La mente puede llevarte a lugares inimaginables, puedes ir y volver sin necesidad de moverte de tu asiento, puede hacerte recordar momentos felices, así como también momentos tristes. Esto nos lo explicaba la maestra Rossy en la clase de neurociencia cuando estábamos en la secundaria, me di cuenta de que es cierto, justo ahora estoy recordando esos momentos en los que mi hermana y yo nos aburríamos en su clase, aunque no debería estar pensando de esto mientras conduzco. Extraño a Isa, ella es mi única hermana y justo voy a visitarla. Lamentablemente, ella se encuentra en un "centro especializado para personas con discapacidad mental", muy largo el nombre, ¿verdad? Para resumirlo digamos que está en un manicomio. Desde casa es muy lejos el camino porque queda a 2 horas en auto, me mudé de casa de mis padres cuando estaba en mis veinte para trabajar en la ciudad y no los he visto en mucho tiempo, hace poco recobré el contacto con mis padres y me dijeron que mi hermana está interna desde hace un tiempo y me preocupé, pregunté cuáles días y horas eran posibles para visitar y aquí voy de camino, un domingo.
El cielo está hermoso, me recuerda a cuando éramos niñas y salíamos a jugar en el patio de la casa. De veras la extraño, no sé por qué perdí el contacto con ella si éramos tan unidas. El camino es solitario, claro está, es fin de semana, las personas están en sus casas o en las iglesias. Este camino es peligroso, no hay policías, tiendas ni lugares para orinar, me estoy orinando, que suerte tienen los hombres al orinar de pie, pueden hacerlo donde quieran.
Ya llevo como media hora de recorrido, por suerte me detuve antes en una gasolinera y llené el tanque antes de ir más lejos. No se ve nadie, no se ve nada, no es como que pueda poner música porque mi radio está dañada. Pero aquí sigo, estoy sola, es aburrido, la única compañía que tengo es la asistente de Google diciéndome el camino que debo seguir, pero no es como que sea tan difícil llegar, son puras curvas y calles rectas que tengo que seguir.
El cielo se está nublando, creo que pronto va a llover, esto es malo, es más difícil conducir cuando llueve, y es peligroso por todas las curvas que hay, es posible que ocurra un accidente. De todos modos, sigo conduciendo, con menos velocidad, eso sí. Ya empezó a llover y el camino cada vez está más aburrido, ahora, aunque sea, tengo el sonido de las gotas de lluvias cayendo en el techo del auto y el sonido del limpiaparabrisas mientras va de un lado al otro. A lo lejos de mi solitario viaje se escucha música, al principio es solo una fina línea, pero luego se va intensificando y llega a ser un sonido muy fuerte, al ver por el retrovisor noto que un auto se está acercando a gran velocidad, cuando me pasan por el lado me doy cuenta de que son unos adolescentes y por el volumen de la música y lo divertido que ven, supongo que no es agua lo que están tomando. Eso me recuerda a cuando Isa, nuestros amigos y yo íbamos a fiestas, de regreso siempre conducía yo porque era la que menos tomaba, que buenos tiempos.
Ya llevo una hora de camino, cada vez más cerca para volver a ver a Isa, ¿hace cuánto que no nos vemos? ¿3-4 años?, vaya, eso es mucho, la última vez que nos vimos fue para celebrar su graduación de la universidad. De las dos soy la mayor, le llevo casi 3 años, pero siempre nos trataron como si tuviéramos la misma edad. Éramos tan unidas. Cuando se graduó de la universidad me dijo que quería que hiciéramos una fiesta en casa, porque estaba lloviendo, pero le insistí que mejor sería salir a cenar, ella tan cabeza dura como siempre dijo que lo que quería era ir a una fiesta, así que terminamos yendo a un club. Esa noche la pasamos muy bien y bebimos mucho, yo tomé bastante, pero lo suficiente para estar sobria para poder manejar de vuelta. El día siguiente de esa noche volví a la ciudad y no nos hemos vuelto a ver.
He estado manejando desde hace más de hora y media, la voz de la asistente de Google se está frisando porque no hay suficiente señal, pero de todos modos ya me sé el resto del camino, cómo olvidarlo si siempre que veníamos de peda nos íbamos por aquí. La luz de un farol me distrae de mis pensamientos, a la distancia puedo ver que el farol está más alto a los que he visto siempre, me acerco y distingo que es porque un auto está volteado. Acelero para ver si puedo ser de ayuda, salgo del auto y corro bajo la lluvia hacia el auto dejando el mío prendido en medio de la calle. Voy por el lado del copiloto e intento limpiar la ventana con la manga de mi abrigo, puedo notar una cara familiar y me asusté al notar quién es esa persona, es mi hermana, veo a Isa ensangrentada, sin moverse. Intento abrir la puerta, pero no puedo, voy hacia el lado del conductor para ver si puedo hacer algo e intento observar por la ventana para ver quién era la persona que conducía, limpio el espejo con la manga de mi abrigo y puedo notar una cara, se me aguan los ojos, me asusto y me alejo de un salto por la sorpresa. Vuelvo a acercarme y me aseguro quién es la persona que está en el asiento del conductor... soy yo.
-Gloria, es hora de despertar- dice la enfermera con unas pastillas en las manos -tus padres vinieron a visitarte, hoy es el aniversario de la muerte de tu hermana-