Capítulo 7

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"Dejaré mi corazón en la puerta. No diré una palabra..."
"Entonces, ¿por qué no solo fingimos que no nos asusta lo que está por venir? ¿O que tememos habernos quedado sin nada?"

-All I Ask, por Adele.

No recordaba el momento en el que se quedó dormido.
Toda la semana había sido agotadora.
Esas mañanas donde era el encargado de cuidar a un grupo de niños entre seis y diez años con exceso de energía, hacían que se contagiara de ese exceso también, mismo que elevaba sus estado físico y mental haciendo sus días más agradables.

Los nenes se mostraban muy animados, extrovertidos y algo ocurrentes, pero sobre todo, demandantes de atención. Lionel debía mantener sus cinco sentidos alerta pues en cualquier momento tenia a un grupo de vocecitas junto a él diciendo "¡Entrenador Leo, Henry, está aventando tierra a los del otro equipo!".

En sus pocos días de entrenamiento, sus alumnos lo obedecían tal cual. Pues podía ser paciente y divertido con todos, pero cada que la situación lo ameritaba hacía uso de una voz gruesa y potente, obteniendo la atención de todos los pequeños sobre de él.

Ahora toda esa energía utilizada, en conjunto a la usada en el restaurante, le estaba tomando factura la madrugada de un sábado.

Lograron despertarlo varias voces provenientes de la sala, no recordaba haber dejado la televisión encendida.
El sueño en su sistema trataba de irse disipando poco a poco, pero su habitación estaba más oscura de lo normal, siendo iluminada por la poca luz de luna que entraba por su ventana a su lado, misma que no era de mucha ayuda.

Quería levantarse, tomar algo con que defenderse e ir a verificar aquel alboroto fuera del cuarto, pero sentía dolor en todo su cuerpo al siquiera enderezarse un poco en la cama.

Sus nervios se pusieron de punta cuando las voces cesaron y lo único que se escuchaban eran pesados pasos que se dirigían a su habitación. No sabía si quedarse en su lugar o vencer el punzante dolor y enfrentar lo que sea que entraría por aquella puerta, pero el frío y pesadez incrementando en su cuerpo era como si él mismo le dijera que no era momento de hacerla del valiente y se quedara en su lugar, cosa que en nada ayudaba a su corazón que ahora comenzaba a acelerarse.

Respiró profundo y volvió a cerrar sus ojos como última opción.

Las pisadas también cesaron. Dándole paso a su estridente bombeo de su corazón, siendo opacado por el sonido de la puerta abriéndose, siguiendo de un sepulcral silencio. No había pisadas, ni susurros, solamente el continuo golpeteo en su pecho era lo que lo mantenía consiente de la situación.

Se mantuvo así por unos minutos hasta poder escuchar algo, pero un escalofrío recorrió toda su espalda al sentir un nuevo peso en su cama haciéndolo caer en los brazos de la curiosidad y abrir lentamente uno de sus ojos. No veía nada, pero sabía que algo estaba junto a él. Los cerró de nuevo, creyendo que era algún producto de su imaginación y del mal sueño.

Con una voz rota, esa que se escucha antes de llorar, le resonó demasiado fuerte en cada espacio de su cabeza.—Leo, te juro que lo intenté. Intenté demasiado no acabar así.—Todo sentimiento por el que había pasado antes se había intensificado. ¿Qué puta mierda estaba pasando? ¿Qué había hecho mal en su semana para acabar en esto? —Ahora debes pensar que soy un puto egoísta. Siempre lo pensaste así de mi, ¿no?—Su voz era más lúgubre y borrosa, como si su mente trabajara demasiado en procesar aquella voz que escuchó por tanto tiempo.

Su cuerpo se tensó aún más al sentir como una cálida mano se posicionaba en su cabeza y el dueño de esa voz se inclinaba hacia su oreja.—Yo no tuve la culpa, sábelo.—salió en un murmuro, un murmuro que le dió la valentía de levantarse de golpe.

Mi pequeño Versalles || Guillermo Ochoa x Lionel MessiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora