Parte 6

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- No sé que decirte - Se vuelve a poner erguida.

- Podrías partir diciéndome si tienes novio - La miro fijamente a esos ojos marrones que me habían enloquecido ya una vez.

- ¿Novio? - Titubea. Muerde su labio - No tengo y ¿Eso que tiene que ver?

- Mucho - Musité acercándome a ella. Algo no andaba bien conmigo. - ¿Quieres ir a otro lugar?

- ¿A qué te refieres ir a otro lugar? - Se remueve en su silla con la mirada abajo.

- ¿Siempre hay que explicarte todo? - Pregunto jocoso - ¿Rechazarás ir conmigo?

- Claro que no - Se levanta decidida - Vamos a donde tú quieras.

Me lanzó una sonrisa maliciosa y mi entrepierna se removió por completo. ¿Cómo paso esto tan rápido? Tenia claro que su interés y decisión de venir conmigo era por quien soy. A veces eso juega a favor. Nos levantamos de la mesa y en cosa de segundos ya estábamos afuera de la cafetería, camino a encontrar un taxi que nos lleve a otro lugar. Cuando llegamos a un hotel en donde, tenia la seguridad de no ser reconocido, subimos hasta el cuarto nivel donde la habitación 46 nos estaba esperando. Un color rojo intenso llenaba el cuarto, luz baja, una cama extremadamente grande y un ventana con cortinas rojas y un columpio sado que daban la sensación de una película erótica. Yanara deja su bolso en la mesita de la entrada, se quita el abrigo y se sienta en la orilla de la cama. Ella esta esperando que yo tome la iniciativa. Me acerco a ella y la pongo de pie frente a mi, la adrenalina recorría mi cuerpo por completo, necesitaba tocarla de inmediato o me terminaría volviendo loco. Quito su blusa con fuerza rompiendo cada uno de sus botones, haciéndolos volar por la habitación, ella desabotona su jeans mientras le acaricio la espalda hasta llegar al broche de su brasier. Cuando la puedo contemplar completamente desnuda hacía arriba, se me hace un nudo en la garganta y se me reseca la boca. Madre mía...

La empujo hacia la cama y ella solo me mira con expresión de fascinación, mientras trepaba poco a poco por entre sus piernas, inclinándome para besar la delicada parte interior de su muslo. Le recorrí a besos los muslos, siguiendo por encima de su ropa interior, por su vientre y mientras la mordisqueo, succiono su piel y ella se retuerce debajo de mi. Sus leves gemidos comienzan a apoderar de su boca, el placer se hace parte de su alma y levanta los brazos hasta su cabeza, dando rienda suelta para que le recorra todo el cuerpo. Introduzco mi lengua en su ombligo y prosigo mi viaje de placer hacia arriba, deleitándome con su sabor, donde los gemidos no cesan y voy intensificando cada caricia, cada beso y cada pellizco. Mi mano recorre su cuerpo casi sin tocarlo, sintiendo como su piel se eriza lentamente, hasta que me detengo en algo que me distrae y produce que mi pene se ponga más duro de lo que jamás lo había sentido. Sus pezones son pequeños, rosados y estaban duros como mi miembro. Observé fascinado, como ellos se dilataban bajo mi mirada lasciva y atenta. Ella seguía removiéndose debajo de mi. Me erguí, no dejando de ver la diosa que tenia delante de mi y me quité la camiseta para tirarla a algún lugar del cuarto, mis pantalones le siguieron rápidamente y mi ropa interior ya estaba en el suelo.

Deseo PúrpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora