La Guerre.

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Es medianoche… en realidad no se sabe, pero el frío congela los huesos y penetra cómo a un hombre triste en una noche de lluvia, el viento tampoco ayuda, pues los soldados hace horas dejaron de sentir sus caras.

Pero el pelotón no paraba, tenían que atacar la base enemiga; se movían cómo el viento hacia las pequeñas campañas bien escondidas entre el musgo y la tierra, los árboles y la naturaleza, los jóvenes, que ni siquiera habían pasado una infancia tranquila, lo hacían por su patria, por su pueblo, y si eso significaba dejar la vida, entonces eso pasaría.

Pero para un soldado azabache la muerte significaba terror, pues su… “Su amigo” estaba enlistado igualmente y el terror de no saber si su tan amado albino aparecería en los buses que los llevaban y traían de los peores horrores de los hombres era cómo el infierno.

A veces, muy pocas veces, el azabache y el albino tenían misiones juntas, y ambos se quedaban pegados el uno al otro, cómo las raíces de las flores a la tierra…

Pero eso no quitaba el miedo del azabache.

Y su miedo se hizo real una noche de primavera.

La primavera… la primavera que se hace eterna en el corazón de algunos, ahora se volvería una carga en el corazón del de ojos negros. “¿Pero qué pasó?,” la muerte vino más temprano de lo que debía.

[•••]

Por alguna razón del destino, esta era una de esas pocas misiones en las que el “duo de panda” (apodo que les dieron un día cuando empezaron su entrenamiento militar) podía estar al lado del otro. La misión que se les había encargado era de librar un estanque de fuerzas enemigas.

Y estaban camino a ello, hasta que uno de los soldados, descuidado, piso una mina y exploto, alertando a ambos bandos, el fuego de las armas no tardó en hacerse llegar, pero para el Hatake esto se dificultó, pues iba en las líneas de frente, fue de los primeros, del lado de sus compatriotas, en atacar, pero las trincheras del lugar eran malas, bueno, estaban cerca de un estanque, así que el terreno era pantanoso y el uniforme se les pegaba en la piel, lo que dificultaba aún más el movimiento.

Su líder de escuadrón estaba desesperado, estaban perdiendo compañeros de guerra, cómo si de animales se tratase, el enemigo estaba mejor preparado de lo que parecía y les estaban jodiendo la vida.

Obito estaba distraído, era de noche, la luna no estaba tan presente, pues las nubes la tapaban seguido, y eso le dificultaba el poder verificar si su niño de cabellos blanquecinos realmente seguía ahí.

Su corazón latía a mil, Kakashi deseaba poder mirar hacia atrás para poder tener una última vista de su querido amor de ojos negros, pues sabía que no iba a regresar de aquel paraje… no le molestaba, era un pantano, pero también estaba lleno de flores y animales, si su cuerpo podía contribuir a donar más vida estaría más que feliz de morir en un lugar así.

Pero el Uchiha no pensaba lo mismo, cada vez que las nubes tapaban los rayos de luna donde podía notar el cabello blanco de su corazón, su aliento parecía parar y en sus ojos sus pupilas se dilataran, la desesperación pura vivida en un niño de quince años.

Y solamente paso… una de las balas alcanzó al niño de ojos grises.

Obito solto un grito tan desgarrador, que por vagos segundos, las balas dejaron de escucharse, y en esos segundos, él aprovechó a acercarse al cuerpo del Hatake.

─Obito… tus ojos son tan lindos…

La suave voz del albino se escuchó, mientras esté esbozaba una sonrisa tan pequeña cómo las lágrimas que caían de los ojos del azabache y aterrizaban en las mejillas de su amado.

─En la próxima vida, prometo que cuidaré de ti y te podré hacer los muffins de plátano y chocolate que tanto amas… mi amor… mi Obito.

Obito no respondió, pero el suave apretón en la mano del de piel blanquecina le dio la señal que necesitaba, y, con sus últimas fuerzas, el albino esbozo su sonrisa más bella bajo los pocos rayos de luna para su más grande amor.

Obito ni siquiera se inmutó de las órdenes de su líder de tropa, el viejo hombre lleno de historias simplemente dejo al duo tirados entre el barro, no tomo mucho tiempo para que los enemigos se dieran cuenta de ellos.

El más viejo de ellos, el comandante, vio al azabache con una cara de tristeza que solamente el Uchiha pudo notar, pues su dolor era tan grande en esos instantes, que sabía qué este mismo haría que el hombre más feliz del mundo se tirará en la cama hasta su muerte.

Para la sorpresa de los soldados, el caudillo les dejo ir, pues sabía que el de ojos negros ya no tenía más porque vivir, pues los hombres comparten la luz del alma para poder sobrevivir, y este hombre ya no tenía con quién compartirla, pues su luz nunca más volvería a alzarse tan imponente cómo lo hizo cuando lo tenía a él de su lado.




¿les gustó?, esperen
actualizaciones más
seguido.♡

disculpen tmb si algo
esta mal escrito, esto
esta muy glitcheado
y ya me cansé de mover
y mover.

*860 palabras.


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⏰ Última actualización: Feb 18, 2023 ⏰

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𔓕   ່  ⠀⃝⃝💭  𝐂𝐢𝐞𝐧 𝐚ñ𝐨𝐬 :  𓈒   𖥔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora