17. Llamas

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Llamas. Llamas por todas partes, así como en el anterior bosque que viví, mi anterior hogar, en el que quedaron simples cenizas... en el que sólo quedaron recuerdos.

Recuerdos en donde solía practicar con mi arco, horas, horas y más horas, no me iba hasta que le diera al blanco.

Bonitos recuerdos donde conocí a mi mejor amigo. Zuzu.

El lugar donde me gustaba perderme para poder encontrarme a mi misma.

Lo mismo estaba pasando en este bosque. El bosque de Tezuma.

La misma imagen está pasando frente a mis ojos.

Fuego...

Llamas...

Azules...

Dabi.

El mismo hombre que me arrebató todo lo que solía apreciar.

Todo lo que amaba lo hizo cenizas y lo está volviendo a hacer.

Ahí se encuentra parado, como una estupida estatua con su asquerosa sonrisa.

Mina esta conmigo, agarrandome de la mano, dándome a entender que estará conmigo pase lo que pase.

Después de que Kirishima nos avisara que alguien había entrado corrimos en cuestión de segundo al lugar de los hechos.

Mina nunca se apartó de mi lado y de verdad lo agradezco porque no sé cómo reaccionar ante esto.

—Lárgate de aquí, Dabi—ruge Bakugo.

—Pero ¿qué dices?, si acabo de llegar.—dice con esa molesta sonrisa.

—No eres bienvenido.

—Me hieres, Katsuki, pero no vine por ti—me mira y con la cabeza me señala—. Vine por ella.

Al oírlo me tensé y parece que Mina se dio cuenta porque me apretó más con su mano.

No entiendo el porqué me quiere, después de haberme arruinado la vida viene como si nada a por mí.

Está mal de la cabeza si cree que iré corriendo a sus brazos para que me lleve.

—Todo lo que está aquí bajo mi consentimiento me pertenece.—inquiere, con una voz autoritaria.

—Todo menos ella—comienza a sacar fuego de su mano—. Y si te interpones, rey Katsuki, tendré que hacerlo por las malas.

—Adelante, idiota.

Esa fue la última frase para que varias plumas rojas se dirigieran a nosotros como flechas.

Una me cortó la mejilla y el brazo.

Kirishima dio un rugido fuerte para después alzar sus alas.

Me tape los oídos ante tal rugido bestial.

Por otra parte Mina estaba en el suelo, tenía sangre en su muslo a causa de las plumas.

—¡Mina!—me agache para ayudarle.

—Estoy bien, estoy bien. Vámonos de aquí.

Le extendí la mano y me la tomó.

Está lastimada y no creo que pueda correr así que para ser de ayuda le pasó su mano por mi hombro en modo de apoyo, para que pueda recargarse en mi al caminar.

—Najuny.—musita Mina.

En eso una explosión suena. Bakugo ha lanzado una bomba a Dabi ¿de dónde la sacó? No sé.

Kirishima está intentando apagar el fuego con el aire que genera sus enorme alas.

—Tienes que irte de aquí—prosigue.

Dulces traiciones  (Katsuki Bakugo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora