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CAPITULO 001














CRISTIAN ROMERO.





Me incliné sobre la mesa, y el bullicio del concurrido restaurante se difuminó mientras trataba de controlar la furia. Intenté contener el deseo de gritar y mantuve la voz baja, si bien cada palabra rezumaba ira.

"¿Qué has dicho? Estoy seguro de que no te he oído bien."

Xavi Hernández se acomodó en su silla, sin preocuparse en lo más mínimo por mi cabreo.

"He dicho que Kane va a ser ascendido a socio."

Apreté el vaso que tenia en la mano con tanta fuerza que me sorprendió no romperlo.

"Se suponía que ese asenso era mío."

Él se encogió de hombros.

"Las cosas han cambiado."

"Me he dejado los cuernos trabajando. He traído nueve millones a la empresa. Me dijiste que, si superaba lo del año pasado, sería socio."

Xavi agitó una mano.

"Y Kane ha traído doce millones."

Estampé la palma de la mano contra la mesa, sin importarme si llamaba la atención de los demás o no.

"Eso es porque el muy cabrón me la jugó y me quitó al cliente. La idea de la campaña fue mía. ¡El me quitó de en medio!"

"Es tu palabra contra la suya Cristian."

"Y una mierda. ¡Esto es una mierda!"

"La decisión está tomada, y la propuesta ya está hecha. Esfuérzate y tal vez el año que viene será tu año."

"¿Y ya está?"

"Ya está. Te has ganado una generosa comisión."

No quería otra maldita comisión. Quería el ascenso, debería haber sido mío. Me puse de pie tan rápido que volque la silla, que golpeó el suelo con fuerza. Me enderece y lo mire con el ceño fruncido. Teniendo en cuenta que Xavi no supera el metro setenta y dos, me parecía muy pequeño.

Xavi enarcó una ceja.

"Cuidado Cristian. Recuerda que en la A.F.A Inc. Lo importante es el trabajo en equipo. sigues formando parte del equipo. una parte importante."

Lo miré fijamente, reprimiendo el deseo de mandarlo a la mierda.

"El equipo ya."

Me alejé meneando la cabeza.

Volví al trabajo y entre dando un portazo. Mi asistente me miró, sorprendido. Tenía un sanguche a medio comer en la mano.

"¿Qué rayos le tengo dicho de comer en la mesa?" le solté.

Él se puso en pie con torpeza.

"Es... estaba usted fuera." Tartamudeó. "Estoy trabajando en sus gastos y he pensado que-."

"Pues ha pensado mal, joder." Me incliné sobre la mesa y le quité el dichoso Sanguche de la mano, haciendo una mueca por la atrocidad. "¿Dulce de Leche y Mermelada? ¿El sueldo no le da para más o qué?" Solté una maldición cuando la mermelada me macho el borde de la chaqueta. "¡Joder!"

Su cara, se volvió blanca fantasma, al ver la mancha roja que se extendía sobre mi traje gris.

"Señor Romero, lo siento mucho. Lo llevaré a la tintorería ahora mismo."

"Desde luego que va a llevarlo. Y ya que sale, quiero un Sanguche."

El parpadeó.

"¿No... no ha salido a almorzar?"

Acuerdo de MatrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora