113 d. C; OTTO HIGHTOWER

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ANTES DE LEER

Se advierte que habrá violencia gráfica y mucha sangre así que lean con precaución.

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OTTO HIGHTOWER

"Querida Aemma,

Hoy encontré una flor que me hizo recordarte, es una flor azul muy bonita, pero es venenosa. Rhaenyra dice que tú no eres así, pero yo pienso lo contrario. ¿Acaso soy el único que nota como manipulas a los viejos del concejo? Aunque ahora que lo pienso bien, quizás la flor se parezca más a Rhaenys con la lengua afilada que tiene. ¿Cómo es que aún por cartas puedo sentir la fuerza de sus palabras?

Se supone que debemos dejar Winterfell en dos días, Helaena está disfrutando la atención como la Princesa que es. Su relación con Cregan parece ir de maravilla, es Rhaenyra la que supervisa sus encuentros, dice que ambos niños juegan por horas hasta cansarse. Quisiera poder regresar hoy mismo, creo que el frío está afectando a Caraxes, por las noches vuela hasta el Valle y regresa por la mañana. Ya te imaginarás los insultos de Lady Jeyne en las cartas que me envía todas las tardes para quejarse de Caraxes haciendo nido en el Valle.

¿Cómo está Viserys? ¿Sigue molesto porque me colé en el viaje de Rhaenyra al Norte? ¿Y cómo está Aemond? ¿Extraña a su tío favorito? Apuesto que sí.

Saluda a la bestia que tienes por hijo, Aegon, de mi parte. No quiero que piense que no lo quiero.

Firma,

Daemon.

Y Rhaenyra. Te amo, madre, besa a mis hermanos de mi parte."

Aemma rio al leer lo último, la letra de su hija estaba movida mostrando que había peleado con Daemon para poder escribir en la carta. Aegon levantó la mirada de su libro para mirar a su madre y lo primero que pensó fue que se veía bonita, para él su madre y sus hermanas eran las más bonitas. Aunque su prima Laena también era muy bonita, y sus hijas Baela y Rhaena también eran bonitas. Oh, y su tía Rhaenys. En conclusión, todas en su familia eran bonitas, pero ninguna como su madre.

—Egg—una voz suave llamó y una mano se cerró en su muñeca—Egg.

Los ojos de Aegon fueron hasta su hermano menor que lo miraba con los ojos bien abiertos, su mano libre puesta sobre el libro.

Aemond era el niño más tranquilo que Aegon había conocido, superando a Helaena. Para él su hermano era un pequeño tesoro, al ser el menor siempre estaba siguiendo a su madre a todos lados y se asustaba con facilidad, pero también era silencioso, tan silencioso que a veces Aegon olvidaba que estaba en la misma habitación que él. Cuando le preguntó a su padre por qué su hermanito era así este solo le dijo que todos eran diferentes y él solo asintió.

—¿Terminaste de leer?—Aemma miró a sus hijos.

—Mmh—Aegon quitó la mano de Aemond y cerró el libro—¿Puedo ir a volar con Sunfyre ahora?

—Sabes que no puedes ir solo—le recordó su madre—, Aemond aún está algo enfermo así que no puedo acompañarte y tu padre está ocupado.

El niño frunció el entrecejo, en su mente aparecieron los rostros de todos los jinetes de dragón que residían en la Fortaleza hasta que recordó algo.

—¡El primo Laenor está aquí!—exclamó emocionado, asustando a Aemond que se alejó al escuchar el gritó. —Lo siento, Aemond—Aegon se estiró para besar la cabeza de su hermano.

dear mother. (house of the dragon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora