capítulo nueve

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Al ver a uno de los chefs me sorprendí, más porque los recordaba muy amorosos y demasiado cálidos conmigo, enseguida me comenzaron a golpear los recuerdos de los primeros días de cuando llegué a Sooga y Pucca me presentó con ellos, me concentré de nuevo cuando un empujón de una persona me llegó para ver lo que pasaba entre toda la multitud.

—¿Q—Qué hace aquí? —Pregunté, abrazándome a mi misma. 

Este al ver lo que hice, enseguida me dio una cachetada, abrí la boca sorprendida y comenzó a golpearme con sus manos, me comencé a defender y nos separamos porque llegaron más personas.

—¡Están defendiendo a una asesina, suéltenme, yo sólo vine porque me pagaron! —Exclamó con sus manos sucias. —¡Suéltenme!

—¿Quién te pagó? —Me paré finalmente, sacudiéndome la ropa. —¿Fue una chica?

—Sí, una de pelo negro.

Eso fue lo último que dijo, ya que se lo llevó el policía de mi pueblo, lo recorrí con mi mirada hasta que ya finalmente lo perdí, vi como llegó mi pareja y mis amigos, este me abrazó fuertemente y besó mis labios. 

—¿Estás bien? Apenas supe vine corriendo.

Asentí, les expliqué la situación y ellos me escucharon atentamente, fue Dada quien soltó que se le hacía extraño ya que los chefs tenían bastante moral, él había trabajado con ellos desde pequeño después de todo. Gao y Stephanie llegaron después y Gao me abrazó preguntando por mi. 

—¿Cómo te sientes?

Lo empujó Garu, y este frunció el ceño, le reclamó alzándole los brazos enojado.

—Quería ver si estaba herida, tranquilízate.

Garu lo miró de pies a cabeza, Stephie llegó y también me abrazó, la abracé devuelta y todos me miraron, expectantes. Se rompió el silencio porque mi papá llegó a los minutos, me apuré caminando hacía él.

—¡Hija mía!

Estaba triste por verlo así, al parecer entrenar tanto le estaba pasando factura, él se veía cansado y me dolía verlo así.

—¿Cómo te sientes, quieres que te prepare un té?

Negué diciéndole que era mejor que nos vayamos a casa, hicimos caso, y cuando llegamos mi papá estaba tratándome, se fue a recostar y nos quedamos en la sala, ellos me veían preocupados.

—No podemos seguir así, tengo miedo de encontrarla muerta. —Dijo Abyo, su pierna se movía rápidamente. —Estoy ansioso. 

Ching se apoyó en su hombro, dándole un beso en este para calmarlo, entrelazó sus dedos y poco a poco su pierna dejó de moverse

—¿Entonces, qué podemos hacer, cámaras o algo así? 

Esa fue la idea de Dada quien estaba más pálido de usual, y tenía más ojeras, estaban azules. Me dio pena verlo así, hice una mueca disgustada.

—Tengo los ahorros de toda mi vida, nos alcanza para por lo menos una cámara decente. —Exclamó Dada pasándose las manos por la cara. —Nos puede servir

Le dije que obviamente que no, ¿cómo se le ocurriría decir semejante cosa? ¡Eran los ahorros de su vida! Teníamos que pensar en algo mejor, no en lanzar todo a la borda y ser cómodo todo por dinero

—Gracias por esto chicos, de verdad, ustedes son lo mejor que me ha pasado, pero, no podemos acomodarnos con dinero, tenemos que pensar en un mejor plan. 

Me senté, abriendo un cajón, sacando un cigarro prendiéndolo, comenzando a fumar.


Un nuevo silencio [SEGUNDO LIBRO] [Garu y tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora