Parte Única

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La familia de Mariana guarda un secreto desde hace siglos, y es que en su linaje llevan el deber de tomar el papel de cupido cada 14 de febrero.

Ese año la madre del castaño de gafas redondas le enseñaba como utilizar el arco y flechas que solo eran visibles a sus ojos. Por supuesto aún no era su turno de tomar esa posición, aún era muy joven y su criterio era pobre en cuanto de amor se hable.

Mariana con sus 16 años no ansiaba demasiado ese lugar. Ser cupido no era algo de lo que podía presumir con los demás, ni siquiera con sus mejores amigos. Pero cuando tomaba el arco sentía en sus manos el poder de cambiar la vida de las personas. Había visto como su madre lograba que dos personas que parecían odiarse terminaban enamoradas, felices. Él quería ahorrarse el trabajo de pensar quien debía ir con quien y disparar a todo el mundo. Sin embargo, su madre lo reganó.

—Hijo, esto no se trata de que dos personas se enamoren porque sí, lo que hacemos es juntar dos corazones que se pertenecen y dos almas que encajan a la perfección. No debe haber margen de error, ¿entiendes?

—Si má.

—Ese es mi chico, ahora vete, estamos a dos días de que tu madre tenga un largo día de trabajo.

El solo asintió y dejo el armamento en la habitación especial. Se cambió sus ropas por una cómoda pijama y se metió a su cama. Antes de dormir, sacó su teléfono para hablar con su mejor amigo como lo hacía cada noche.

"Qué pasa Marianaaa".

"Que te cuentas mien, mañana es lunes, que flojera".

"Al menos tú no tienes que hacer la tarea dos veces".

"¿Otra vez te dijo que hagas su tarea?".

"Pues si wey, ¿no viste que cuando me revelo el culero no me deja en paz?".

"Mañana le voy a hacer frente, no puede seguir así ese maldito".

"Ya déjalo Osvaldo, además, tú vas y él ya te da una y mil vueltas, mejor dime, ¿tú mamá hará galletas para este martes?".

"Tu solo me quieres por mi madre Roier, pero sí, llevare tus favoritas y las de los chicos".

"Gracias papi".

Pasaron la noche hablando y haciendo bromas hasta caer en los brazos de Morfeo.

En la escuela Extrim las decoraciones para celebrar el día de San Valentín ya estaban casi finalizadas. El coliseo, el patio principal y los corredores ya estaban adornados con globos, corazones y más. Ese lunes tocaba que los alumnos de cada grado decoren su aula de acuerdo a como habían acordado el fin de semana.

En el aula A de quinto año de secundaria podía verse a los chicos inflando globos de color rojo y blanco, y a las chicas preparando las cintas que se colgarían del techo.

—¡Escucha mi voz wey! ¡Parezco una puta ardilla! JAJAJA.

—¡Jingle bells, jingle bells!

—¡Yo también quiero pendejo!

—¡Espera tu turno Roier!

El grupo de cuatro conformado por un castaño, un cuatro ojos, un hibrido de pato y un chico de aspecto cadavérico no hacían más que gastar el helio de los globos para aspirarlos en su lugar y poder hablar con una tonalidad más aguda. La mayoría de la clase intentaba ignorarlos, pero eran tan ruidosos que llamaron a su maestro para que les diga algo.

—Chicos, si siguen así tendré que llevarlos a la dirección.

—Pero señor Pol —intentó quejarse Mariana.

San Valentin - Spiderbear Donde viven las historias. Descúbrelo ahora