004

575 62 6
                                    













CAPITULO 004





CRISTIAN ROMERO








El ruido de la cinta de correr era un zumbido constante bajo mis pies mientras corría. Apenas había pegado ojo la noche anterior y estaba de un humor de perros. El sudor me corría por la espalda y por la cara. Cogí una toalla y me sequé de mala manera antes de tirarla al suelo. Mi IPod sonaba a todo volumen con música heavy, pero no estaba bastante alto, así que subí el volumen, agradecido porque el piso estuviera insonorizado.

Seguí corriendo a un ritmo casi frenético. Había repasado todas mis opciones y planes durante la noche y había acabado con dos ideas.

La primera era que, si Sonny y Richarlison conseguían meterme en la empresa, podría intentar pasar la entrevista dándole a Lionel Scaloni detalles muy vagos acerca de la persona que supuestamente había cambiado mi punto de vista y, por tanto, me había reformado. Si jugaba bien mis cartas, podría mantener la farsa hasta demostrarle mi valía a Lionel Scaloni y luego decir que había pasado lo impensable: esa persona perfecta me dejaba. Podía fingir que estaba destrozado y volcarme en el trabajo.

Sin embargo, a juzgar por lo que Sonny me había explicado, la idea seguramente no funcionaría.

Tendría que presentarle a una persona de verdad, una que convenciera a Lionel Scaloni de que era mejor persona de lo que él creía que era. Alguien, en palabras de Sonny, *Sensato, agradable y afectuoso*

No conocía a muchas personas que encajasen en todas esas categorías, a menos que tuvieran más de sesenta años. No creía que Scaloni se tragara que me había enamorado de alguien que me doblaba la edad. Ninguna de las mujeres u hombres con los que me relacionaba pasaría su inspección. Sopesé la idea de contratar a alguien, tal vez a una actriz, pero parecía demasiado arriesgado.

Las palabras de Sonny no dejaban de repetirse en mi cabeza.

*Estás ciego, Cristian. Tienes la solución delante de las narices*

Él Joven Martínez.

Sonny creía que debía usar al joven Martínez para que fingiera ser mi novio.

Si me distanciaba de la cuestión e intentaba ser objetivo, debía admitir que tenía razón. Era la tapadera perfecta. Si Lionel Scaloni creía que me marchaba de A.F.A. Inc. Porque estaba enamorado de mi asistente personal y lo elegía a él, y a nuestra relación, por encima de mi trabajo, ganaría muchos puntos. No se parecía en nada a cualquier otro hombre con el que hubiera estado. Sonny creía que era agradable, inteligente y encantador. Parecía caerles bien a los demás. Todo eran ventajas.

Salvo que estaba hablando de Joven Martínez.

Apagué la cinta de correr con un gruñido y cogí la toalla que había tirado. Una vez en la cocina, saque una botella de agua y me la bebí de un tirón antes de encender el portátil. Inicie sesión en el sitio web de la empresa, repasé los archivos de personal y me detuve al llegar a la ficha del Joven Martínez. Estudié su fotografía mientras intentaba ser objetivo.

No tenía nada reseñable, salvo los brillantes y oscuros ojos, muy grandes y rodeados de largas pestañas. El cabello negro y siempre bien peina, aburrido. Tenia la piel tostada. Me pregunté qué aspecto tendría tras pasar por la manos de un estilista profesional y vestido con ropa decente. Miré la pantalla con los ojos entrecerrados, concentrado en su imagen. Dormir unas cuantas horas no le iría mal para liberarse de las ojeras que tenía y tal vez le sentaría bien comer otra cosa que no fuera sanguches de dulce de leche y mermelada. Estaba como un palo. Me gustaba que mis conquistas estuvieran más curvas.

Acuerdo de MatrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora