Al abrir mi mochila, ahí estaba…
El sobre era rosado, un corazón hacía de sello, y tenía una muy leve fragancia a perfume floral.
Con el sobre en mis manos, debí haber pasado cerca de 5 minutos de pie como un idiota, simplemente incapaz de comprender lo que mis ojos estaba viendo.
El sonido del escape de un auto me sacó del trance en el que estaba, y mirando a mí alrededor, me di cuenta que estaba en mi habitación. Era un jueves por la tarde, la escuela había terminado y me disponía a sacar mi libro de química para estudiar para el examen de mañana, todo era perfectamente normal, hasta que al abrir mi mochila ahí estaba, una carta de amor.
Sopesando el sobre, supe que dentro solo debía haber una hoja de papel, y temeroso, no estaba seguro si abrirlo o no, ya que nunca he sido el tipo de persona que se ve a menudo en situaciones como estás.
Soy bajo, enclenque, calificaciones de promedio para abajo, y un asco en todos los deportes. Si algo bueno he decir de mi, es que nunca una chica me ha rechazado, pero eso se debe a que nunca he invitado a salir a ninguna, no soy el tipo de persona a la que le llegan cartas de amor, pero si el tipo perfecto al que le llegan otro tipo de cartas...
Abriendo el sobre, encontré una carta escrita a mano con una letra elegante y femenina.
Mañana quédate en el salón al terminar las clases.
Sofía
El texto era corto y no decía mucho, pero al mirar la firma, una sonrisa amarga llegó a mis labios y sentí humedecerse mis ojos. Claramente alguien quería jugarme una broma pesada.
Con un dolor oprimiendo mi pecho, hice una pelota tanto él sobre cómo la carta, y los tiré a la basura. No iba a caer en un engaño tan obvio.
Sacando mi libro de texto, me dispuse a comenzar a estudiar, pero el coraje y la desilusión de que mi primera carta de amor solo sea una broma cruel, no se fueron de mi cabeza en todo el día.
Al día siguiente, después de entregar el peor examen que he hecho en mi vida, al que la única respuesta correcta posiblemente solo sea mi nombre, al volver la cabeza en dirección a la ventana, sentada en su banco, ahí estaba ella.
Decir que Sofía es una chica perfecta es quedarse corto. Largo cabello negro, solo dieces en cada metería, un cuerpo alto, y una figura de super modelo, excelente en todos los deportes, la mejor en todo lo que hace o lo que intenta, una chica tan perfecta que a veces parece irreal, el sueño de todos los chicos de la clase, y el mayor anhelo para un perdedor que nunca ha sido rechazado porque nunca ha invitado a salir a nadie.
Una persona tan fuera de mi liga, que el hecho que sea su firma la que aparecía en la carta, hizo que la broma fuera tan obvia.
Después de mirarla por varios minutos en los que ni siquiera me devolvió la vista ni una única vez, me pregunté en qué estaban pensando los bromistas, pudieron haber puesto cualquier otro nombre en la carta y hubiera funcionado mejor, pero no soy tan idiota para caer en algo así.
Incapaz de concentrarme en nada, y solo teniendo la idea de ser de los primeros en salir del salón apenas terminara el día. Llegamos a la última clase, donde la profesora de inglés, nos dio la hora libre para repasar, mientras ella salía a resolver unos asuntos, y lo único que pedía a cambio era silencio.
Obviamente, lo que ocurrió apenas la profesora salió, fue un gritó generalizado de toda la clase.
Entre tanto ruido, vi que Sofía sacaba su celular de su bolsa, se puso sus auriculares, y después de colocar su celular en un stand, comenzó a ver una serie para desconectarse de la clase.