14. Bicho

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Sin duda una buena entrada para llamar la atención de todos.

Con nosotros se encuentra el futuro rey Bakugo—o tal vez ya lo es y no lo sé, pues no veo alguna señal de una corona en su cabeza—, conocido como rubio explosivo.

—¿Alguna noticia, cargador?—le dice a rayito.

El nombrado se ordena su moño del cuello después de tremendo golpe recibido.

—Me temo que solo rumores, alteza.

—Buenos días para ti también, alteza—objeta Mina, remarcando la última palabra.

Bakugo reposa su mirada en Mina después en Kirishima y por último en mi.

Sin duda su mirada es intimidante que no puedo sostenérsela, y más sabiendo que estoy invadiendo su hogar, su habitación y hasta su desayuno.

Estoy viendo el plato que tengo enfrente, es un cóctel de frutas, se ve riquísimo. Algunas frutas no las he visto pero si están en mi plato supongo es porque no me harán daño, no como para querer envenenarme.

—¿Qué hace ese bicho aquí?—me señala y comienza a acercarse a la mesa. Posa sus nudillos en ella y juro que me está mirando, siento su mirada.

—Tranquilo, Bakugo. Ella va a desayunar con nosotros.—interviene Kirishima.

—Dije que la quería fuera de mi vista si se quedaba.

—Ya, ya—emite Mina—. Dejemos ese tema a un lado y mejor dime, ¿cómo se le ve el vestido a Najuny?

Volteo a ver a Mina después de haber soltado ese comentario.

El explosivo también le mira, pero es una mirada asesina, cualquiera que le vea podría salir corriendo o empezar a rezarle a los dioses por tu vida.

—Se ve sexy ¿no?—dice, echándole más leña al fuego.

Dirige una fruta rosada con el tenedor a su boca pero antes de haber llegado el explosivo se lo quita y lo clava en un plátano, uno que está dentro de un frutero. Con tono seco dice:

—Los de su especie nos están declarando la guerra, Ashido—me mira y sin despegarla le hace una pregunta a su sirviente—. ¿Cuáles son las nuevas, Kaminari?

Kaminari—conocido como rayito— se aclara la garganta y da un paso hacia delante con sus manos puestas detrás de él.

—Han encontrado cómo entrar a Tezuma, si la corona no es entregada vendrán por las malas a por ella.

—Es imposible, nadie sabe como entrar.—declara kiri.

—Nadie sabe—afirma Bakugo—. Nadie excepto esta cosa—me sigue mirando,  yo después de tanto enfoco la mirada a ese tenedor que está en el plátano.

—¿Insinúas que Najuny les dijo cómo entrar?—cuestiona Mina.

—Es imposible, ella ha estado con nosotros todo este tiempo.—responde Kiri.

—Si no es ella, ¿entonces quién? Tú viste lo que contenía esa libreta.

—Lo vi pero ella nos dijo que no tenía idea de eso.

—Y tú le crees.

—Ni siquiera tenía la idea de que era un bass y ¿ahora le culpas? ¿Así es como seduces a una chica?—cuestiona Mina.

—¿Por qué se ponen en mi contra?

—La libreta me la dió mi padre—admito—. Y ya te lo había dicho.

—Eres la única humana en este lugar, la única entre todos los lidianos, si no eres tú—se separa de la mesa haciendo mover su majestuosa capa—. Entonces hay un traidor entre nosotros.

—¿Por qué querríamos causar una guerra?—pregunta Kiri.

—Aquí la pregunta es ¿Por qué el padre de este bicho tiene esa información? ¿Cómo es que la consiguió? ¿Acaso no fue él el que les dijo en donde nos situamos?

—¿Cómo puede un muerto decirles eso?—respondo al rubio.

—Puede que les haya dicho antes de su muerte.

—No tengo idea de porqué es que tiene todo eso en la libreta, lo que sí sé es que era una persona muy curiosa y analizaba a detalle cada cosa que se moviera. Nunca tuve una buena platica con él desde que mi madre murió así que no puedo decirte de donde saco todo eso, siempre se la pasaba trabajando en el reino, si les hubiera dicho las coordenadas ¿no crees que ya estarían aquí desde hace tiempo?

No mentía.

Casi nunca tenía una buena platica con mi padre y cuando por fin hablábamos era sólo por discusión, nunca me dejaba salir o ir al reino.

Después de enterarme por Dabi de los rumores que corrían por el pueblo, imagino que es la razón por cuál nunca me dejaba salir mi padre.

Me protegía de todo eso y a final de cuentas, antes de partir me dio algo que era muy valioso para él y que también no sé cómo es que lo consiguió.

—Alguna conexión o algo qué haya tenido tu padre para que pudiera tener eso.

—Tal vez entró sin que nos diéramos cuenta y recolectó toda esa información.—dice Kiri.

—Lo habría visto—asume Bakugo.—¿Qué me dices de tu madre? Tal vez ella también tuvo algo que ver.

—No la conocí, murió cuando era chica en la guerra que tuvo con ustedes.

—Sin duda la pusimos en su lugar.

—¿Disculpa?

—Fue muy torpe en pensar que saldría viva de ahí.

Me paro de mi lugar haciendo que la silla se arrastre hacia atrás con brusquedad, pongo mis manos en la mesa generando un golpe en ella, uno muy fuerte que hasta mis manos me dolieron.

El plátano con el tenedor se movió y los cubiertos resonaron tras el acto.

Todos las miradas se posaron en mí pero yo solo lo veía a él. Sin desviar la mirada como antes, más bien ahora es una mirada firme y segura.

No entiendo de dónde saqué tanta valentía para mirarle así, sin titubeo.

Su comentario se ha pasado de la raya.

—Retira tus palabras, ahora.—ordeno.

Puede hablarles tan descaradamente a sus amigos o sirvientes pero conmigo no, y aquí hay que ponerle un limite.

Que sea un presidente, un rey o una autoridad superior no significa que pueda hablar como se le dé la regalada gana de alguien.

Un título no te hace ni más ni menos.

Después de todo al final del juego el rey y el peón van a la misma caja.

—Mejor tú retírate de aquí, bicho.

—Mi madre fue la mejor arquera de todo el palacio, fue la que lideró a una tropa de arqueros, una mujer fuerte y admirable, si murió fue honorablemente así que no voy a permitir que un simplon insolente que se la pasa jugando a ser rey, porque eso es lo que eres ,le insulte. Así que si me disculpan—salgo de la mesa y me dirijo a la puerta sin ver que caras hicieron, sólo los ignoré—. Me retiro, gracias por la vestimenta Mina y gracias por apoyarme Kiri.

—Najuny no...—interviene Mina.

—Con permiso.—terminé diciendo y salgo de ahí, sin mirar atrás, sin esperar que respondan.

Puedo ser de todo, una egoísta, problemática, integra,mentirosa, egocéntrica, traidora... pero sé cuándo dar las gracias y pedir perdón.

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Al final del juego el rey y el peón van a la misma caja— Seas alto, pequeño, bonito, flaco, gordito da igual. Todos tienen el mismo destino: La muerte.

Dulces traiciones  (Katsuki Bakugo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora