Péndulos de lluvia

32 0 0
                                    

"La muerte es misericordiosa, ya que de ella no hay retorno; pero para aquel que regresa de las cámaras más profundas de la noche, extraviado y consciente, no vuelve a haber paz. La mala vida siempre te persigue"




Estaba empapado, mi corazón se sentía ambiguo con desconocidas caras, y densas voces a mi alrededor. En la parada del ferrocarril sin maletas lo esperaba como uno más, sin nada que pensar realmente más que analizar los detalles del entorno, lo único que mi mente podía hacer, era justamente eso, desviarse de lo importante. A lo lejos escuche el indicativo de que la máquina estaba cada vez más cerca. Mire al cielo sintiendo aún más el cántaro de las gotas y suspiré, debía cumplir lo dicho, ya le había dado la palabra a Hotsford no era momento de arrepentirme.

-Señor, señor despierte porfavor... ya hemos llegado a la parada- una muchacha alta, y con un extraño acento me daba gentiles palmadas en el hombro. Me acomode lentamente en mi asiento confuso por el buen sueño y la repentina interrupción. Me levanté a duras penas con el apoyo del bastón y di un pequeño asentimiento en forma de agradecimiento con mi chistera para después acomodarla correctamente.
Bajando del tren mis ojos se perdían buscando al guía, tal vez porque aún no me había dado el tiempo suficiente para recomponer mi desorientación, o por la sorpresa de como el cielo era ya una densa noche, hasta que vi un chico en concreto, de una estatura promedio, cara redonda y pelo pelirrojo, destacaba por sobretodos en la parada por este último rasgo, era curioso de hecho, ya que nos encontrábamos en el norte, pero era acordé a la definición que me había dado el Sr. Hotsford y con eso era suficiente para comprobar su identidad. Me acerqué al chico, tenía una cara amable para ser sensato, eso me dio el último empujón para lanzar, ya recompuesto las siguientes palabras
-¿Jamie Adebuck?-. Dije sin mas, manteniendo cierta incertidumbre en el contacto visual
-Correcto señor-. Exalto con bastante entusiasmo, casi como si estuviera contento de verme -Suba al carruaje porfavor- movió sus manos en dirección al transporte indicándolo.
Era un carruaje bastante ostentoso, con un color dorado y un sin fin de diseños sobre las puertas y marcos de la ventana. Esto sumado a la luz del farol donde reposaba, hacia que destacará aún más. Los atalajes guiaban a los puras sangres fervientes por la niebla, estos seres transmitían el misterio del tramo. Subí al carruaje no sin antes sacudir mis botas embarradas, delante se sentó el guía, este cerro la puerta, y fue la indicación necesaria para que el cochero se pusiera en camino.

Hacia donde ibamos era un misterio, el señor Hotsford, al cual le debo mucho en mi aprendizaje me dijo que aquí era donde tenía que venir, él me había mandado una carta hace unos días atras, contándome su estado y como estaba en cama hace semanas, y según el, con su último aliento me pedia que lo reemplace en este trabajo, que al menos me voy a encontrar una gran ayuda y sorpresa, no se que sorpresas me voy a encontrar, sinceramente, he tenido solo infortunios últimamente pero si es la última voluntad de Hotsford ¿Que más puedo hacer?. Con esto dicho, hacia donde quisiese el ayudante guiarme se me es inconcluso, no se en que este pueblo varado en el medio de las highlands puede ayudarme, un pueblo que ni siquiera pude aventurarme en él, puesto, es lo mínimo que espero sobre un guía, o al menos que me contará algo acerca de todo esto, pero no ha soltado ni una sola palabra en lo que vamos de viaje, lo que si puedo decir es que la persona que esté interesado en mi habilidad tiene cierto poder. Bien sabe Hotsford que no me gusta trabajar con nobles, me usan de intermediario en sus problemas, y el único que le ha repercutido negativamente en todas esas peleas , no ha sido más que a mi, pero ya muchas decadas han pasado desde eso.
En fin, confiare en sus palabra, al final y al cabo de eso se trata la amistad, ¿Cierto?
Sin dilemas me propongo conocer un poco de información.
-¿Hacia donde nos dirigimos?
-Me sorprende que desconozca su paradero Sr. Fredendall-. Hubo una mirada burlona, como si lo creyera imposible -Nos dirigimos a la casa de el mismísimo Baron Byron.
Al instante de oirlo lo que esté muchacho dijo me levanté de una sacudida del asiento, golpeando mi cabeza con el techo  con tanta tenacidad que pude haberle dejado una notable marca, por suerte no fue el caso. -VOY A CONOCER A EL BARON BYRON, AL HER...-. aclare fingidamente mi garganta, y mire a mis costados, con una postura rígida, entonces pasivamente me sente y debido al dolor de mi espalda me sente con delicadeza
tranquilizandome. -Disculpe mi actitud joven ayudante, es notoria la repercusión de esta sorpresa.

