La florería situada en pleno Palermo chico tiene sus días y días. Algunos más tranquilos, otros bastante ajetreados dependiendo la fecha. El día de la Secretaria, el día de la Madre y por supuesto, la llegada de la Primavera. Pero un día en especial se pone bastante pesado y ese es justamente San Valentín. Moda que se instaló definitivamente en nuestro país hace un poco más de una década, a pesar de los rezongos de otras generaciones, que insisten en que Argentina ya tiene su 'día de los novios.' Pero bueno, vivimos en un mundo globalizado y ya no hay manera de detener eso.
Pablo sube la cortina como cada mañana, preparándose para la avalancha de pedidos que recibirá hoy, a una semana de la fecha clave. Muchos hacen sus pedidos anticipados porque son clientes con un alto poder adquisitivo y algunas flores son importadas. Eso lleva más tiempo de logística con el mercado de flores y sus distribuidores predilectos.
Una vez que la Florería 'Payito' está abierta, el dueño se dirige hacia la parte posterior del negocio para preparar el ramo floral para la novia que van a venir a buscar en media hora. Acomoda el papel base sobre la gran mesa y comienza a elegir cuidadosamente los Liliums blancos como la nieve que trajo, algunas hojas de aspidistra, tepozán y finísimas ramas de la clásica coronita de novia. Con maestría, mantiene el bouquet sobre una base, la cual comienza a envolver con el papel encerado y ajustar con nudos lentamente alrededor de 'mango' que utilizará la novia para sostenerlo.
La pequeña campanita de bronce de la puerta anuncia el ingreso de un nuevo cliente.
Pablo deja el ramo para volver al salón principal y se encuentra con un hombre alto de pelo corto, pómulos altos y nariz recta observando las rosas color té a su derecha. Aimar coloca sus manos frente a él y esboza una dulce sonrisa. "Buenos días ¿en qué puedo ayudarte?"
Un par de ojos negros como el ónix redirigen su atención al joven y a Pablo se le cruzan los cables. Realmente está muy fuerte. Pero claro, es un cliente. El hombre responde con otra suave sonrisa, formando pequeñas marcas en sus mejillas rasuradas. "Hola, estaba buscando unas flores para hacer un ramo variado. Digamos... algo colorido pero sutil."
El joven asiente y lentamente comienza a mirar entre las variedades. "Mirá, opciones hay varias. Depende el tipo de mensaje que quieras dar, también."
"¿Mensaje?" pregunta el extraño, frunciendo el ceño.
"Claro, cada grupo de flores tiene un mensaje especial. Las rosas rojas simbolizan el amor eterno, las amarillas, la coquetería, la verbena evocan un hechizo, encantamiento..." Pablo se detiene y gira para encontrarse con su cliente, que se rasca un poco la nuca. "Perdón, te aburrí y tal vez buscabas algo más simple."
"En realidad sí, son para mi madre que viene a visitarme," responde el alto, riendo un poco.
"Hubiésemos empezado por ahí." Pablo ríe, dejando caer alguno de sus bucles cerca de sus ojos. El sol que entra por la vidriera los ilumina, tiñendo sus cabellos color miel. El cliente lo observa en silencio, admirando el cuadro frente a él.
"Entonces sabiendo eso, confío plenamente en tu criterio para dejarme como un buen hijo." El hombre apuesto se aproxima al mostrador y comienza a mirar las opciones de precios. Apunta con el dedo un bouquet del menú plastificado y asiente. "Este, pero con las flores que a vos te parezcan más lindas."
Pablo se aproxima y gira el menú para chequear. "Bárbaro ¿tenés una idea de los colores favoritos de tu mamá?"
"Eh..." El mayor levanta sus cejas. "Le gusta mucho las tonalidades de violeta o lila."
"¡Perfecto! A ver, déjame ver..."
Pablo se mueve dentro de las estanterías en el fondo eligiendo las flores que serán adecuadas para armar un bello ramo. Las elije con criterio, incluyendo algo de follaje verde para completar. Reúne el ramo luego de un rato deliberando y se aproxima al mostrador nuevamente, sosteniéndolo entre sus manos. Las manos del dueño se elevan, mostrándole más de cerca al cliente su creación. "¿Te gusta?"
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Las flores de zarzamora (Aimar x Scaloni)
Fiksi PenggemarPablo tiene una florería y cada vez que se acerca San Valentín, su negocio explota con pedidos. Un día comienza a recibir regalos de un admirador anónimo.