23. Descanso

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Hemos viajado por horas y horas, tanto así que ahora el cielo está pintado de un tono anaranjado oscuro, uno de esos que sabes cuando aún es tarde pero ya se siente la noche.

Vengo montada en el lomo de Kirishima que ahora está con su transformación de dragón; detrás mío se encuentra Bakugo, su aura poderosa se siente tan penetrante, como un muro gigante que te impide ir más allá.

Mina se encuentra montada en un dragón blanco, en Sero.

Si. Yo también me sorprendí al saber que él también podía transformarse.

<<Soy un guerrero, Najuny, tengo mis trucos y eso es lo que me vuelve alguien fuerte.>>

Es un dragón blanco, piel parecida como una roca, alas grandes y ojos amarillos.

No tenía un aspecto tan rudo o temible como el de Kirishima pero lo superaba en tamaño.

—¿Por qué Najuny tiene que ir a fuerzas contigo?—chilla Mina, asegurándose de que Felino no se vaya a caer.

—La ultima vez que estuvo contigo terminó drogada.—regañó Bakugo.

El vuelo tanto de Kirishima como de Sero se volvía cada vez más lento, incluso las alas le temblaba y se veía que hacía un enorme esfuerzo por moverlas.

—Deberíamos tomar un descanso.—comento.

—Si tomamos un descanso no llegaremos en un día.—resuena la voz de Bakugo a mis espaldas.

—Han estado volando desde la mañana, deben estar muy cansados.

—Y seguirán hasta que lleguemos.

Ladeo mi cabeza para poder verlo.

—¿Estás de broma, no?

—¿Desde cuando soy un payaso?

—Lo dices así porque tú no eres el que está haciendo un esfuerzo por mantener tu vuelo, simplemente estás echado disfrutando el bonito paisaje.

—No tenemos tiempo que perder.

Dios mío. No me imagino la exigencia que les dio al venir por mí para que llegaran en un día.

Me inclinó hacia Kirishima y le acaricio el cuello.

—Toma un descanso, dragoncito, seguiremos mañana.—sonrío.

—Aquí las órdenes las doy yo, no tú.

La sonrisa se me borró de inmediato.

—Pues dile que aterrice entonces.

—Tú no me dices que hacer.

Suspiré y con cuidado de no caer me volteé para poder quedar de frente a frente con Bakugo. Crucé los brazos y sólo lo miré.

—¿Qué haces, idiota?

No dije nada, sólo seguí mirándole.

—No intentes desafiarme con la mirada porque en todas he ganado.— no respondí. Sonrió maliciosamente y acercó tanto su rostro que podía sentir su aliento—. Sabes, lo que más odio son los berrinches.

Silencio.

Bajó la mirada a mis labios y después la subió rápido, se alejó de mi cruzando los brazos sin quitarme la mirada de encima.

Con su pie le dio dos golpes a Kirishima y este rápidamente comenzó a aterrizar de una manera como si no tuviera frenos, como si de la nada se soltara tanto para descansar un momento sus alas.

Como estaba de espaldas el impulso me llevó para atrás haciéndome agarrar de lo primero que tengo enfrente. Bakugo.

Me sujeté de sus hombros para no caer. La verdad no es que le tenga miedo a las alturas pero éste hombre, éste hombre me despertaba el miedo a ellas.

Crucé mis manos detrás de su cuello y con una pierna me aferré a su espalda.

El chico parecía una piedra, un muro como dije antes, no se movía de su lugar ¿tan acostumbrado a esto estaba?

Bakugo agarró el muslo de mi pierna que no estaba sujeta a él y se acercó a mi oído.

—¿Ves que yo siempre gano en todas?—susurra.

Aprieta mi muslo y la deja detrás de su espalda poniéndome en una posición de koala abrazando a un tronco.

La piel se me eriza y el estómago se me revuelve, espero que sea por la caída.

Recargue mi cabeza en su pecho para cubrirme de lo que fuera a suceder. Si me caigo él se cae conmigo.

Se sintió el retumbar de un golpe, lo que significa que Kirishima ha aterrizado.

Da un estornudo y después yo separo mi cabeza de su pecho, miro a mi alrededor y seguimos en un bosque, muchas plantas, árboles, flores, aire fresco pero diferente al de antes. Se ve algo oscuro.

Siento como el pulgar de Bakugo me acaricia el muslo lo que me da por voltear a ver hacia dónde tiene su mano. Cuando lo hago él la quita rápidamente.

—Si no te bajas voy a empujarte.

Me separo de él y me bajo.

—Eres un loco suicida.—digo en voz bajita para que no me escuche pero fue en vano.

—Lo dice la que salto de lo más alto de un castillo.

Sero y Mina llegan en seguida. Felino baja de un salto y Mina también.

El vapor comienza a salir de los dragones hasta que toman su forma normal.

Mina se acerca a Kirishima para saber cómo se encuentra.

Yo; por otra lado, me dirijo hacia Sero quien está en el suelo sentado.

Me agacho a su lado y le toco la frente.

—¿Estás bien?—digo y él sonríe.

—Siempre estoy bien, Najuny.—me guiña un ojo.

Me sorprende como es que pueda seguir con esa actitud después de haber estado volando por horas y horas y horas.

El pelinegro mira por encima de mi hombro y me quita la mano que tenía en su frente.

—Ya ya, dije que estoy bien.—se pone de pie con mucho esfuerzo y se vuelve a caer—. Bien cansado pues.

—Quédate ahí, buscaré agua y alimentos.—volteo hacía algún lugar que sea seguro de ir y me topo con Bakugo, está viendo a Sero con la típica mirada asesina. Sero simplemente hace como si no lo notara.

Mina ahora se encuentra junto a Kiri devolviéndole su pañuelo.

Le toco su hombro y esta me mira.

—Tenemos que ir a buscar agua y algún alimento con líquido.

Ella asiente.

—Te acompaño.

Tomamos rumbo hasta que...

—Un momento—se escucha una voz autoritaria que nos hace parar en seco—. No se van así como si nada.

—Necesitan hidratarse.—respondo.

—Ya está muy oscuro.

—Entonces acompáñanos.

—De acuerdo—responde después de una larga pausa—. Mina, tú quédate con ellos, no nos tardaremos.

Ella me mira y vuelve a Kirishima.

—Andando—pasa de mi lado haciendo que su capa me pegue—. No hay tiempo que perder.

Miro a Mina y sé que ella no va a replicar contra la palabra de Bakugo así que tomo un suspiro y sigo al rubio.

Dulces traiciones  (Katsuki Bakugo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora