Nueva pesadilla.

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Me desperté con el cuerpo de Connor acurrucado al mío, enrollados como una pareja, descansábamos desnudos y completamente descubiertos, acostados encima del edredón. Habíamos agarrado todo el frio de la noche, pero eso no me preocupó y volví a recostar la cabeza en la almohada, así me parecieran los segundos más surreales de mi vida, debía disfrutarlos.

La cortina gris que colgaba de la ventana invitaba a que los rayos del sol se filtrasen a través de la delgada fibra de la tela. Me sentía como en los días gélidos en la mansión donde me levantaba con los ánimos arriba para hacer el desayuno y tomar un descanso con Cass, aunque después de esta experiencia con Connor ya nada sería igual. Además, me había prometido olvidar a ese chico después de haber rechazado mi beso, y a conciencia abierta, solo me había obsesionado por su majestuoso físico, pero nunca por sus sentimientos, porque, ¿tenía? Quizás nunca lo descubriría.

Y fue en ese complejo instante donde simplemente bastó un segundo para que colocara los pies sobre la tierra. La mansión, Cass, Las reglas, Faddei, El desayuno... EL cuerpo mortecino de Zoé... Todo se revolcó en mi cabeza y estalló como una bomba nuclear.

El rostro de Connor lucía angelical a poca distancia del mío, los mechones rubios rebozando su frente, las cejas rectas, el corto hilo de aire que emanaba por sus fosas nasales, el piercing en su labio y el tatuaje en su brazo lo hacían resaltar sexy y rudo, pero esas mejillas rosadas junto a sus pestañas largas, volvían a enfocar a un chico adorable salido de un show ochentero.

Desplacé mi mano en los músculos de su brazo y cautelosamente lo aparté del agarré en mi tronco, lo mismo hice con la pierna que reposaba encima de la mía y luego me senté en la cama.

—¿A dónde vas, cielo? —despegó los ojos lentamente y me sentí en un sueño, la delicadeza en sus ojos había sido perfectas de un muñeco y no dudé en bromear:

—¿Seguro que no fuiste fabricado por Mattel?

Sonrió y se apoyó del colchón para alcanzar mis labios; suspiré cuando me besó delicadamente como si estudiase la forma de robar una partícula de la carne de los mismos y me estremecí cuando su lengua volvió a revolverse con la mía.

—Nunca me habías preguntado eso, pero si fui fabricado por Mattel, sin dudas tú eres la muñeca que fue fabricada para hacerme compañía—y volvió a reparar su lengua en mis labios.

El beso se estaba haciendo más largo y más excitante de lo que esperaba, cada mordida mandaba una onda de electricidad hacia mis pensamientos más lascivos, parecía que Connor había sido capaz de darle vida y mantenerlos enérgicos, pero no podía, no ahora. Debía regresa a la mansión.

—Sin dudas—sonreí y logré separarme de él al mismo tiempo que me levanté de la cama—. Pero ahora tengo que ir al baño, enseguida regreso—probé sus labios por última vez y él se aferró a mí como un niño pequeño cuando sostiene el brazo de su madre chillando para que le compren el juguete del que se enamoró en la tienda.

—Lex, un rato más—me haló y con rapidez caí en las sábanas y en un intento fallido del juego de esquivar sus labios, volví a terminar atrapada en ellos.

Por responsabilidad debía ir con prisa a la mansión, aunque mis sentimientos deseasen que me siguiera revolcando con Connor, entre besos, risas, juegos, bromas y apodos clichés, porque eso era lo único que había deseado en mucho tiempo, alguien con quien recrear las escenas más vergonzosas de las series y películas de romances juveniles.

Hasta que tuve la fuerza de apartarlo una vez más e ir a meterme a la ducha sin ningún tipo de distracción. Pensaba en tomar un baño rápido, pero mi plan se dificultó cuando mi parte íntima no permitía que la tocase mucho, ardía cuando intentaba enjabonarme, así que tuve que ser cuidadosa; sabía perfectamente que había sido por el sexo en la madrugada y no me arrepentía.

CASS don't let it outDonde viven las historias. Descúbrelo ahora