"Si mueres, me acostaré pegado a ti y ahí me quedaré hasta el fin, sin comer ni beber; te pudrirás entre mis brazos y te amaré carroña: pues no se ama nada si no se ama todo".
_Jean Paul Sartre
| El diablo y el buen Dios.______________________________
Tomó sus manos entre las suyas mientras le escuchaba respirar con dificultad. Sus ojos hundidos lo buscaban en la densa neblina que cubría sus pupilas, las lágrimas corrían por los surcos de una piel áspera que perdió su elasticidad por la enfermedad que la consumía. Ella tomó conciencia de su presencia al sentir esas cálidas manos aferrarse a las suyas con fuerza. Él estaba ahí hacía días, tal vez serían meses pero ya no
— Puedes ser libre. Libre de mí, de esta agonía que me arrastra. No quiero arrastrarte aún más hondo a este infierno en que se convierte mi vida.
Él negó.
Suspiraba dejando que su aliento se esparciera alrededor de Thrud mientras jugueteaba con sus grandes manos ¡Que pequeño se sentía al lado de ella! Y aún así no podía imaginarse sin esa dama de apariencia feroz. Thrud tuvo un chispazo en su memoria , recordó que la noche antes de estar frente a frente este hombre tuvo una fiesta salvaje justo en esa sala y lo supo cuando vio las chicas que corrieron fuera de la habitación casi desnudas, Raiden Tameemon era un tipo libertino y sin duda porque se sentía vacío al igual que ella. Ese encuentro marcó un antes y un después de la vida de ambos, él no dudó en rodearla en un fuerte abrazo y dejar atrás las fiestas; ella vivía resignada a la soledad por ser "robusta" y comenzó una vida a su lado marcada por las alegrías que él daba.
—¿A dónde iré son tí Thrud? Tú eres mi fortaleza, la mujer de mi vida.Raiden Tameemon admiró el cuerpo de la gigante figura que en alguna época era de una vista soberbia y a la vez hermosa, supo de inmediato que una vez unidos ya nada sería igual. Recordó todos esos años en que andaban juntos de la mano siendo admirados por la diferencia de tamaños; para él las mujeres como Thrud generaban respeto y a él le gustaba el respeto, orgulloso presumir que tenía una mujer de semejante talla.
— Thrud. Mi vida. Mi amor. Mi todo. No me digas que te deje recuerda que juramos hasta que la muerte nos separe.Sus pupilas se ensancharon cuando un rictus de terror recorrió las facciones de Thrud desapareciendo paulatinamente.
Se relajó y apartó su vista de él para clavarla en la nada. Escuchó el sonido de unas garras rasguñando afuera. Veía sombras. Sus sentidos estaban alterados por las drogas o eso paliativas que le administraban o eso quería pensar: tal vez había alguien más ahí ¿Quien más sería? Solo existía alguien que la busca con esa insistencia desde el día en que llegó al hospital víctima de un agudo dolor estomacal.— Te escucho tocar la ventana.
No falta mucho ¿No es así? Buscas verme derrotada en mi lecho de muerte. Buscas ver al amor de mi vida con el corazón roto en sus manos. Sé que eres tú maldita perra quien viene a regodearse de mi sufrimiento. Pero te vas a quedar con las ganas, soy una Valkiria a la que no verás vencida. Te juro que cuando dé mi último aliento me iré con la frente en alto y sentirás el orgullo de mi puño buscar tu cara.Balbuceaba en lo que parecía un rezo, de su boca no salía su voz solo movía los labios. Raiden Tameemon apretó contra sus labios la mano fría de Thrud. Sus ojos se apretaron con fuerza tratando que el llanto no escapara de su pecho. Sus fuerzas en ese momento se volvían en nada. Sintió que la puerta se abrió en un rechinido suave. Alguien entró, pudo escuchar esos tacones tratar de hacer el mínimo ruido por respeto..
—¿Raiden Tameemon?— Brunilda.
Su voz retumbó quebrada desde la garganta, era ese llanto mudo que solo los hombres de la vieja escuela conocen y que por costumbre usaban toda de su fuerza de voluntad para no sucumbir a él. Desde el principio de los tiempos si algún depredador se veía débil de inmediato se convertiría en presa, pero justo ahora ante la mayor de las Valkirias el cuerpo de él se encorbaba y se notaba que perdía cabello dejando agujeros en lo que antes fue una bonita melena, adivinaba que las ojeras se oscurecieron más por la falta de sueño.
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Polvo En El Viento
FanfictionRaiden está inconsolable, Thrud debe morir en el cielo para encarnar en la Tierra y él no lo acepta.