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EL AMBIENTE DEL LUGAR SE SENTÍA EXTRAÑO Y CARGADO DE NERVIOSISMO a causa del repentino encuentro entre la castaña y el azabache. Frente a Elizabeth yacía un smoothie de mango con crema en la parte superior, en cambio, frente a Damian había un café negro cargado. La cafetería estaba algo despejada, a parte de ellos habían cuatro parejas y dos personas solas distribuidas por las mesas del lugar.
Elizabeth se encontraba sumergida en sus pensamientos con una postura que demostraba timidez. Cabizbaja miraba su pedido mientras lo revolvía con el popote, era difícil mirar al hombre sin sentirse pequeñita y débil ante tanta masculinidad imponente.
Estaba tentada a mirarlo aunque sea de reojo así que reunió toda la valentía que tenía y alzó solo la vista topándose con los ojos llenos de curiosidad y una pequeña sonrisa. Se sonrojó al verse atrapada en el acto.
Damian analizaba detenidamente a la latina que miraba el smoothie como si fuera lo más interesante del mundo. Ahora que la tenía frente a él podría mirarla y memorizar las características que ella poseía. El cabello castaño lo llevaba atado con un pinza de accesorio en una extraña cola mientras que de sus orejas caían unos pendientes de girasol de material sencillo. Los labios de la joven tenía una forma de corazón pero no eran gruesos y los ojos saltones le brindaban mas belleza al rostro de la muchacha. Se percató que era delgada y baja.
—Soy Damian Wayne —Obtuvo por primera vez desde que llegaron a la cafetería la total atención de la joven.
—Elizabeth Castro pero eso usted ya lo sabia —rió producto de los nervios para luego darle un pequeño sorbo a su batido.
¿De qué podían hablar? Se preguntaba la de ojos chocolate. Sentía que no tenían nada en común.
Estaba nerviosa y el hombre frente a ella no parecía estar igual que ella. Mostraba una perfecta y diminuta sonrisa que le generaba un cosquilleo en el estómago. No lo iba a negar, el tipo es guapo; la tez morena y aquella sonrisa le brindaban un aura mas masculina y sensual.
Elizabeth se quería morir ahí mismo.
Ella no llevaba sus mejores ropas. El jeans negro con abertura en las rodillas de brindaba un aspecto achiquillado, las converse piratas de color blanco -Ya no eran tan blancas- y el sweater de lana verde musgo la hacían sentir pobretona al lado del hombre que vestía ropa cara. Demonios, ni siquiera había visto la etiqueta de alguna prenda y ya sabia de Damian Wayne seguramente vestía marcas de alta costura.
Ella no era nada a su lado.
Por otro lado, el joven heredero de la liga de los asesinos se sentía asustado y nervioso aunque no lo aparentaba. Sabía que su presencia intimidaba a su destinada, el lenguaje corporal de esta la delataba, pero no sabía que hacer ni que decir. Era su primera vez en una situación como esa. Si, en el pasado había tenido algo con su compañera de equipo Raven pero no había funcionado gracias a que ambos estaban sumergidos en las sombras de sus actos y según la bruja cargaban con demasiada oscuridad como para ser una pareja, Damian no le dio vuelta al asunto y decidió cerrar el asunto.