Mi placer eres tu.

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No sé cómo terminamos en esta clase se situaciones. Pasa de vez en cuando. Tenemos planeado ver una película o alguna cena tranquila, pero al final, no hacemos nada de lo planeado, tiramos todo por la ventana y entonces, experimentamos, nos besamos, jugamos con aquello que... nos resulta placentero. Le llamamos hacer el amor, y sí, es amor, no solo sexo pasional. En medio de eso que ahora es similar a un rito infalible, encontramos sentimientos, sensaciones, emociones y experiencias que, con mayor fervor, reafirman el amor que nos tenemos, es algo... inigualable.

Akashi me llamó con esa voz dulce y erótica. Caló mi cuerpo, me estremecí víctima del exquisito cosquilleo, que pronto se tornó en golosa tortura.  Quería tocarlo, sentir su cuerpo con la yema de mis dedos, pero él lo llamaría "osadía", oh, mi dulce emperador siempre juega sucio y altera las reglas a su capricho, ¡me tiene loco! Soy suyo, no cabe duda, ¿De quién más sino? Solo a él puedo pertenecer y claro, solo él puede pertenecerme a mí. Y así, de repente, entramos en este juego divertido. Mi emperador ató mis manos con fuerza, amordazó mi boca y vendó mis ojos. Él goza de torturarme tanto como yo deseo su tacto.

—Perro sucio, ya estas duro, ¿gozas del dolor? —se mofa, ríe, hay un toque pervertido en su voz, sin duda podría morir por ello.

Obviamente no le respondí, solo me moví un poco, intentando decir "es tu culpa", aunque sin duda él logró entenderme ya que, apenas me descuidé, sus labios ya devoraban mi miembro con extrema premura. Su lengua cálida y húmeda se deslizaba con maestría.  Con ello oleadas de placer acarician mi cuerpo, y un sentimiento de profundo deseo se hizo presente, que pronto me encontré deseando mucho más.  

El no poder ver nada, el estar atado, el no poder opinar... todo es parte de su juego, lo sé, y es interesante. Puedo decir de una manera mucho más explícita hasta la última caricia. Amo a mi pelirrojo, le deseo con cada fibra de mi cuerpo. Él lo sabe, me tiene en sus dominios, siempre tan calmado y perfeccionista. Sin embargo, en la cama, es otro tema.  

— ¿Quieres meter tu sucia "cosa" dentro mío, perro? —me preguntó al tiempo que dejó ir mi miembro.  Exhalé desesperado, yo hipaba por más. De manera obediente, contestando a su pregunta, asentí como pude. Pronto un sonido apacible y húmedo invadió mis oídos. Akashi estaba besando mi oído, acariciando mi lóbulo con su lengua. Y él, se preparaba para mí, podía escucharlo, seguro estaba dilatando su entrada él solo. Ah, deseaba ser yo quien lo hiciera, meter mis dedos, lamerlo, hacerlo suspirar, más, no sucedía, él nuevamente estaba provocándome de más.

"Quiero besarte" intenté decir, no obstante solo se escucharon balbuceos extraños. Escuché una risilla divertida. Y en eso, me quitó la mordaza.

Sé bien porque me amordaza, él detesta que diga cumplidos o palabras tiernas. Tan orgulloso y fuerte, ¿Cómo podría aceptar todos mis cumplidos así como si nada? No, él es tan altivo y tan educado, todo un hombre, claro que... es mío y si me apetece decirle cuan dulce, erótico o fascinante me parece estoy en mi derecho; él lo sabe y por ello calla mis labios. Sea a besos, sea con mordazas, mi emperador acalla con afán mis intentos de seducción. Su rostro cubierto en vergüenza, me parece adorable, y a él, la pena lo carcome. Es... divertido.

—Parece que hoy te sientes mimado, dime ¿Qué quieres?

—Quiero... lamerlo yo —espeté con aliento entrecortado a causa del éxtasis que me alteraba.  

—De acuerdo, has sido un buen chico —dijo con una pervertida dulzura mientras me entregaba un beso en la mejilla. Pronto sentí algo diferente en mis labios, no era lo que yo deseaba, era el falo de Akashi, ya algo húmedo y bastante erecto. Con apetito lo abordé sin problemas y usando la lengua, como ya me era natural, emprendí la tarea de complacer los deseos banales del pelirrojo  al que tanto apetecía. Pronto y sin hacerse esperar, suspiros y exhalaciones irregulares escaparon de los labios de mi querido Akashi, podía escucharlos. Y debo decir, que el estar atado, era muy interesante... ¿Cuántas veces Seijuuro había hecho algo como esto? No muchas, usualmente le pido que me deje mirarle y tomarle con calma, pero, en ocasiones el emperador se pone juguetón. Yo, cegado, imagino cual de toda podría ser la expresión que se pinta en el bello rostro del pelirrojo. Me imaginé sus labios entre abiertos, su mirada lujuriosa, su piel clara perlada en sudor... ah, demasiado excitante a mi parecer.

Mi placer eres tú. [Kuroko no basket yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora