Entre Desayunos y esperanzas

284 64 280
                                    

Freyja había manejado durante una media hora con dirección al hogar de la mujer que iba plácidamente dormida a su lado, le daba esporádicas miradas, enfocándose en como su pecho se movía de arriba para abajo con su respirar, se veía tranquila a comparación del miedo que ella le infundio cuando apareció de la nada. Sabía que la había asustado y más al haberla amenazado con su espada, fue un reflejo, ya que habían pasado siglos desde su última visita al Midgard y de haber visto a un humano...fuera de los Einhenjers.

Observaba como todo lo que conocía de antes había cambiado, ya no era la época de antaño, quedaban pocos bosques, un limitado contacto con la naturaleza, mucha contaminación visual con todas las luces que coloreaban las calles por las que iba pasando.

—Todo es tan diferente. —Era la triste voz de Trjegul desde el asiento trasero, que veía a través de la ventana parado en sus dos patas traseras.

—Los humanos olvidaron la conexión con sus ancestros y a la naturaleza hermano, eso lo supimos hace siglos. —respondía con cierta melancolía Bygul.

La diosa fruncia el ceño recordando todo lo que había visto en la mente de la chica, aquel conocimiento absorbido a través del beso que le dio en su frente, asimilando todo lo necesario para poder entender esta nueva era de máquinas y dinero.

—Evolucionaron, se alejaron de las antiguas tradiciones. Muy pocos humanos, como a ella, les importa aún las costumbres y el cuidado del Midgard. — comentaba la imponente mujer.

—Los dioses los deberían de castigar, ¡descuidaron el regalo que les dio el padre de todo!

—El señor Odín solo quería ver a los humanos felices y tranquilos, Thor siempre busco protegerlos de todo, igual yo. Ellos son muy especiales para nosotros...pero fuimos egocéntricos, por nuestra culpa...nos comenzaron a olvidar.

La voz de Freyja era tranquila, sin embargo, sus dos acompañantes notaron la melancolía en sus vocablos, ellos entendían que todo esto acongojaba a su ama, se sentía culpable de lo que había pasado con su pueblo durante la evangelización escandinava. Ella no logro defender ese grupo de mujeres que pedía su apoyo, la frustración de la deidad era latente en su corazón. Quería enmendar el pasado.

Al haber tocado el circulo cuando fue invocada y las carcomidas paredes del recinto, pudo ver lo que sucedió hace siglos; el ultraje de sus amadas seguidoras pesaba en su ser y de todo ese recuerdo había recuperado un nombre, Grommson.

Llegando al departamento de Sigrid, se veía que estaba vacío, no había ni una luz ni señales de la otra chica que había visto Freyja que vivía con aquella doctora de animales, se estacionaba y bajaba del vehículo para dejar salir a sus gatos y de ahí abrir la puerta del copiloto, donde observaba que la humana seguía aún muy dormida.

«Es muy hermosa.»

Observaba como la piel de Sigrid pareciese que brillará con la luz de la luna, aquel cabello azabache, le recordaba al manto nocturno sobre el cielo noruego, algo la hacía querer proteger a esa chica, se sentía atraída por ella.

La tomaba entre sus brazos cargándola mientras que con solo un movimiento de cabeza el carro se desvanecía en la oscuridad, como si hubiera sido absorbido por la penumbra.

Se movían detrás de su ama los gatos, mientras que abría la puerta con otro movimiento de su testa y subía hacia el cuarto piso donde estaba el departamento número cuarenta y cuatro, el cual de la misma manera que la entrada del zaguán, lo abrían con su magia.

Al entrar Freyja observaba estantes llenos de libros sobre medicina animal, un aparato que reconocía como un televisor, visto en las memorias de Sigrid, sillones, y una mesa de madera en la sala. Lo que captaba su atención era una figurilla de una Valquiria en medio, parecía estar hecha de porcelana, le daba cierta nostalgia.

A través del mito l: La Bendición de FreyjaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora