Prólogo

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Criminalmente inocente
Ha llovido como si le hubieran roto el corazón al cielo. (E.S)



P.O.V Valentina Carvajal

No se suponía que las cosas se desarrollarían de una forma desagradable. Como parte del cuerpo policiaco mi deber era garantizar la seguridad de todos. Sentía una gran satisfacción cuando veía a los villanos tras las rejas, pero esta vez era una excepción.

Ver aquellos ojos cafés completamente confundidos mientras Eva la empujaba con fuerza hacía el suelo inmovilizándole me rompió el corazón. Porque ella no era realmente una criminal. Era solo culpable de nacer en la familia equivocada. Deseé soltar mi pistola y acercarme a ella, empujar a Eva a un lado y decirles a todos que ella no debía ser tratada de esa manera. Quizás era mi corazón hablando y no mi razonamiento. Es difícil ver solo un criminal en el rostro de la persona de la cual te has enamorado.

Sí. Es cierto que ella no es la persona más inocente del mundo. No podría serlo luego de crecer en una familia de gánsters. Pero ella era integra de cierta forma. Lo peor que había hecho era estafar ladrones, pero... ¿robarle a un ladrón era un delito grave? No lo creo.

-Eva, no es necesario tratarle así. - interrumpí acercándome a donde la pelinegra. Mi hermana tenía a la morena inmovilizada bajo su cuerpo con su peso.

Ver a Juliana ahí. Inmóvil y con el rostro pegado al suelo era doloroso. Había aprendido a verle con su mentón levantado y ojos cargados de una maldad inocente.

-Deja de moverte Valdés. - le ordenó Eva.

-¡Saca las manos de mi hija, zorra! ¡Los haremos arrepentirse por esto! - exclamó el señor Valdés mientras Héctor le colocaba las esposas.

-¡Te dije que esa zorra nos traicionaría! No era de confianza. - le escuché decir a Jimena, la mujer me lanzaba una mirada cargada de odio mientras un agente la tenía inmovilizada contra una pared.

Debía estar orgullosa de esto. Me habían encomendado desmantelar a la banda más poderosa de todo San Antonio y lo había logrado. Había logrado pillarlos en una enorme movida. Una venta enorme de licores y joyas robadas.

Eva al final cedió a mis palabras y levantó a Juliana del suelo. La removió como si se tratase de una hoja y la pelinegra no soltó queja alguna. Mis ojos se encontraron con los cafés de Juliana Valdés. Vestía su traje negro de diseñador hecho a la medida. Tenía manchas de polvo debido a que Eva le había derribado, pero aparte de eso lucía perfecta. Tan impecable como cuando se sentaba en la mesa de póker a realizar una de sus movidas que les haría ganar una fortuna a los Valdés.

Había decepción en sus ojos. Me sentí completamente culpable de inmediato. Ella había confiado ciegamente en mí, se había puesto en contra de todos en su familia por defenderme. Ellos nunca confiaron en mí, porque los guardaespaldas nunca deben dejar de ser solo eso. Juliana había decidido hacer una excepción conmigo.

Ella me había defendido cuando todos desconfiaban. Ella me había dedicado sonrisas cargadas de generosidad. A veces eran sonrisas coquetas y otras veces cargadas de burla. Ahora sus ojos simplemente proyectaban un enorme vacío y sentí el pinchazo en mi pecho al saber que yo había provocado ese dolor en ella.

Ella me había puesto su confianza y corazón en la mano. Se había abierto totalmente a mí y yo simplemente había pasado por encima de sus sentimientos sin siquiera detenerme a pensarlo. Estaba tan deseosa de seguir los pasos de mis padres. Deseosa de derribar a una de las bandas responsables de la muerte de mis padres. No me detuve a pensar que...iba a destruir a Juliana en el proceso.

Mimetismo (Juliantina AU)- AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora