioso enfrentamiento de miradas que no daba señales de tener fin. El muchacho noble tuvo que reconocer que había subestimado la fuerza y habilidad de su contrincante, aunque contaba con la resistencia necesaria para hacerle frente gracias a sus años de experiencia lidiando con Tíndalos.

NecrópataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora