Estaba tirado en su cama mirando el techo que se encontraba decorado con pequeñas estrellas que había pegado cuando era pequeño y la noche le daba miedo, posó un brazo sobre su rostro soltando un fuerte suspiro mientras la pregunta que estuvo teniendo las últimas semanas regresaba a su mente ¿qué había sucedido exactamente esa noche en la casa de los Charlotte?.
Lo único que tenía presente era que había despertado en una de las tantas habitaciones de la mansión, estaba desnudo, tenía claras marcas de dientes en su cuello, clavícula y pecho así como en sus muslos, sin olvidar que el trasero le dolía horrores, bastante evidente que había tenido sexo, antes de eso no había nada más en sus recuerdos.
Abrió el cajón del pequeño mueble que estaba al lado de su cama y sacó un pendiente de color dorado, esa era la única pista que tenía de la persona con la que había pasado la noche, sabía a quien pertenecía pero hasta el momento no había tenido oportunidad alguna de verlo.
- Estúpido cabeza de musgo - dijo al aire mientras guardaba el pendiente de nuevo en el cajón.
Y como si de una jodida broma del destino se tratase, todos los recuerdos vinieron a él de una solo vez, provocandole un dolor de cabeza.
El ambiente ya no era el de una fiesta de té, claramente parecía una estúpida y alocada fiesta de adolescentes hormonales, no sabía si la bebida de color amarillenta que tenía en su mano era la séptima u octava que tomaba esa noche pero poco le importó, hace tanto que no se relajaba de tal manera por la universidad.
Entonces fue cuando Roronoa Zoro se acercó hasta él para tomar asiento a su lado, iniciaron una conversación donde el peliverde se burlaba de la poca suerte que había tenido intentando coquetear con las alfas y betas que había en el lugar, logrando de ese modo cabrearlo pero sin llegar a un punto donde quisiese discutir, esa noche la iba a disfrutar lo mejor que pudiese y no permitiría que el idiota del marimo, como solía decirle él, se la arruinase.
- No he tenido suerte es cierto, pero al menos lo intente y no estuve como cierto idiota simplemente esperando - declaró el rubio con una sonrisa socarrona.
- No es que estuviese esperando, solo que la persona que me interesa no me ha prestado atención así que he tenido que acercarme yo - contraataco el alfa soltando una risa burlona.
A Sanji le costó un poco entender a lo que se refería su acompañante hasta que su mente conecto sus palabras con lo que estaba pasando.
- ¿Así que estas interesado en mí? - preguntó con gracia - ¿una noche crees que sea suficiente para ti marimo idiota?.
Al escuchar tal pregunta por parte del omega, el alfa dejó a medias su bebida, dirigió su mirada directo al rubio que sonreía de una manera sensual, una clara invitación a que si estaba dispuesto a hacerlo, él no pondría resistencia alguna.
Sus pasos los condujeron a una habitación de la casona, se dejaron dominar por sus instintos menos razonables, permitiéndose de ese modo disfrutar de una noche candente, llena de pasión, deseo y sentimientos que se aclararon finalmente.
Cubrió su rostro con ambas manos, estaba sonrojado a más no poder, así que en efecto, en su estado de embriaguez se había acostado con Zoro, vaya manera de tener su primer encuentro sexual con el alfa que removia muchos sentimientos en él, una pizca de alegría se instaló en el omega, desgraciadamente esta duro poco tiempo pues un recuerdo más de que el alfa le había penetrado sin ningún tipo de protección lo hizo enfurecer.
Tomó su celular, lo encendió e inmediatamente se dirigió a sus contactos marcando el número del alfa peliverde, espero a que tres tonos sonarán antes de que su llamada fuera respondida.
- ¿Qué sucede rubia? - preguntó el alfa con lo que parecía ser la respiración agitada.
- ¿Estas entrenando? - respondió el omega.
- Estoy a punto de terminar con mi clase de kendo, ¿por qué? - fue la contestación dada.
- Ven a mi casa en cuanto termines, tenemos que hablar sobre lo que sucedió esa noche en la casa de Pudding.
Un silencio se instauró en la llamada durante algunos segundos, antes de que el alfa afirmara que iría en cuanto acabará con su entrenamiento.
En cuanto cortaron la comunicación, se volvió a tirar sobre su cama pero esta vez poniendo una almohada contra su cara mientras maldecía a Roronoa, porque el descuido de ese momento tal vez y solo tal vez podría repercutir en un posible embarazo.
Después de unos cinco minutos más o menos donde estuvo gritándole al cojín que tenía sobre el rostro, el timbre de su casa fue tocado de manera constante, se levantó con bastante flojera, abrió la puerta y vaya sorpresa que se llevó cuando vio a Nami y Kid frente a su hogar.
- ¿A que debo su visita? - cuestionó con confusión Sanji.
- Me acosté con tu hermana - respondió la pelinaranja.
- Me acosté con tu hermano - contestó el pelirrojo.
- ¿¡QUE MIERDA!? - exclamó con incredulidad él.
Dejandoles el pase libre, ambos omegas entraron a su hogar gritando el par de nombres de los únicos dos alfas de su familia.
- REIJU.
- NIJI.
Ambos bajaron de inmediato las escaleras, pero apenas vieron al par que había gritado sus nombres, de nuevo subieron rápidamente.
- Vengan aquí alfas cobardes - gritaron Nami y Kid al mismo tiempo.
Esta situación estaba empeorando cada vez más sin duda alguna.
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Resultado de las hormonas.
FanficNunca debieron aceptar aquella invitación a casa de la familia Charlotte. Seis omegas, seis alfas, y seis futuros pequeños en camino. Copas, habitaciones, aromas combinados, todo terminó en una noche desastrosa donde terminaron acostándose con perso...