Capítulo 46.|Preferirla a ella.

813 90 32
                                    

Sydney.

Aaron no había venido a mi fiesta de cumpleaños.

Había tratado de no llorar del coraje cuando vi que las horas pasaban y él no llegaba, y cuando gracias a la boca quisquillosa y fastidiosa de Erick, me enteré que estaba en la basura de festival que Leah había organizado.

Aún seguía prefiriéndola a ella después de lo que le hizo.

Me arrancaba los cabellos yo misma del coraje. Todo había sido mi culpa, por haberle contado lo del beso él se había enojado conmigo, tanto que me alejó definitivamente de él. El acercamiento que tenía y el avance que había hecho para enamorarlo se había desvanecido en segundos por aquella situación.

Ni siquiera Noah apareció, también estaba con la maldita de Leah.

¿Qué diablos es lo que tiene esa mujer que todos la prefieren?

Todo el desastre de la noche anterior había quedado por todos los rincones de la cabaña. Había contratado una compañía de limpieza pero aún no llegaban y me estaba desesperando con todo este desorden.

Me acomodo en el bar que tiene el pequeño salón y me siento allí tomándome un vaso de agua con una pastilla de dolor de cabeza. La resaca era fuerte y no soportaba el dolor.

No va a venir, Sydney. Entiende que Leah es su prioridad. —Recuerdo como Erick me lo gritó en la cara.

—¡Si vendrá, él me lo prometió! 

Y no había cumplido su promesa.

¿Por qué ese maldito festival tenía que ser el mismo día de mi cumpleaños? ¿Y por qué la había ido a ver si ya no están juntos? Eso me torturó toda la noche.

—Ya llegaron los de la limpieza—. Escucho a Erick que me lo dice a mis espaldas.

Volteo a verlo. Él me mira como puede, ni bien, ni mal,  no me dirige la palabra a menos que sea necesario, y por más que intenté explicar lo del beso con Aaron no se deja convencer.

Además, ¿yo acaso buscaba convencerlo de algo? Pues no, yo tenía que seguir clara con mi objetivo, no podía desviarme por...algún sentimiento que no es absolutamente nada.

—Que bien, ya era hora.—Respondo con afán. Veo que intenta marcharse.—Espera, Erick. No te vayas. Necesito que me lleves a casa de Alice.

Él frunce el ceño.

—¿A qué? ¿A buscar consuelo en los brazos de la hermana de Aaron? Te ves ridícula haciendo estas cosas, Sydney.

Gruño en voz alta. ¿Es qué tiene que ser siempre tan directo? Pongo los ojos en blanco e intento no sofocarme porque la cabeza se me va a explotar.

—Ya basta, Erick. Me duele la cabeza, no vengas con tus reclamos.

—Ni siquiera disfrutaste tu cumpleaños por estar pensando en él. ¿Cuándo vas a entender que ese hombre no te va a querer?

Me cubro los oídos y sigo dándole la espalda.

—¿Te diste cuenta que te embriagaste por él y después...

—¡Ya cállate!—Lo detengo agotada. Él me mira con dolor evidente.—¿Puedes parar? Estoy hartándome de ti, Erick.

Él me mira con la mandíbula apretada.

—¿Ah sí? Anoche no me decías eso.

—Para, me estás faltando el respeto. Yo no tengo la culpa de que tú te hayas enamorado de mí, yo no lo estoy de ti, yo quiero a Aaron y lo voy a conseguir a como de lugar.

Mi Liberación #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora