Capitulo 30

2.8K 212 18
                                    

Ya era de noche y Francesca se encontraba en el salón algo inquieta esperando a Sofía, si había algo que la castaña odiaba era la impuntuabilidad y al parecer Sofía era muy impuntual.

-Tranquilízate, cuando subí a dejarle al antifaz me dijo que en un momento estaría lista - Adriano intentó calmarla.

Francesca estaba nerviosa ya que en esa fiesta anunciarían su "compromiso" y es que no era una mujer que le gustará hacer pública su vida privada, de hecho no soportaba a la prensa.

- Ahí viene- dijo Adriano.

Francesca se dio vuelta y miro a la hermosa mujer que bajaba por las escaleras junto con un vestido negro con un gran escote, una abertura en la pierna derecha y un precioso antifaz dorado. La castaña se quedó sorprendida mirandola y tal vez por un segundo creyó confundirla con un ángel. Su corazón comenzó a latir fuertemente, su boca se seco y hasta olvido como se hablaba. Nunca había visto una mujer tan hermosa como lo era la rubia que justo ahora parecía una Diosa, un ángel, cualquier cosa perfecta que no fuera de este mundo o una simple mortal, Francesca justo en ese momento estaba más que segura que había perdido totalmente la cordura y el control de sus emociones e instintos, sabía que se había vuelto loca y la dueña de aquella locura era la rubia que tenía enfrente.

Se perdió en aquella mezcla del azul y el verde que le daba un color gris verdoso a aquellos ojos hermosos que la miraban fijamente, la mirada que la hacía perderse y que tuviera ganas de que nadie la encontrará nunca, se sentia en el paraíso, se sentía en un sueño, pero era la realidad, era real la hermosa mujer que tenía en frente. Lo único que pudo pasar por su mente en ese preciso instante era que si en realidad era verdad lo que decían de que Dios nos hizo de barro a Sofía la había creado con una mezcla de migajas de oro y de estrellas en su interior y así creando el verdadero paraíso en sus ojos.

Adriano carraspeo haciendo que la castaña reaccionará de aquel transe en el cual estaba sumergida, desvio la mirada sonrojada y salió de la mansión sin decir una sola palabra, Sofía la siguió hasta afuera y vio un cámaro negro estacionado en la entrada de la mansión .

-Esta noche conduciré yo.

Dos guardaespaldas les abrieron la puerta del coche y entraron, Francesca les dio la orden de seguirla y que luego esperaran afuera hasta que la fiesta terminará.

-Te ves preciosa. - dijo Francesca mientras manejaba, causando que Sofía sonriera sonrojada.

-Tú también te ves preciosa.

Francesca llevaba un vestido rojo elegante sin mangas y al igual que Sofía el de la castaña también traía una abertura en la pierna, aunque más discreto que el vestido de la rubia y acompañado de un antifaz negro.

-Cuando lleguemos estará la prensa en la puerta y harán muchas preguntas, responderé yo asi no te incomodan ya que suelen ser muy asfixiantes.- Sofía asintió en silencio sin poder quitarla la mirada de encima.

Para Sofía no era sorprendente lo hermosa que era Francesca, lo que si le sorprendía era lo que sentía cuando la veía y que justo ahora no podía quitarle la mirada de encima, se sentía como imán y metal que la atraía de una forma que ella con sus 22 años no había podido sentir hasta ahora y que lo siente con la persona que ni en sus sueños se lo hubiera creído.

- Me imagino que tendremos que parecer una pareja feliz- dijo Sofía tratando de disimular aquella necesidad de verla.

- Si, pero no me sobre pasare tranquila.

Luego de aquello ninguna dijo ni una sola palabra. Al cabo de unos minutos Francesca había detenido el coche en el inicio una larga alfombra roja que conducía a la entrada del salón, en la puerta de este se podia ver a muchos periodistas y fotógrafos tratando de conseguir captar la atención de los empresarios que llegaban.

Disparo al corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora