Unos segundos pasaron y frente a mí había varios soldados que se posicionaban con sus armas apuntando hacia mí. Unos cuantos de los soldados se acercaron a mí lentamente con sus armas aun apuntándome.
Las nubes, grises que se tornaban lentamente más oscuras como si estuviera indicando que pronto llovería, pero, para mí, significaba que [Descenso] ya casi estaría cargado en su totalidad para poder usarlo en su máxima carga.
Mientras miraba a los soldados que se acercaban a mí lentamente decidí ir retrocediendo para tomar distancia de ellos. Sin embargo, una flecha salió volando hacia mí impactando en mi antebrazo derecho, afortunadamente, el impacto de la flecha fue absorbido por la armadura y la cota de malla.
Casi de inmediato, los soldados que me rodeaban lentamente se abalanzaron hacia mí apuntando sus armas hacia el frente, como si estuvieran haciendo una carga de bayoneta. La flecha pareció ser una señal de ataque. Cuando los soldados estuvieron solo a unos pasos de llegar a mí, casi con todas mis fuerzas, di un salto hacia atrás. Los soldados trataron de detener su carga, pero el impulso generado por la carga fue mayor y todos se tropezaron cayendo al suelo.
Levanté la punta de mi espada por encima de mi cabeza y grité:
"¡[Descenso]!"
Un rugido fue escuchado y un relámpago surcó las nubes negras que cubrían el cielo sobre el campo de batalla y, sobre todo, un rayo cayó en la punta de mi espada. Balanceé mi espada hacia los soldados enemigos.
"¡Repliéguense!"
Los soldados empezaron a retirarse ordenadamente mientras mantenían un ojo hacia mí. En ese momento, los muros de la ciudad se estremecieron por la caída constantes de rayos y decenas de rugidos surcaba los cielos.
"¡Caballeros de Rosa Negra a su servicio!"
Escuché la voz de Tharak. Luego, empecé a escuchar varios gritos detrás alrededor. Los caballeros de Rosa Negra se pusieron frente a mí y cargaron contra los soldados enemigos.
En menos de un segundo, los caballeros que acudieron a mi servicio se encontraban batallando contra las decenas, tal vez cientos, de soldados enemigos. Sin embargo, los cuatro caballeros de Rosa Negra presentes mantenían a raya a los soldados sin mucha dificultad, mostrando así el famoso poderío por el que los Caballeros de Ross eran conocidos en todo el continente.
Los segundos pasaron y [Descenso] se desactivó porque ya había alcanzado su límite de tiempo. Yo solo podía ver como los cuatro caballeros abrumaban a los soldados, sin que estos últimos pudieran hacer mucho ya que la velocidad, fuerza y habilidad de los cuatro caballeros superaba por mucho, individualmente, a los soldados. Además, individualmente, los caballeros eran tan fuertes casi como a cinco o seis soldados defensores de Falmuth y si los cuatro caballeros trabajaran conjuntamente para repeler a las decenas de soldados, probablemente, podían acabar con los soldados de Falmuth.
Me mantuve de pie, seguro de las espadas enemigas, pero, no de las flechas, a unos cuantos metros de donde los caballeros combatían.
Para mi mala suerte, los efectos de [Descenso] empezaran a actuar sobre mi cuerpo. Un cansancio de causas inexplicables empezó a apoderarse de mí y un extraño dolor y ardor se manifestaba lentamente, debía decir que el dolor y el ardor eran relativamente nuevos. Cedí un poco ante mi cansancio poniendo una rodilla en el suelo, puse mi espada frente a mí para que actuara como un apoyo para cuando llegase a levantarme después de tomarme el breve descanso que me iba a tomar, tomé la empuñadura con ambas manos y agaché un poco mi cabeza. Me dispuse a descansar y que todos los efectos secundarios de [Descenso] se calmara para poder combatir nuevamente.
Sentí que alguien me tocó mis hombros.
"No se preocupe, usted descanse, amo"
Escuché la voz de Safiras a mi lado derecho.
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El surgimiento de un guardián
FantasyLuego de entrar en un estado de sueño debido a una máquina de criogenización, Julian Esteban Hernandez Piñeros despierta en un mundo que ya no es el que él conoce. Las armas de fuego no existen, la tecnología que conocía son solo los vestigios de lo...