Encerrado en el estrecho baño del lugar, el rubio de ojos carmesí se observó una vez más frente al espejo y se repitió internamente que no le importaba la opinión de los demás y que todos podían irse al carajo, pues él sabía quién era, y eso debía ser suficiente.
Sin embargo, esas palabras no quitaban el hecho de sentirse realmente como la mierda, pues él era consciente de que lo que se desarrollaba fuera de aquellas estrechas cuatro paredes le estaba afectando incluso mucho más de lo que alguna vez pudo llegar a imaginarse.
Sus manos estrecharon con torpeza la corbata que no conseguía posicionar correctamente en su cuello, y mientras sus dientes chirriaban producto del roce, sus ojos se cerraron con fuerza al intentar contener todas sus lágrimas.
Y es que él no quería llorar...
No en tales condiciones.
La llave del lavamanos se abrió y el hombre de elegante traje se lavó las manos por cuarta vez sin sentido aparente. Internamente, la lucha que se desarrollaba en su mente lo estaba consumiendo, pero nadie debía ser capaz de notar que sus palmas aún se sentían sucias, pues ello sería darle la razón a cualquiera que señalara que sus manos estaban manchadas con sangre.
La ansiedad lo carcomía. Sus palmas ardían más que cuando tronaba sus explosiones sin parar. Y la paz mental se le desvanecía como el humo que desprendían sus manos cuando la nitroglicerina era consumida.
Gotas de agua salpicaban con brusquedad producto del nervioso y torpe lavado de manos, provocando irremediablemente el ensuciar el espejo y humedecer el traje de color negro, la camisa color blanco y la corbata. Todo como reflejo del desastre de emociones que se le desbordaban.
Katsuki Bakugō se dio cuenta entonces que sufría un golpe de calor, y sólo cuando decidió mojar su rostro con agua pudo darse una verdadera pausa al sentir el frescor de las gotas heladas sobre su piel...
Hasta que esa pausa fue interrumpida por un golpeteo suave de la puerta.
—Bakugō, ¿Estás ahí?
El entrecejo del rubio se frunció rápidamente producto del cuestionamiento, pues había sido el mismo pelirrojo quien dijo que lo esperaría afuera sin prisas para que ambos pudieran hacer acto de presencia juntos al ingresar al salón principal.
El hombre volvió a mirarse frente al espejo tomando lentamente la toalla de mano del baño para restregarse el rostro y animarse brevemente para salir de aquel lugar, enfrentando así su nueva y compleja vida.
La puerta se abrió tan lentamente como las recientes acciones que el rubio realizaba durante los últimos días, permitiéndole notar los rostros molestos e indignados de la gente que le observaba salir de aquella zona segura que representaba el baño.
—No tengo un jodido don que permita que me teletransporte desde aquí a mi sofá.
Su tono de voz fue más cínico de lo que había esperado, pero fue suficiente como para rehuir de las miradas de aquellos que se encontraban a su alrededor y no tenían las agallas para enfrentarle y exigir su versión de los hechos;
la única verdad que existía frente a los hechos.
Eijirō Kirishima contuvo por un momento su respiración para no reaccionar frente a la respuesta de su amigo, y es que definitivamente aquel no era el momento para empeorar con un mal comentario la situación del sujeto que era el protagonista de la escena, a pesar de que nadie realmente deseaba que lo fuera.
Eso Kirishima podría asegurarlo sin titubear, pues quizá había sido el único en notar que si Bakugō aún no se apartaba de aquel lugar era porque él aún necesitaba hacer algo importante allí; él aún deseaba hacer algo en aquella solemne ceremonia que a duras penas consiguió organizar, y ello lo confirmaría la mano derecha del rubio que aún se mantenía en el bolsillo de su pantalón y que nada lo hacía apartarse de ahí.
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𝐑𝐞𝐦𝐚𝐢𝐧𝐬 𝐎𝐟 𝐇𝐞𝐫𝐨𝐢𝐬𝐦 [𝗕𝗮𝗸𝘂𝗴𝗼̄ 𝗞𝗮𝘁𝘀𝘂𝗸𝗶 𝘅 𝗢𝗖]
FanficForzado a actuar como un vigilante, Katsuki Bakugō trabaja a contrarreloj para esclarecer los hechos que lo han llevado a este punto. Ella fue un testigo clave, pero debe recabar suficientes pruebas para limpiar el nombre de aquel héroe que fue desp...