capítulo ocho

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Después de instalarme en la casa de Gao, lo ayudé a cocinar. Es lo mínimo que podía hacer después de la amibilidad que me había ofrecido, estábamos preparándonos carne para la cena, mientras hablábamos tranquilamente.

—Muchas gracias por traerme aquí Gao, de verdad, no te hubieras molestado. —Exclamé, terminando de comer. —Es muy lindo de tu parte. 

Gao sonrió terminando de masticar, colocando su mano encima de la mía encogiéndose de hombros, yo sonreí por su amabalidad.

—Sabes que te amo ___, jamás podría dejarte sola. —Exclamó. —Aparte viviendo solo, sabes que es muy bueno tener compañía. 

—Sí pero yo la amo más.

Rodeé los ojos sonriendo, Garu estaba en frente de nosotros también con su plato de carne comiendo, mirándonos con mala cara.

—Garu, es la quinta vez que te dije que peleamos por lo mismo, Gao es un amigo, y no tienes porque sentir celos, eso es todo. 

Se paró colocándose en medio de nosotros, dejando su plato a lado, me abrazó por los hombros, mirando mal a Gao quien no se imnutó en lo más mínimo, solamente veía indiferente a Garu terminando de comer, sonrió ofreciéndole, él se negó seco.

—¿Por qué? Estoy marcando territorio, es todo.

Fruncí el ceño disgustada por su comentario tan machista y de tan mal gusto.

—¿No quieres orinarme también?

Garu estaba dispuesto a bajarse el pantalón, pero antes que hiciera eso le proporcioné un puñetazo, evitando que hiciera algo tan imprudente.

—Yo también lo haría la verdad.

Al escuchar la confesión de Gao, alcé mi brazo para darle un puñetazo también, pero este retrocedió sonriendo nervioso, afirmando que era una broma, yo lentamente lo bajé, aún mirándolo mal, Garu se sostenía la nariz, quejándose un poco.

—¿Por qué todos me golpean la nariz?

Preguntó altamente ofendido, se miró al espejo comprobando que no se la había roto, pero cuando vio que no, volteó notablemente enojado, a lo que yo solamente lo miré sonriendo inocente.

—Si dejas de decir estúpideces, no habrá golpes, así de sencillo y fácil. —Sonreí inocente. —No me mires así, te estoy diciendo la verdad.

Le di palmadas en la cabeza como si fuera un perro, rodó los ojos y se sentó en el sillón, cruzado de brazos, yo nisiquiera le presté atención a su notable berrinche, me senté en la mesa dándome cuenta de la hora, ya teníamos que ir a dormir.

—Son las 11 de la noche y tenemos que dormir.

—¿Puedo dormir en la sala? —Tomé de la mano a Garu, llevándolo a la puerta, lo besé fuzgamente y cerré la puerta. —Buenas noches Garu.

Escuché por la otra puerta, sonreí por aquello, y me volteé, observé que Gao me miraba divertido cruzado de brazos, sonriendo apoyado en la pared, enarqué una ceja preguntando que hacía apoyado sin camisa mirándome así, él dijo que estaba en su casa y podía hacer lo que quiera, me encogí de hombros. A la mañana siguiente, desperté, caminé descalza hasta la cocina con el cabello seguramente horrible.

—Buenos días. 

Cuando dijo eso, proporcioné un puñetazo, me asusté cuando vi que le había dado uno a Stephanie, me asusté ayudándola, le pregunté que hacía ahí tan temprano y me dijo que 

Me coloqué la mano en el pecho recuperándome del susto. 

—¿Dónde está Gao?

—Todavía duerme, salí del cuarto directo acá para preparar la  comida.

La vi fruncir el ceño notablemente arrugando las cejas, enojada, no entendía el porque.

—¿Dormiste con Gao?

—Sí, es decir, no, me refiero a que él tiene un colchón extra y ahí dormí.

Ella no me creyó, la conozco, se muerde el labio cuando no lo hace, iba a reclamar pero llegó Garu con una funda de fideos.

—Buenos días preciosa.

Ignoré a Stephanie, y fui directo a saludar a Garu, enredando mis brazos en su cuello dándole un beso sonriendo.

—Hola Garu. —Saludó Stephanie con una sonrisa. —¿Cómo dormiste?

Garu solamente saludó con un asentimiento de cabeza, no le respondió y se sentó a comer su desayuno, ignorando completamente a Stephanie, quien vi que se frustó porque apretó sus puños. Gao salió bostezando, estirándose.

—No me dijiste que habría tanta gente. —Exclamó ladeando la cabeza. —Me hubiera quedado en mi cuarto durmiendo. 

—¿Dormiste así con ____? —Garu me miró enarcando una ceja, yo le expliqué lo que le había dicho a Stephanie, y este, me creyó. —Bueno.

—Sí, lo sé, yo también pensaba en matarla. —Dijo Stephanie, sin expresión alguna. —¿Qué? Estoy bromeando. 

Su oración me dio un escalofrío, lo había dicho con tanta normalidad que me había asustado. Asentí sin decir nada y comenzamos a desayunar. Terminé de comer, para luego levantarme e irme a arreglar, sin quitarme la idea de todo lo de Stephanie.

En la bañera, mientras sentía el agua correr mi cuerpo tenía todo mezclado en mi cabeza, suspirando pegándome a la pared.

—¿Stephanie....sería capaz? —Susurré, ¿de verdad mi mejor amiga sería capaz de hacer eso? No, hemos sido mejores amigas desde pequeñas, ella jamás sería capaz, la conozco desde hace tiempo, siemrpe ha sido una persona dulce. 

Tantas personas que conozco, tantas cosas, me siento idiota porque siento que me veo ingenua en confiar en todos y de todo, pero es que he crecido con ellos y en Sooga siento que está mi familia, ¿cómo se supone que desconfíe de las manos que me han brindado ayuda? Salí de la bañera, secándome el cabello vestida, para luego ver a Gao salir.

—¡Gao! —Este volteó, y yo lo abracé sonriendo. —Gracias, por todo, te debo la vida. 

Él miró dulcemente, acariciándome el cabello, salí de la residencia. Iba camino a mi casa cuando sentí que me tomaban de la pierna jalándome a una esquina, comencé a patear defendiéndome.

—¿Quién eres?—Exclamé, acomodándome el cabello. —¡Suéltame!

—Deja de buscar pistas, no encontrarás nada.

Le pegué un puñetazo, enojada desde abajo, me paré para comenzar a correr pero él me tomó del cabello, enseguida aproveché para golpearlo en el estómago con mi pierna. Me pegó también un puñetazo. Comenzamos a pelear, me safé de un codazo y salí corriendo, pidiendo ayuda, pero nadie me hacía caso, Samantha, la niña pequeña me abrazó.

—¡Mira nada más como estás! —Estaba asustada ya que tenía golpes en el rostro y estaba sangrando. —¿Estás bien?

—Samantha, llama a tu mamá, hay alguien en este pueblo amenazando a las mujeres.

La persona salió corriendo, y fui atrás de él, para alcanzarlo, salté sobre la persona, forcejeando, le quité la máscara...

—¿Linguini?

Susurré, era uno de los chefs.


Un nuevo silencio [SEGUNDO LIBRO] [Garu y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora