La Chica de la Ventana

un inicio

Hace 7 meses.

—Amber llegaremos tarde—le anuncio a mi novia que se toma todo el tiempo para secarse el cabello.

Llegue hace media hora creyendo que ella ya estaba lista para salir a una de nuestras muchas citas.

Pero cuando llegó ella estaba sentada en el sillón de la casa de sus padres, con el teléfono en mano y la tele reproduciendo una película.

Dijo que se bañaría y cambiaría tan rápido que ni siquiera lo notaría.

Y aquí estamos.

Ya llevamos 15 minutos retrasados y ella un esta en toalla.

—Amber cariño, perderemos la reservación — la apuro.

—Mi amor, espérame un rato quieres, llamaré y diré que llegaremos un rato más ¿Dónde es que cenaremos?

—Amm, es aquí a la vuelta, ese restaurante que tiene foquitos afuera— respondo.

—No lo conozco —dice confundida, y me mira— ¿De cuántas estrellas dices que es?

Y aquí vamos de nuevo, ella sabe que no tengo el dinero suficiente para ir a esos restaurantes.

Lo tiene más que claro, ya que mi madre trabaja como empleada de sus padres.Que, por cierto, son los abogados más prestigiados de la ciudad.

—Amber— suspiro y me quedo en silencio sin saber que decirle.

—Vamos Iker, responde—dice aún mirándome con una ceja arriba.

Odio cuando hace eso, me hace sentir un idiota pobre.

Como no respondo toma sus cosas y va hacia el baño. Cuando sale de este ya está vestida así que me apresuró a ponerme la chaqueta.

—Oh no cariño, creo que deberías irte a casa— la miro confundido— quedé con mis amigas en ir a cenar a dónde Carlos— anuncia—ya sabes, el restaurante de cuatro estrellas que esta saliendo de la ciudad ¿lo conoces? —dice con superioridad.

Cómo dije. Un idiota pobre.

Luego de unos segundos veo como se marcha en el auto nuevo de su padre. El antiguo lo choque por seguir sus jueguitos.

tomo mis cosas y voy a la cocina para encontrarme con mamá.

—Hola cielo—dice cuando me escucha — ¿Qué haces aquí? Creí haber escuchado el auto del señor Anderson salir— me dice mientras termina de lavar los utensilios que los Anderson usaron en su merienda de trabajo hace unas horas.

—Decidí quedarme—miento— quería venir a ayudarte, así terminaremos antes eh iremos a casa.

No quiero hacer sentir mal a mi madre por los estúpidos comentarios que Amber me da.

La primera vez que lo hizo hace dos meses, se lo conté, ella estuvo decaída todo el día y me pedía disculpas por no tener el suficiente dinero para darme.

Le dije que no había problema y pareció relajarse hasta que en la madrugada la escuché llorar en su habitación.

Ambos hemos aprendido a conformarnos con lo poco que tenemos y estamos agradecidos por ello.

Nuestro pequeño departamento a unas cuantas calles. El cual Amber también desprecio cuando la lleve.

— ¿Estás bien mi nene? —me pregunta cuando me acerco a ella, mirándome con preocupación—-te vez decaído ¿Todo está bien con la señorita Amber?.

—Claro que si mamá — digo tomando un trapo para secar las cosas mojadas— te ayudaré eh iremos a cenar a algún lado ¿Qué te parece? —- y ella hace esa sonrisa que nunca me cansaré de ver.

—Claro, me encantaría, pero quizás otro día, no estoy presentable para salir—comenta mirando su ropa.

—¿Qué dices? Pero si estas estás preciosas—digo secando el último plato—ven vámonos

Charlamos y reímos en el camino hasta llegar.

Ambos estamos cenando en el restaurante que iba a venir con mi novia.

Una novia que ya no soporto.

Una supuesta novia que me manipula. Si tan solo no hubiese tomado el auto de sus padres para salir con ella. Si tan solo no lo hubiese abollado por seguir sus estúpidos juegos. Ella no tendría con que amenazarme.

Y yo podria dejarla sin dramas ni despidos de por medio.

Si no estuviera en juego el empleo se mi madre, podría dejarla. Pero no puedo hacerle esto a ella, se esfuerza mucho cada día para que yo pueda ser feliz.

No soportaría que, por mi culpa, perdiera el empleo que nos mantiene. No podría lastimarla, no importa si yo soy quien soporta todo.

No importa que yo sea el que siempre termina mal.

Mi madre es todo lo que tengo, soportaría todo solo por que ella me siga sonriendo de la manera en que lo hace ahora.

De la manera en la que me hace saber que todo estará bien.

Aunque casi nunca lo este.