Había una leyenda que rondaba últimamente por el instituto.
Era una historia extraña sobre un chico fantasma que podía conceder el amor a cualquiera que se lo pidiera, ciertamente me recordaba a Hanako de un anime que alguna vez vi.
Lo llamaban "el fantasma del amor".
Decían que habitaba en el aula 313 del cuarto piso y que podías encontrarlo vagando por aquella zona una vez sonará el último timbre del día, el que indicaba que las clases habían finalizado.
Al principio, yo no creía todos esos cuentos absurdos,es decir, ¿por qué lo haría? Esto era la vida real, los fantasmas no existían y nunca lo hicieron. Seguro solo eran boberías y puras mentiras de mis compañeros.
Obviamente, mi forma de pensar cambió cuando comencé a ver cada vez más frecuentemente muchísimas parejas por los pasillos, haciéndome sentir incómoda y fuera de lugar. Yo no era muy fanática de todo lo que tuviera que ver con el amor, pero a decir verdad, había un chico que se ganaba toda mi atención y, por un microsegundo, hacía que todos esos pensamientos sobre el porque pensaba que el amor era absurdo desaparecieran completamente.
James Harper.
Cabello castaño, ojos color miel y una sonrisa radiante.
Destacaba entre todos los chicos; serio, amable, inteligente y con unos pasatiempos la mar de interesantes.
Estuve cuatro meses negandome que me gustaba hasta que un día, me lo cruce de frente y me sonrió de la manera más estupenda y fantástica, que hizo que todo mi organismo diera un vuelco.
Si, desde ese día empecé a admitir que estaba enamorada de Harper.
Si, por eso mismo, en este preciso instante, estoy subiendo las escaleras para dirigirme al cuarto piso donde dicen que vive ese fantasma.
Si, soy consciente de que esto puede resultar ser falso pero me arriesgaré.
Por un futuro con James Harper.
Para ya no ser el bicho raro que todo el mundo evita.
Para que mi nombre, Evangeline Campbell, resuene en todo el edificio por ser la chica que está saliendo con el guapísimo James Harper.
Si, he repetido demasiadas veces James Harper pero es que decir su nombre me provoca una sensación tan magnífica que podría sentir durante horas sin cansarme.
Por estar tan absorta en mis pensamientos, no me di cuenta que ya había llegado a la última planta del instituto y que me estaba sirviendo a esa dichosa clase que había sido motivo de susurros e interminables conversaciones esas últimas semanas.
Estaba nerviosa pero no yo misma sabía el porqué.
Cuando visualice el número que buscaba mi cuerpo entero se tenso completamente y sin pensarlo ni un minuto más, por miedo a cambiar de opinión, entre.
No toque la puerta.
No me fijé si había alguien más en el aula
No me importó nada en ese momento.
Tan solo la silueta de un chico que ahora mismo me miraba, analizandome de pies a cabeza, con una extraña sonrisa de oreja a oreja.
— Oh.— dijo, voz grave y tenue.— Parece que tengo visita.
♡
— ¡Pero pasa, joven, no te quedes ahí parada! Siempre es agradable tener invitados.
Mi cerebro había dejado de funcionar, como consecuencia de ello me había quedado estática en la puerta de la habitación.
Okey, ya podía confirmar que definitivamente aquella leyenda era cierta.
Quería correr pero, ¡sorpresa! No podía moverme, estaba helada.
— ¿Qué ocurre? ¿A la jovencita le ha comido la lengua el gato? — habló de nuevo, utilizando un tono burlón que me hizo reaccionar de inmediato.
— ¿E-eres el fantasma que concede amor a quien se lo pide?— pregunté, aterrada.
Mi reacción era normal, vamos, ¿cómo reaccionarías tú si de pronto un espíritu apareciera delante tuya? Aunque estuviera mentalizada seguía dando miedo y lamentablemente en aquel instante supe que les tenía un pánico que ni yo misma podía describir.
Su sonrisa se ensanchó.
— Así es ~ Mi nombre es Nathaniel L'amour.— canturreo y de pronto, su mirada se oscureció. — Y soy el fantasma del amor.
Nathaniel se fue acercando y con una mano cerró el portón que estaba detrás de mi, haciéndome chocar contra este.
Y sólo en ese momento pude fijarme en su aspecto.
Pelirrojo.
Pecas.
Mirada azul como el cielo.
Y unas ropas poco inusuales.
— ¿En qué puedo ayudarte, señorita?
Espero pacientemente a que yo le contestará o a que simplemente saliera de mi miedo o sorpresa. Lentamente fui calmandome al sentir que él no era alguien peligroso y que podía confiar en su persona. Aunque probablemente más adelante me arrepentiría.
— Me llamo Evangeline Campbell.— me presente y él asintió.— Y quiero que James Harper se enamore de mi.
Su boca formó una leve o y luego asintió, girando sobre sus talones y desapareciendo de pronto.
Antes de que pudiera si quiera reaccionar, su voz volvió a resonar por la sala.
— ¿Puedo saber desde cuándo te gusta?
— ¿Esa información es necesaria?
Su risa inundó mis oídos, era un sonido bonito.
— Si quieres que mi trabajo haga efecto eficazmente, necesito toda la información posible. Tanto la de él como la tuya.
Dude un par de segundos antes de responder:
— Desde diciembre del año pasado.— comencé y Nathaniel volvió a aparecer delante de mi.— Pero no lo acepté hasta abril.
Asintió de nuevo y me sonrió cálidamente, como si apreciará que le estuviera contando algo tan privado como eso.
— ¿Hay alguna razón por la que quieres que se enamore de ti?
Me reí, sin ganas realmente.
— Porque me gusta.— dije.— Y porque quiero que Evangeline Campbell deje de ser motivo de burlas.
Se posicionó a mi lado y realmente agradecí que no me preguntará que tipo de burlas recibía. Nunca me apetecía hablar de ello, me dejaba un sabor amargo en la boca y se me formaba un nudo en la garganta.
No hablamos durante un buen rato pero por algún motivo, su compañía no me inquietaba, me hacía sentir extrañamente segura.
— Te ayudaré, Campbell.— corto el silencio mientras se alejaba de mi.
Sonreí.
— Pero con una condición.
Oh, claro. Todo tiene un precio.
Borré mi sonrisa y seguidamente, tragué saliva.
Con la mirada lo invite a que continuara.
El ambiente se volvió tenso en un abrir y cerrar de ojos. La expresión suave que Nathaniel tenía minutos atrás cambio drásticamente a una terrorífica y oscura, haciéndome temblar.
— Deberás hacer todo lo que yo te pida, sin rechistar, inclusive si te digo que mates a alguien por mí, deberás hacerlo, Campbell. — mis ojos se abrieron de par en par y empecé a sudar frío.— Una vez aceptes, formaremos un vínculo que solo yo podré romper.
Me tendió una mano.
Y sin pensarlo, sin siquiera saber las consecuencias que eso podría tener.
Acepte.
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El fantasma del amor.
FantasyUna joven muchacha que anhelaba el amor de su amado. Un joven fantasma que estaría dispuesto a concederle ese deseo. ¿Qué podría salir mal? Evangeline Campbell había escuchado recientemente una historia sobre un fantasma que concedía amor a aquel qu...