Catorce vueltas a empezar.

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· JOSEPH ·

Sentía que se me descomponía el cuerpo con todo lo que estaba pasando.

Hace unas horas todo estaba perfecto, sabíamos poco unos de otros en general. Y ahora Peter es gay, Tom es bisexual, ambos están medio dentro del clóset porque esto les acompleja, Peter tiene un exnovio muy estúpido, Tom es un bully y está llorando frente a nosotros.

Diana estaba abrazándolo, ahora Peter está hablando con él.

—Yo te perdono, Tom.

Tom continuó llorando mucho más después de eso. Fue ver en su rostro la manera en que algo se rompía y se arreglaba al tiempo. Supongo que realmente necesitaba escucharlo.

Miré hacia abajo. Me sentía como si estuviera completamente fuera de lugar en comparación. Peter ya lo había perdonado, y Diana se había puesto en el lugar de ambos desde el principio. Pero mi mente voló y se perdió en recuerdos explícitos de hace años. Intenté borrar todo de mi cabeza, porque estaba cansado de vivir en el pasado. Tan cansado que me había acostumbrado a crear una nueva idea de mí desde el momento en que me harté.

Era difícil ver a Tom en este momento, porque ahora él era la víctima de la situación, y no podía imaginar de esta manera a aquellos que me asfixiaban a mí en clases.

Miré a Peter, despegó sus ojos tranquilos, comprensivos y suaves de Tom en cuando lo hice, y me miró de vuelta. Me sonrió con una mezcla de pena y confidencia, como si me estuviera pidiendo un favor. Y yo me mostré transparente, hice que se notara que no entendía qué pasaba, que no sabía qué hacer exactamente, que no me sentía bien. Y él me miró diferente, casi preocupado.

Me levanté de mi lugar y me senté junto a Tom. Puse mi mano en su hombro, como si fuera una conducta de grupo que tenía que seguir. Y me miró. Tenía los ojos rojos, al igual que el resto de su rostro. Y entonces moví todo mi mundo para entender.

Perdonar nunca fue lo más fácil para mí. Hace años, mi persona favorita en el mundo —que sabía que lo necesitaba— se fue sin decírmelo y borró mi número. Nunca se lo perdoné. Nunca quiso volver a contactarme. Y entonces me culpé a mí mismo por ser molesto o un estorbo. A ese niño de 13 años que no tenía por qué estar siendo molesto. Cambié bastante de mi apariencia y mi manera de referirme al mundo, intenté ser menos lamentable, luego más gente que llegó y se fue de mi vida pasó. Y al final, al ser finalmente muy diferente a como era antes, volví a poner toda mi ira sobre él. Porque nunca volvió. No tenía razones para perdonarlo.

Tom ni siquiera me había hecho algo a mí. Pero por un lado había herido a Peter, que se veía frágil, que la pasó mal, que no lo merecía. Y por otro lado había herido a alguien por la misma razón por la que me hirieron a mí, pero él no tenía a nadie, a diferencia de mí.

Y luego, finalmente, por otro lado, Tom era un chico demasiado asustado de admitir tu sexualidad. También fui eso.

Y aunque no me permitía perdonar con facilidad, me dolía y me molestaba verlo así. La culpa es el peor sentimiento que existe ¿no? Eso dicen.

—Está bien. Lo importante para merecer el perdón es arrepentirse, pedir perdón, y luego puedes intentar enmendarlo —dije.

Lo pensó unos segundos.

—¿Y cómo lo enmiendo?

Me encogí de hombros.

—¿Qué tal si te quedas como estás? —Me miró confundido— Buena persona, agradable, gay.

No pudo evitar soltar una risa ahogada. No se lo esperaba. Diana y Peter tampoco.

Y entonces volví a sentir que hablaba con el mismo Tom de siempre y le sonreí sinceramente.

"Algo así como estar bien".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora