8. Tercero

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🔞ADVERTENCIA DE CONTENIDO EXPLÍCITO RELACIONADO A MUERTES DOLOROSAS Y TORTURA🔞

Ebullición: Una pena capital en Inglaterra en los años 1485 a 1603. Se llenaba una caldera con agua, aceite, sebo o incluso plomo fundido y se sumergía a la víctima antes de que el líquido se calentara o justo cuando hervía. Las personas que cometían delitos innombrables eran metidos de cabeza a la caldera. Otra razón por la que esta ejecución era usada en la Mongolia medieval, fue para no derramar la sangre de sus líderes condenados y evitar que sufrieran una afrenta.

Un mes después...

Para Patricio, fue imposible encontrar un caldero para su siguiente movimiento, pero consiguió una tina de plástico de segunda mano, le costó $300, además de un calentador de agua eléctrico por el mismo precio. Una inversión que le habían costado la mitad de sus ahorros, pero valiosa teniendo en cuenta sus propósitos.

Para matar a Carlos, no necesitaba de un plan muy bien pensado ni de ninguno estrategia. Únicamente ocupaba paciencia, fuerza bruta y cero compasión. Resulta que Carlos, al salir de la cárcel no tenía a dónde ir, pues no era bienvenido con ninguno de sus familiares, así que estaba rentando un departamento sencillo, donde vivía sólo y no recibía visitas de ningún tipo. Las circunstancias perfectas para asesinar, nadie notaría el cuerpo hasta que empezara a apestar debido a la putrefacción. Ahí lo dejaría pudriéndose una vez muerto, no planeaba arrastrarlo por las calles hasta encontrar donde ocultarlo.

Mientras lo acosaba, descubrió muchos detalles que le favorecerían a la hora de cazarlo, llegaba a casa de un auto-lavado (que era su miserable trabajo) a las 8 P.M, no iba a ningún otro lugar, solo estaba en su casa y en el trabajo todos los días. Además, descubrió que hay una copia de la llave de su departamento en algún lugar, sabía qué existía porque vigilaba a Carlos en el momento que duplicó sus llaves, solo faltaba saber en qué lugar estaba.

Esta vez, decidió atacar durante la madrugada, dieron la 1:00 A.M y salió de su casa, esta vez en el auto de su padre, asegurándose de tapar las placas con cinta negra aislante y guardó todo lo que usaría en la cajuela.

Al llegar a su destino, nuevamente tuvo esa sensación de adrenalina incontrolable. Quería correr, derribar la puerta del departamento y matar a cuchilladas a Carlos, la sola idea lo excitaba al imaginar cómo le arrancaba a su victima los ojos con un cuchillo de cocina, le causó una momentánea ereccion al ver en su mente las sangre escurriendo en la cara de Carlos.

Se despabiló de su trance y se centró en lo que tenía que hacer, encontrar la copia, debía de estar en algún lado (eso claro, si es que Carlos sabe el propósito de tener una llave de emergencia). Buscó debajo del tapete de bienvenida frente a la puerta, nada. Vació la tierra de una pequeña maceta que tenía una planta seca, nada. Buscó irregularidades en el césped del patio, alguna marca que haga identificar el escondite, era lo más inútil que había hecho hasta ese momento para encontrar la llave.

Estaba por rendirse, se sentó delante de la puerta del departamento y miró con detenimiento el tapete de bienvenida, era simple, es redundante mencionar que tenía impresa la palabra BIENVENIDOS, parecía no tener nada de interesante hasta que lo volteó y notó una pequeña abertura, por curiosidad metió la mano ahí y sintió la textura metálica que buscaba, con cuidado sacó el contenido y era la llave.

Inteligente, no se trata de ocultarla debajo del tapete... Se trata de ocultarla EN el tapete... pensó. Giró la llave en el cerrojo y abrió la puerta con cuidado, regresó al auto y sacó de la cajuela la tina de plástico que había adquirido. Al entrar al departamento, volvió a cerrar la casa con llave. Estaba completamente solo en la oscuridad de la vivienda con su prisionero.

Cazar sin ser cazado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora