Capitulo 27

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Al día siguiente ya había oscurecido cuando Francesca acababa de llegar a la mansión y se encerró en su despechado, pero antes le había pedido a Adriano que le dijera a Sofía que la esperaba en este.

Sofía acaba de salir de bañarse, se puso su pijama corto y cuando estaba dispuesta acostarse, alguien golpeo a la puerta y se dirigió abrirla

-Adriano ¿Cómo estás?- pregunto animada.

-Bien Sofi...¿tu como estas?- dijo el castaño con una amplia sonrisa.

-Bien ¿Necesitas algo?

-Yo no, pero Francesca te espera en su despacho.

Sofía expulsó un largo suspiro y asintió haciendo que Adriano se marchara. No tenía ansias de verla luego de lo que había dicho con respecto a su padre, le asustó la forma en la que había reaccionado Francesca al igual que sus palabras, sintió en ese momento que ella le haría algo u a su padre desde ese momento no había hablado con ella y quería evitarlo.

Le genero mucho ansiedad la duda de porque querría hablar con ella, con esa mujer nunca se podía estar segura de algo o pretender que todo estaba en calma, porque calma era lo último que sentía desde que puso un pie en la mansión de la mafiosa.

Se coloco sus zapatillas y bajo al despacho, se detuvo frente a la puerta y inhaló tratando de juntar fuerza y paciencia para lo que sea que se avecinara en ese momento.

Golpeo suavemente la puerta y se escuchó la áspera y fría voz de la castaña diciendo que pasara, abrió la puerta y pudo verla parada en la ventana viendo hacia al jardín, cerró la puerta y se acercó tímidamente hasta quedar un metro cerca de ella.

-¿Por qué me mandaste a llamar? - pregunto nerviosa.

-Tenemos que hablar de algo importante- dijo la castaña sentándose en un sofá e invitandola a la rubia a sentarse frente a ella.

- ¿Sobre qué? - se sentó frente a ella.

- De tu padre. - dijo mirándola de una forma que la rubia no supo como interpretar.

- Te escucho.

- Tú padre no me robo dinero...- Sofía la miraba tratando de entender, pero no la interrumpió- Pero si me saboteó un negocio en el cual yo había invertido 20 millones de dólares.

-¿Entonces....?

- Fui a hablar con tu padre y el me dijo que se metió con un prestamista peligroso y le advirtió que si no le pagaba iba hacerte daño a ti y a él...- Francesca se detuvo y bebió un largo sorbo de whiscky - y me pidió que te protegiera.

-¿ Y porque te pediría a ti que me protejas? - pregunto la rubia con el ceño fruncido porque no sabía a dónde iba todo esto.

- Porque soy su única opción además de dejar a la suerte sus vidas, por eso quiero hacer un trato contigo- Francesca saco de su bolsillo una pequeña caja de terciopelo y la dejo en la mesa de vidrio frente a la rubia.

Sofía tomó la cajita y la abrió dejando ver un anillo de oro con un diamante morado en forma de una flor, era precioso, pero no sabía a donde iba a todo esto y que pretendía ella o que traía entre manos.

- ¿Qué es esto Francesca?

- Un anillo ¿no es obvio?- respondió de manera fría y obvia.

-Ya lo se, pero ¿por que me lo estas dando?.

- El trato es yo ayudo a tu familia y tu me ayudas a mi, algo justo. - tomo otro largo sorbo de whiscky.

- ¿ Y como ayudarías a mi familia?

- Pagaré la deuda de tu padre con el prestamista, lo enviare lejos a rehabilitación por su adicción al juego y ... te protegeré a ti- dijo mirando a la rubia de una manera más suave.

- ¿Y tu que ganas con esto? ¿Tenerme a la fuerza? Ya que no pudiste conquistarme ¿Quieres controlarme? - dijo alterada la rubia provocandole una pequeña risa irónica a Francesca.

-Niña no eres el centro de mi atención, tengo mejores cosas por las cual preocuparme que ir detrás de alguien que cree en cuentos de hadas- la contrataco de una manera ¿dolida? ¿Enojada?

- ¿Entonces que?.

- Tal vez ya habrás visto que la prensa a comenzado a hablar mal de mi imagen porque no he decido casarme, algo totalmente estúpido para mi, pero de alguna afecta mi imagen empresarial. Así dime ¿aceptas o no? - pregunto impaciente ya que la paciencia no era una virtud que escondiera la castaña.

- ¿Ser tu esposa implica... bueno, t-tu ya sabes- pregunto tímida y asustada, pero la castaña entendió perfectamente a lo que se refería sacandole un largo suspiro.

-Sofía no haré nada de eso a menos que tu me dejes y quieras.- Sofía se sorprendió por las palabras de esta, pero más le sorprendió haber escuchado sinceridad en ella algo que la calmo totalmente.

- ¿Y si nunca quiero? - pregunto mordiéndose el labio.

-Si es así solo seras mi esposa de puertas para afuera, cuando debamos fingir para los demás ¿Algo mas que quieras saber?

-¿Cuanto tiempo durará nuestro matrimonio ?

- Unos meses hasta que todo se haya calmado y ahí... te libraras de mi.- Francesca sintió una pequeña punzada en su pecho, pero la ignoro y disimulo con una mirada fria.

-Acepto entonces. - dijo colocándose aquel anillo en forma de flor en su dedo anular.

Francesca asintió y se levantó dándole la espalda y mirando por la gran ventana que daba hacia el jardín.

- Nos cansaremos antes de navidad. Eso es todo, puedes irte.

-Hay algo más Francesca... - dijo en tono bajo, pero no demasiado para que la castaña la escuchara.

-¿Qué quieres? - pregunto con su voz dura e indiferente.

-Lo que dije aquella noche en la playa fue...

-Fue la verdad, era lo que realmente querías y esta bien- la interrumpió y cuando la rubia iba a volver a decir algo, otra vez fue interrumpida- Evitare que nos crucemos a menos que sea necesario así te ahorro el fastidio. Ahora vete - dijo totalmente molesta.

Sofía se resigno al tratar de hablar con ella sobre lo que había dicho, pero sabía que Francesca era lo suficientemente orgullosa como dejar que le explicara y salió del despacho con lagrimas en los ojos y escucho como dentro de la habitación que acaba de salir se rompió algo de vidrio. La rubia sabía que ella estaba muy molesta con ella, no diria dolida porque conociendola a la mafiosa ella no era de sentir esas cosas, pero si sentía rencor de eso no le cabía duda.

Se encerró en su habitación y se acostó en la cama dejando caer sus lágrimas y tratando de calmar el dolor que oprimía su pecho, la guerra en su cabeza había vuelto a comenzar, pero la decisión de hacerle caso a la razón comenzaba a sentir las consecuencias de aquello, observo el anillo que había en su dedo y suspiro tratando de calmar aquel tornado de emociones que la estaba invadiendo completamente.

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