32

5.8K 258 61
                                    

Penelope sabía que el momento de revelarse había llegado. No podía posponer ese asunto ni un día más. En los últimos días había intentado no pensar en sus futuras nupcias pero era imposible no hacerlo.

Iba a casarse con el hombre que amaba y eso era una bendición pero, no sabía si la seguiría teniendo luego de revelar su secreto más grande

Los preparativos estaban empezando; Anthony se encargaba de conseguir la licencia especial mientras que Violet ponía sus opiniones sobre las de Portia al tiempo que Kate y Daphne ayudaban a Penelope con el diseño de su vestido.

Hacía siete días que se habían comprometido y casi no se habían visto. Los planes de boda solían hacerle eso a una pareja de novios y sin embargo, Penelope no escapaba de los pensamientos de Colin ni siquiera durmiendo.

Por otro lado, su majestad la reina, obtenía pistas muy valiosas sobre lady confidencias. Del tamaño de las migajas eso sí, pero pistas al fin y al cabo.

—No puedo creer que te salieras con la tuya —le dijo Anthony a Colin, mientras apreciaba su vaso de whisky.

—No se trata de "salirme con la mía" —murmuró Colin, ofendido y dándole vuelta a un penique —, lo haces sonar como si fuera un capricho y no lo es.

—Bueno, no es un capricho pero la forma en que te apresuraste a hacer todo, no fue la mejor.

—Estoy de acuerdo con Hastings —secundó Benedict, jugando con el revés de su silla —lo hiciste para proteger a la persona que amas pero era importante consultarte con ella.

—¡Ustedes estuvieron de acuerdo conmigo! —se quejó el joven, poniendo los ojos en blanco

Estaban en el club de Mondrich, bebiendo y disfrutando de unos tragos luego de estar sometidos, toda una tarde, por Violet, Portia y Kate. Anthony no solo debía soportar los preparativos de una boda que no era suya pero que le importaba muchísimo sino también de los pretendientes de sus hermanas: Eloise y Francesca.  Y estar al tanto de que no ofendieran su honor y el de su familia.

—Miren quién llegó —todos observaron hacia la entrada y apretaron los puños al encontrarse con el rostro de lord Fife que lucía, por los golpes, muy poco agraciado.

El hombre vio a los Bridgerton y a su cuñado, por encima del hombro y fue directamente al mostrador. Esa misma noche que Colin y Penelope anunciaron su compromiso, Simon lo amenazo, obligándolo a jurar que no hablaría del tema y que si lo hacía, buscaría la forma de perjudicarlo. Y le mencionó que salía sobrando el recordarle que los Bridgerton tenían más poder que él y su título e incluso que el de el mismo Simon, siendo un duque.

—Maldito —espetó Colin con rabia, ayudándose a sujetar de la mesa. Tenía tantas ganas de levantarse y propinarle otra paliza.

Le daba asco ese hombre y sentía una necesidad enorme de cuidar y hacer respetar a su futura esposa. Pero no podía formar un escándalo, ahí no. Las personas comenzarían a murmurar y esos significaría que también se añadirían los rumores.

Lo que menos deseaba era que Penelope saliera afectada. A él le gustaba verla feliz, tranquila y serena. Todavía tenían muchas cosas de que hablar, necesitaba comunicarse lo mejor posible.

Habían cosas pendientes y comprensiones que debían ser expresadas. Disculpas que debían seguir obsequiándose y demostraciones de amor que merecían ser entregadas.

Colin no iba a mentir, se sentía absolutamente feliz por el compromiso. Se podía creer que se había aprovechado de la fatal situación pero no fue así, desde la pureza de su corazón lo hizo por Penelope, él pensaba y planeaba para ella y por ella.

—Déjalo —le pidió Anthony, sujetando dulcemente su hombro. Colin se llevó el fino vaso de cristal a los labios para acariciar su paladar con el sabor del whisky.

—No puedo creer que alguna vez hayamos compartido mesa con ese bastardo —alegó Simon, desprotegiendo sus impulsos, permitiendo dar rienda suelta a sus instintos.

—No todos somos perfectos —comentó Benedict, sonriendo.

