¿Cuándo había comenzado esa situación? Cuando comenzaron a tener ese tipo de encuentros, esa necesidad irresistible de permanecer al lado del otro, consumiendo su aliento, disfrutando de la textura del cuerpo ajeno y el susurro de nuestros nombres ¿Cuándo fue imposible alejarnos aun entendiendo que lo nuestro era algo prohibido?
Yo no lo sabía, ni siquiera podía recordarlo con exactitud, solo sabía que, dentro del infierno, toda historia de amor era una historia llena d
e tragedia y dolor. La nuestra es esencialmente una trágica, así que nos rehusamos a considerarla de ese modo.
Pero en sí mismo, no podíamos huir de ella.
Entender que mi matrimonio estaba destinado al fracaso fue más tardío de lo que estaba dispuesta admitir. Desde las primeras décadas en las que viví mi adolescencia, supe que estaría atada a Sevithan Von Eldrich por el resto de la eternidad y me pareció algo adecuado. Éramos buenos amigos de la infancia, estábamos unidos por las afinidades, así como algunas varias amistades familiares, cualquiera podría decir que, de un modo u otro, estábamos unidos por las circunstancias y nuestras condiciones sociales, unimos nuestros caminos entre los deseos de nuestros padres y cumplimos con nuestro cometido cuando finalmente llegó el momento.
Nuestro matrimonio era estratégico y preciso, algo calculado incluso antes de que tuviera edad para precisarlo. Por eso, Seviathan tomo al pie de la letra su papel, y estuvo comprometido en todo el proceso, cumpliendo todos mis caprichos desde el momento en que fue oficializado nuestro matrimonio.
Por mi parte, con ser su esposa era suficiente. Tener la felicidad de vivir al lado de la persona que amaba era mi mayor deseo, el compartir mi eterna vida y formar la familia que deseábamos, mi sueño cumplido. Mi único anhelo egoísta fue estar cerca de los pecadores que tanto amaba y por eso, nos mudamos a una de las tantas mansiones que tenían los Von Eldrich en la periferia de ciudad pentagrama, muy cerca de la costa del anillo del orgullo y a unas cuantas millas de colonia caníbal. El lugar era lúgubre, oscuro y muy desolado, plagado de sirvientes que me miraron con desdén y fastidio desde el primer momento que puse un pie en la residencia, pero en ese momento obvié todo lo que pasaba a mi alrededor, concretada únicamente en el amor que estaba sintiendo por mi esposo.
Sinceramente, el tiempo que pasamos después de la luna de miel fue maravilloso, un momento que recuerdo con cariño porque no puedo alejar los buenos momentos de una vida sencilla y sin preocupaciones. En la cama, ambos dábamos la talla acorde a un matrimonio casado, monógamo y lleno de respeto, aunque dormíamos en habitaciones separadas, el clamor de nuestros cuerpos seguía siendo el mismo, bañado de un fuego intenso. Y para mí eso estaba bien, tener la constante de ser deseada y amada era lo que me hacía sentir dicha, lo que, en verdad, me hacía feliz.
El problema se presentó cuando producto de esa constante alianza, obtuvimos lo que todos estábamos esperando de ese matrimonio: un esperado heredero de la corona del infierno. Un bebe que se esperaba desde mucho antes de su nacimiento y que lo convertía en una de las columnas más gruesas de una alianza sin precedentes.
Todos ansiaban ese nacimiento, incluso mi propio esposo como ningún otro y yo fui feliz con todo el proceso hasta su alumbramiento. Fue un niño hermoso, un varón que heredo los rasgos de su abuelo y que enorgulleció a todo el infierno. Su nombre fue Charles Von Eldrich, un pequeño de cabello rubio y mirada esmeralda, sinceramente, lo más hermoso que había visto en mi vida.
Seviathan tomo al pequeño con orgullo, admirando sus facciones y revisando su salud, mirándome, me sonrió con complacencia.
—¡Maravilloso! Es un varón, un niño sano —dijo mientras acariciaba el rostro del niño dormido—. Me has dado un valioso heredero y mi futuro reemplazo, nuestra labor ha sido lograda, Charlotte.
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El amante secreto de la princesa del infierno
FanfictionLas relaciones matrimoniales son solo un mero compromiso que hace infelices a quienes tienen demasiadas esperanzas con ellos. Eso lo entendió la joven Princesa del infierno Charlotte Morninstar, cuando empezó un intrépido romance con un demonio peca...