Al guía se le formó una sonrisa picara, el sentimiento de la vergüenza, es opacado por el conocer al Barón Byron, no puedo simplemente creerlo, nunca pensé que la vida me diera estás vueltas a mi edad.

El ayudante Jamie abrió la puerta, me baje con cuidado. Quede fascinó por la arquitectura de la mansión, era un estilo abierto, como si fuera una casa de campo, no me sorprendería el caso, es mas que lo fuera, porque según tengo informado el Barón Byron vive en londres, por lo cual es perfecta como casa de campo, solo que esta casa se ubica en Escocia, por lo cual creo que habrían opciones más acertadas a menos distancia y porque claro, estamos en invierno, no creo que haya mucho que disfrutar en esta época del año, bueno al menos que el dolor de los huesos sea un gusto. Lo cual no es así y menos en esta parte del hemisferio.
-¿Señor está usted bien?
En ese instante recapacite y retome los hilos -Oh, lo siento muchacho, uno ya a esta edad se distrae más fácilmente-. Dije aún sin dejar de ver cada detalle de la fachada.
-Acompañame Sr. Fredendall-.Dijo el ayudante.

Jamie es lo que me recuerdo de su nombre completo, un chico con buenos modales, este mismo me escoltó hasta la puerta, abriéndola de paso, y me asintió con la cabeza, como diciendo eso es todo, ya Jamie liberado de mí y yo liberado de él, me adentre en la casa con esmera atención, lo primero que había a la vista era una gran sala, con una estatua del mismísimo Baron, sin dudas, muy extravagante por decirlo flojamente. Aunque bien se veía el costo que le habrá costado, nunca lo había visto, pero esa estatua imponía, dos metros se veía un hombre viril con una gran complexión una mirada intensa, sin dudas el escultor hizo un gran trabajo, está escultura no hacía más que brindarme más emoción para conocer por fin a un erudito contemporáneo. Aún tan joven, comparado con un viejo cómo yo, y ha hecho obras bellísimas, es impensable.

Volví a la conciencia y me di cuenta que otra vez deje que mi imaginación me desviara, pero las escaleras al fondo guiaron otra vez mi concentracion, había una en cada lado, estás ascienden y descienden en un continuo movimiento, espirales que llegan hasta el cielo, llegando a su fin, son acompañadas con una alfombra morada que ocupa cada escalón, que contiene finos toques dorados, estos solo hacen que resalten más estas majestuosas escaleras. Me quedé ensimismado mirando, por su igual los colores de la decoración combinaban con toda la casa, con las chimeneas claro, y las librerías que le daban ese espacio acojedor, aquel ambiente oscuro motivado por la noche, era alumbrado suavemente por los candelabros, ¡que perfecta combinación! , Solo podía pensar que eso para mí es la perfecta unión de los factores.

-Todo ha sido escogido minuciosamente, ideado con la misma sensacion de pureza.
Al darme la vuelta no era más que para mi impresión el Baron bajando las escaleras con suma delicadeza y clase en sus gestos, acompañado por sus siervos
-¿Lo ha notado usted, William Fredendall?-. Dijo el Baron Byron balanceando su cara a un costado
Yo al darme cuenta de tal armonía en los gestos tan solo cerre mi boca con la ayuda de mi mano, que sin darme cuenta boquiabierto me encontraba.

Lágrimas De Sangre Where stories live. Discover now