La Persona Correcta

19 1 0
                                    

Dicen que la persona correcta aparece en el momento indicado, pero eso no pasó, ni siquiera existía "un momento" cuando todo comenzó. Kenia lloraba desconsolada al otro lado de la ciudad mientras enviaba un mensaje de texto tras otro, acababa de terminar con su novio y estaba hecha pedazos, con su perro como única compañía y el  escándalo del ventilador.

-¿Te marco? - le pregunté en cuanto leí su primer mensaje.

-No, estoy llorando mucho, no puedo hablar, no sé que hacer, es un idiota.

-No, no es un idiota, es un imbécil, lo bueno es que al fin terminaste con él y ya no van a volver.

-¿Cómo pudo hacerme esto? ¿Qué le pasa?

-Es que es un imbécil, un machito imbécil.

-Pero llevamos tanto tiempo juntos, no es justo.

-Voy para tu casa.

-¡No, no vengas! ¡Estoy llorando mucho! 

-Por eso mismo voy.

Me puse un pantalón de mezclilla sobre la pijama de gatitos, unos calcetines sin par, mis espantosos tenis negros de abuelita, un casco y me subí a la bicicleta, creo que como su amiga, era lo menos que podía hacer, acompañarla en su dolor, aunque fuera por un tarado, su supuesta relación estable por diez años, con quien había terminado y regresado incontables veces.

En el camino pasé por una tienda, me detuve sin pensarlo, compré un refresco, unas galletas sabor chocolate, un mix de arándanos y semillas y apenas con un ápice de memoria, una gran bolsa de chetos de bolita, sinceramente no sabía si le gustaban esas cosas pero, como experta en tener el corazón roto, sabía que el mix y el chocolate harían de las suyas para activar la química de la alegría y los chetos eran cosa nuestra, así nos habíamos conocido, por unos chetos  de bolita.

La Pócima de cupido: Unos Chetos De BolitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora