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Carrera contra el tiempo

John despertó con un horrible dolor de cabeza y algo mojando su hombro. La luz tenue del cuarto lo ayudó a acostumbrarse rápidamente a la iluminación, estaba en una habitación vieja que reconoció como el pequeño cuarto que Greg había conseguido. La gotera de la cañería caía justo sobre su hombro izquierdo, por lo mojada que estaba su ropa dedujo que estuvo unos largos minutos allí encerrado. Al moverse se dio cuenta de que estaba atado a una silla en el centro del cuarto, y cuando quiso humedecer sus labios notó la mordaza. A cada segundo entendía más la situación y el miedo comenzaba a hacerse presente; su respiración se acercó, sus muñecas se raspaban contra el precinto con la intención de liberarse, comenzó a sudar por la desesperación y la poca ventilación del lugar.

Se quedó quieto cuando sintió movimientos a sus espaldas, escuchó un gruñido y metal golpeando metal. Contuvo la respiración cuando los gruñidos se transformaron en gritos desesperados y el ruido de las supuestas cadenas contra otra superficie metálica se intensificó. Por un momento creyó que La Criatura estaba atrapada allí con él, pero no reconoció sus balbuceos ni quejidos. Quien sea que estuviera en aquel rincón tenía una presencia que infundia miedo sin necesidad de mirarlo, con solo escuchar sus gemidos John ya estaba rezando para que cualquier otra persona cruzara esa puerta para no estar sólo con esa cosa.

Los golpes metálicos se detuvieron repentinamente dejando un silencio asfixiante en el cuarto. John creyó que podía escuchar sus latidos acelerados. La humedad y el miedo comenzaron a ahogarlo, sentía su respiración hacerse cada vez más pesada y el dolor de cabeza aumentaba con cada minuto. Volvió a contener el aire cuando escuchó la pesada exhalación del desconocido, su aliento se sintió caliente a pesar de estar lejos, la presencia se sentía animal, feroz. Tragó saliva ante el silencio y apretó los labios intentando ocultar su miedo, porque algo le decía que aquella criatura podía olerlo.

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Sherlock, Victor y Holmes se escabulleron hacia el edificio de habitaciones por una puerta trasera. El detective les hacia señas para moverse entre las sombras y los rincones. Llegando a la puerta del sótano, Sherlock detuvo al detective.

-¿Qué crees que estás haciendo?

-Bajando al sótano, por si no lo has notado

-Ahí es donde se esconde Moriarty

-Tengo el presentimiento de que el profesor ya encontró un nuevo escondite

Abrió la puerta con facilidad y bajó la escaleras, los chicos lo siguieron a diez pasos de distancia. Una vez abajo, Holmes caminó por el estrecho pasillo de piedra hasta la esquina, se asomó y dobló. El sótano estaba vacío de presencia humana real o ficticia, solo había objetos escolares y otras cosas inservibles.

-¿Y ahora qué? ¿Será nuestra nueva guarida?

-Si quieres puedes quedarte

Holmes examinó el cuarto de sótano con la mirada. Se agachó para revisar el suelo, se puso de pie para revisar el techo y tocó las paredes para inspeccionarlas.

-¿Tiene algo?- preguntó Victor.

-Lo suficiente

Se dio la vuelta dirigiéndose a las escaleras para abandonar el lugar. Sherlock y Victor intercambiaron miradas y lo siguieron arriba. Antes de salir Holmes verificó que no hubiera nadie alrededor y se adentró a la sala común ahora vacía. Sherlock se cruzó de brazos y alzó una ceja.

-¿Y bien?

-Definitivamente dejaron el sótano. ¿Qué otro lugar pueden haber tomado?

-El taller de arte- dijo Victor. -Allí fue atacado Greg, quizás porque los descubrió