Su vida no estaba dando para más, desde aquel accidente no había sido más que monótona, ¿Que podría hacer si todo lo que estaba ocurriendo le estaba impidiendo hacer lo que amaba?
Su habitación inundada en tristeza y aura pesada, estaba él tirado en la cama, suspiró.
No quería terminar de esa manera. Se sentía agotado.Desde el otro lado de la puerta escuchó a su abuela gritar, seguro era el desayuno.
Suspiró nuevamente conteniendo su irritación y se paró de esta para aproximarse afuera, con cuidado se tomó de las paredes guiándose.
Como era de esperarse, su abuela ya le tenía ese delicioso desayuno, sonrió poquito al oler eso apetitoso.— Gracias.
Agradeció sin más y procedió a comer.
Escuchó como aquella se acercaba, gracias a los escandalosos chirridos de su silla de ruedas.
— Katsuki...la trabajadora social ha dicho que debíamos contratar a alguien que cuide de ti mientras mejoras, sé que esto no va a agradarte, pero tienes que saber que lo hago para que estés mejor.
Se había quedado perplejo por lo que había dicho. Ella sabía que su orgullo no le permitía dejarse ayudar por alguien más. Estaba sin palabras, solo se le quedó observando a duras penas.
— Sé ha contratado a alguien, de modo que yo también tendré que irme, no...no estoy suficientemente bien para poder cuidarte, cariño.
Sus ganas de llorar eran inmensas, tantas que no pudo siquiera contener sus lagrimas, porque si, katsuki era alguien el cual no gustaba de que le miraran de esa forma y apesar de que no mirase el rostro de su abuela, sabía que ella le miraba con pena.
Solo pudo observar como la silueta de aquella se alejaba, dandole el espacio que necesitaba para pensar las cosas, y mentalizarse para lo proximo que estaba por vivir.
Tenía tantas preguntas, y sobre todo una rotunda negación a que alguien le cuidase.
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No habían hablado mucho desde aquel día, Katsuki se la pasaba encerrado en su habitación escuchando música en su walkman. Vaya dias de mierda tuvo pensando en un sin fin de cosas, tratando de resolver algo que no tenía solución.
Suspiró, solo pudo soportar el camino al asilo con esas canciones de Aerosmith que tanto le gustaban. Podría decirse que era raro ver a Katsuki hablando más de 3 oraciones, era bastante concreto con lo que decía, y eso fue empeorando cuando su vista fue disminuyendo, pues su manera de convivir era aún peor.
Su playlist especial fue interrumpida por aquel olor a café y a muebles viejos que inundó de pronto sus fosas nasales, sabía que habían llegado, no tomó ni un segundo y ya su abuela se escuchaba conversando con otros viejos, sonrió un poco, le agradaba saber que al menos uno de los dos iba a estar bien.
Sintió como una mano se posó en su hombro y se sobresaltó, poniendose firme, no le gustaba mucho el contacto físico.
-Lo siento, debi haber avisado, soy Momo Yaoyorozu la trabajadora social.
Su tono de voz parecía bastante amigable y muy educada, ¿ella es la que cuidaría de él?, era bastante correcta para alguien tan testarudo y huraño para él, vaya que sería un problema. Solo se limitó a asentir con la cabeza.
Terminando el papeleo, solo quedó por despedirse de su abuela, no le gustaban las despedidas ni a él tampoco, se acercó a él y le abrazó con fuerza.
-Sé que puedes cuidarte, eres fuerte Katsuki.
Le correspondió el abrazo a su abuela.
-Claro que lo soy.
Sonrió ligeramente regresando nuevamente al coche, dejandole atrás.
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Aunque intentó no cruzar ninguna palabra con la contraria, no pudo evadirla por completo, fingió escucharla, asintiendo repetidas veces.
-...Si tienes algún problema con el trabajador social, puedes llamarme.
Le entregó una tarjeta en una de sus manos y siguió manejando. El cenizo acercó aquella para observar los números, a duras penas podía distinguirlos, ella sabía que tenía muchas dificultades, aunque aun podía ver poco, se había ofrecido a ponerle su numero en su celular directamente pero fue algo que se negó a que lo hiciera.
Minutos después pudo recordar que había hablado de un "trabajdor" social, ahora se encontraba confundido, pensaba que aquella sería su acompañante ahora que no estuviese su abuela.
Se quedó en silencio durante lo que restaba del trayecto.
¿Sería un chico el que le cuidaría?¿Que era en lo que podía ayudarle?, él podía solo. Bufó al finalmente haber llegado.
Se bajó del coche con precaución y caminó hasta la entrada, pudo notar que alguien más se encontraba ahí, incluso el olor a su perfume lo delataba, aunque debía admitir que olía bastante bien. El pelirrojo no tuvo ninguna pena de acercarse y hablarle con entusiasmo.
-¡Buenas tardes, Joven Bakugou!, yo soy el trabajador social que estará con usted algunos meses.
Sonrió ampliamente, tomó la mano del cenizo y le dio un apretón ligero para saludarlo, Katsuki con aún sorpresa en su rostro por aquel apretón, incluso se olvidó de hacerlo pues aún no se recuperaba.
-Bien Joven Bakugou, he dado instrucciones a su acompañante, no me queda más que despedirme
El pelirrojo asintió con educación a la contraria y ambos le observaron irse sin más. Se preguntaba si ya habría explicado todo lo que había que hacer o solo le dejó a su suerte. Esperaba que no, solo no quería que le molestara. Suspiró pesado y se aproximó a su habitación, no tenía pensado decirle alguna palabra
Aquel no le dejó mover ni un pie pues le había interrumpido el camino colocando una mano en su hombro, detuviendole.
-Hey Señor Bakugou debería enseñarme su casa, no va a ser necesario que me lo diga dos veces, tengo una excelente memoria.
Gruñó bajito, parecía un señor gruñón de esos que se la pasaban haciendo rabietas por que pisan su jardín, o bueno al menos eso lo pensaba aquel de dientes puntiagudos.
-Porfavor.
Insistió aquel, y muy a su pesar aceptó, no tardó mucho en explicarle a detalle cada habitación.
- Bien ahora que te he explicado, tienes que saber que yo duermo a las 8, temprano, así que no quiero ruido después de esa hora, ¿entendido?
El pelirrojo asintió entusiasmado.
-Bien, ya es tarde, creo que iré a tomar una ducha y dormiré, ¿se le ofrece algo?
Negó.
-No eres mi jodido sirviente, y tampoco necesito saber que es todo lo que harás.
El pelirrojo soltó una risita.
—Debo hacerlo, después no sabrá donde estoy y me necesitará.
El cenizo bufó, cerró la puerta de su habitación y gritó lo suficiente para que lo escuchara.
— No necesito de nadie.
Y así concluyó su conversación, el pelirrojo prosiguió alistando sus cosas en aquella habitación y suspiró agotado, estaba seguro que sería difícil pero él era una persona perseverante, nunca se rendiría.
Por otro lado el cenizo solo se tiró a la cama, se hizo bolita en ésta volviendo a la melancolía, nuevamente estaba solo.
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BLIND
FanfictionKatsuki está ciego, a su vida ha llegado un chico pelirrojo qué le salvará de tanto caos.