Las puertas de la mítica institución mágica se hallaban abiertas frente a mi. Bueno... A mi, y a muchos otros estudiantes. ¿Que podría pedir más allá de la suerte que me ampara ahora mismo? La directora del colegio me ha llamado a parte gracias a mi condición. ¿Es esto una maldición o un buen augurio? Sólo se una cosa... Ahora mismo ella es toda la "familia" que me queda. Ella y los desagradables con los que vivo.
~ ¿Ya tienes tu pluma y libros, verdad Michael?
— Si, señorita.
~ ¿La túnica y tu varita también?
— Si, señorita.
~ ¿Te has decidido por una lechuza al final?
— ¿Para qué? Nadie va a mandarme una carta.
~ Es necesario por si Marco necesita hablart-
— Aprecio mucho su dedicación -Le interrumpí, con algo de molestia- pero los Malfoy no me quieren con ellos, Marco sólo me acepta porque esta casado con mi tía. Además, directora, decidí-
~ Soy tu madrina, Michael. -Me interrumpió ella, esta vez. A veces olvido que le molesta el ser respetuoso con ella. Tarde un par de segundos en continuar.
— Madrina. Decidí usar el dinero para un gato, siento que me hará más compañía.
~ ¿No te crees capaz de hacer amigos?
— Nadie sabe de mi, por suerte lo que me ocurre es un secreto por ahora. Y prefiero que así se mantenga, con que Julius lo sepa creo es más que suficiente.
~ Debo irme ya, en unas horas tendré que dar el mensaje de bienvenida. -Comentó la directora, antes de besar mi frente y darme una sonrisa materna que no había visto en años.- Quiero que tengas un buen ingreso, Michael. ¿Puedes hacer eso por mi?
— Trataré. -Respondí, cabizbajo.
Y así, la directora Nayai Everard se alejó del abrazo que compartíamos, reencontrándose con su hermano mayor y maestro de pociones en el camino. Mejor amiga de mi madre, una mujer madura y dedicada a sus labores como bruja, aún en una época donde el poder hacer magia era lo peor visto, ha llevado el peso de las clases de defensa contra las artes oscuras a sus hombros hasta finalmente poder ser la directora de la institución más prestigiosa. Mucha gente pasaría por alto que esa señora ya rondaba los cincuenta años de edad, y el decir que su mejor amiga fue una vez su estudiante decía mucho de lo comprometida que era. Ojalá mamá pudiese verle sonriendo mientras luce su vestido blanco con retoques coloreados con las cuatro casas. Era tan joven...
Las maletas entregadas a carruajes que administraban las pertenencias por todo el colegio me daban algo de inquietud. ¿Cómo sabrán los Thestrals a donde van, si nadie tira de ellos? Debería ya aprender a levitar las cosas, para poder traerlo por mi cuenta. Quizá es mucho pedir, pero me falta mucho por aprender, y necesito mucho más por saber.
~ ¡Hey, hola!
Una voz joven y carismática me saco de mi trance. Me asusté, creyendo que había pisado algo o que ese chico tenía algún problema conmigo. Para mi sorpresa, no fue nada.
— Ah, hola.
~ Veo que conoces a la directora. Eso es algo extraño, pero me parece genial. Soy Albern Prince, es un gusto. -Comentó el desconocido antes de extender su mano. Tuve que estrecharla, un poco por obligación y otro poco por curiosidad.-
— Michael Wallace. Y si, la directora es mi madrina, nos conocemos desde hace tiempo.
~ Ya veo, eso es interesante. Bueno, toda mi familia ha estudiado aquí, quizá se conozcan también.
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4 Houses & a Child
FanfictionInglaterra, Mil Seiscientos Cincuenta. Época de sucesos y cambios. Luego del fin de una guerra y la revolución científica, el fin de la edad moderna, la producción agraria en crisis y las epidemias, los magos de la época tenían una mayor crisis que...