—Mejor disfrutemos de nuestra noche libre, ya mañana volvemos a la rutina y no quiero quejarme porque no aproveché mi tiempo lejos de mi esposa, madre y hermana histérica—sugirió Simon, refiriéndose a Daphne, Violet y Kate. Las damas estaban un poco insoportables y Portia lo hacía peor. —¿Qué residencia tienes planeado arrendar, Colin o vas a irte de luna de miel luego de la boda? —le preguntó Simon, vaciando su vaso.

—Todavía estoy pensándolo, también necesito la opinión de Penelope —expresó satisfecho por el tema que estaban tocando. Le encantaba hablar de las vivencias futuras que tendría como esposo de Penelope  —. Anthony sugirió que la luna de miel fuera en Aubrey Hall pero me sentiría más cómodo, y creo que Penelope también, si organizáramos el lugar en donde vamos a residir, antes de irnos a disfrutar de los placeres del matrimonio —comentó el señor Bridgerton, enarcando la ceja de forma sugerente.

—Podría arrendarte, si gustas, una de mis propiedades, por lo menos lo que resta del año y el siguiente—ofreció Simon, modestamente.

—¿Te vas a arriesgar a ceder una de tus propiedades, con un mobiliario carísimo, a recién casados? —indagó Benedict, con malicia en la voz —, no es una decisión sensata.

—Las decisiones sensatas no son características de él —se mofó Anthony, refiriéndose a los impulsos de su mejor amigo.

—Mira quién habla —protestó Colin —, el señor "me casaré con la hermana de la mujer que amo porque estoy fingiendo que hay impedimento para nuestro amor y, ah, porque soy un orgulloso y ella una obstinada"

—Yo estaba eligiendo, con la cabeza, una esposa.

—Y no con el corazón —terminó Benedict, pidiendo otro trago al mayordomo que los atendía.

La noche comenzaba a hacerse vieja, mientras los Bridgerton y su hermano adicional continuaban charlando, bromeando y bebiendo, sanamente. Benedict, el único que quedaba para mantener una reputación de libertino en la "clandestinidad" fue el primero en partir para dirigirse a otro lugar.

Anthony y Colin debían irse juntos pero como Simon ya miraba más de cinco dedos en una sola mano, el primero se atribuyó la tarea de acompañarlo hasta su casa, sino su hermana le cortaría el cuello.

Quedaba un coche, el de Bridgerton. Colin se acomodó entre la suavidad de los asientos y le dio la orden al cochero de llevarlo de regreso. La noche no podía ser mejor, acaba de pasar por un momento fraternal muy hermoso e iba de camino a su casa, había una luz de esperanza dentro de su ser, un poco engañosa, que le decía que tal vez, a través de las ventanas, lograría ver a su novia. Aunque era absurdo porque, ¿qué demonios iba a hacer Penelope tan tarde?

Iba pensando que al llegar, se serviría una buena bandeja de comida, un bocadillo antes de dormir siempre sentaba bien. Y él no desperdiciaba...

Una calle antes de llegar a la esquina de la casa Bridgerton, donde lo dejarían para que luego el mozo de cuadra se ocupasen del coche, observó un movimiento bastante inusual. Movió la cabeza, dejando las mejillas clavadas en el cristal de la ventanilla.

Con la poca iluminación de las calles, podía ver una mujer de capa azul con mechones de cabello rojo, que resaltaban muchísimo más que otro color, venía hacia adelante. Parecía una criada, estaba vestida como una.

Y entre más se acercaba más comprobaba de quién se trataba por las facciones.

Penelope.

Penelope, su novia, su prometida y futura esposa, estaba vestida como una criada, caminaba sospechosamente por la acera en la esquina de su casa y frente a ella un coche destartalado de alquiler, Colin los reconocía bastaba bien, la esperaba o eso pensaba él.

<<<>>>

Gracias por los comentarios que me dejaron en la publicación anterior. Son tan amables, les tengo muchísimo aprecio y por eso les quiero dar lo mejor.

Un beso✨💘

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 20, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cortejando A Penelope Featherington Donde viven las historias. Descúbrelo ahora